XLVI

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Estaba nervioso, y no podía quedarse quieto.
Había llamado a su hermano para que los llevase a la comisaría y él de buen grado los había llevado en su coche. Mientras estaban de camino su hermano no paraba de mirar a su acompañante. Sabía que él se solía juntar con gente de todo tipo pero parecía que no le gustaba demasiado Yoongi. Estaba sentado atrás, callado y sin moverse lo más mínimo, justo al lado de su guardaespaldas. Como siempre parecía que las cosas no fuesen con él.
—Qué suerte que hayan encontrado a varios sospechosos tan rápido, ¿no? —intentó iniciar conversación con él su hermano, pero no podía dejar sus piernas quietas y sentía que el corazón se le iba a salir del pecho.
—Supongo que sí. —le vería la cara de nuevo a aquél hombre, escucharía su voz y volvería a temblar, volvería a temer, volvería a sufrir su cercanía.
—Seguro que es un estúpido que ni siquiera ha cambiado de teléfono cuando te mandó los mensajes. —Jin no pudo evitar mirar hacia atrás, hacia Yoongi. —¿Qué? Normalmente los acosadores mandan mensajes y después destruyen el teléfono. Pero si le han encontrado tan rápido es que el muy idiota a continuado con el mismo.
Jin se rió tímidamente, pero no porque aquello le reconfortase, sino porque Yoongi daba realmente miedo al saber tanto de cosas tan turbias. Respiró hondo y dirigió su mirada al frente.
—Y dime...—empezó su hermano. Ya sabía adonde quería llevar la conversación. —...¿Cómo os conocisteis?
—Es uno de los miembros del grupo en el que estoy. Gracias a él el acosador no me hizo nada. Así que le debo muchísimo. —informó a su hermano, intentado hacerle ver que Yoongi era una persona confiable. Su hermano le miró un poco por el espejo y después devolvió la mirada a la carretera.
—Entonces eres un gran amigo. Y además valiente. —le dijo su hermano algo receloso.
Yoongi sin casi darse cuenta de que le estaban hablando a él asintió.
—Solo defiendo lo que realmente creo que merece la pena. Eso no me hace valiente, ni gran amigo. —su hermano no supo que responder ante aquello y se quedó callado el resto del viaje.
Una vez que llegaron se quedó mirando el exterior del edificio pensativo y asustado. Yoongi salió sin pensárselo dos veces y sin dar las gracias, detrás de él fue su guardaespaldas, callado y serio. Cerró la puerta y su hermano le agarró del brazo para que centrase su atención en él.
—Te dije que esperases a que saliese de trabajar. ¿En serio es tu amigo? —Jin le miró sin entenderlo muy bien. Claro que era su amigo, no le habría salvado la vida de haber sido lo contrario. En verdad le debía demasiado a ese chico malhumorado.
Asintió convencido y su hermano pareció no creerle.
—Él estuvo conmigo cuando apareció la segunda vez. —empezó a contarle. —Gracias a él salimos todos ilesos.
—¿Qué hizo para espantarle de aquella forma? 
Se quedó unos segundos pensando sus palabras y después le respondió decidido.
—Habló con él y le asustó.
Su hermano tragó saliva y asintió convencido. Había una cosa que no podía negarle y era que daba miedo, mucho miedo, o tal vez esa no era la palabra. Tal vez era respeto lo que difundía con su presencia.
—Vendré a por ti cuando termines. Avísame. —le sonrió como despedida y respuesta y salió del coche algo más seguro de sí mismo.
Cuando entraron fueron a la recepción e informaron a qué venían. De inmediato la recepcionista llamó a los policías encargados de su caso y éstos les llevaron a una habitación oscura con un enorme cristal en un lado. Yoongi se metió las manos en los bolsillos, tranquilo y calmado y él empezó a jugar con sus dedos y con los pliegues de su jersey. Quería hacerse una bola y que su guardaespaldas le tirase por una cuesta. La verdad es que no sabía su nombre pero no importaba, era una gran persona.
—Estos son los sospechosos que hemos conseguido localizar con sus mensajes. —les informó la policía, seria y profesional. Jin asintió lleno de nervios, ella se acercó a él al notar su nerviosismo. —Entiendo que esto debe ser duro para usted, pero necesitamos que le reconozca para poder llegar a un juicio y finalmente meterle donde debe estar. —él asintió mas seguro y respiró hondo. La mujer le regaló una sonrisa materna y se colocó un poco apartada de él. De repente encendieron la sala que daba al otro lado del cristal. Obviamente era un espejo para los que se encontraban en la zona iluminada y un cristal para los que se encontraban en la zona oscura. Exactamente como en las películas. Suspiró y no supo cómo explicarle a la policía que no le vio el rostro cuando se encontró con él. Simplemente se había quedado sin palabras.
—Señora policía, —se sorprendió al escuchar la voz de Yoongi y todos los presentes dirigieron su mirada hacia él. Incluso la policía parecía sorprendida sobre su incursión en la conversación. —verás, cuando nos lo encontramos estaba con la cara tapada, así que solo escuchamos su voz.
La mujer asintió entendiendo al instante. Salió de la sala y uno de los policías que se encontraban en la otra sala salió también. Después de unos segundos la mujer volvió a entrar en la habitación y el otro policía igual.
—De acuerdo, ahora todos los sospechosos dirán la misma frase. En cuanto reconozcas su voz avísanos. —con eso Jin cogió aire y se acercó un poco más al cristal. Al otro lado los policías les dieron órdenes de decir exactamente lo mismo, uno detrás del otro. Jin negaba cuando acababa uno al que no había escuchado nunca, hasta que llegó el tercer hombre de los presentes. Su voz hizo que su corazón se encogiera y sus rodillas empezasen a temblar. Se sintió tan débil que tuvo que alejarse del cristal y volver al lado de su guardaespaldas. La mujer le miró unos segundos.
—¿Has reconocido algo?—le preguntó con calma.
—Sí. Es él. —le dijo con la voz temblorosa. —Es él...
—¿El tercer hombre empezando por la izquierda? —Jin asintió de nuevo y la mujer miró a Yoongi. —¿Estás de acuerdo con tu amigo? —le preguntó. Él la miró de soslayo y asintió con seguridad, parecía que hubiese localizado a su presa y no quisiese perderla de vista por si se escapaba.
La mujer anotó algunas cosas en los papeles que llevaba consigo y salió despedida por la puerta, pero no sin antes decir:
—Gracias, ya pueden marcharse. Ya le llamaré para declarar cuando se concrete el juicio.
Y sin más se fue corriendo y la perdieron de vista.
¿Ya se había acabado? ¿Ya estaba todo solucionado? ¿Ese hombre dejaría de perseguirle? Miró a Yoongi en busca de respuestas y este le devolvió la mirada con una sonrisa triunfante.
—Se acabó. Ahora solo queda esperar al juicio. —le dijo mientras se abrochaba su chubasquero viejo.
—Espero ganarlo.
—Intentó asesinarnos. Créeme que tienes razones de sobra para ganar.
Jin le devolvió la sonrisa y salieron de la comisaría. Le dieron su móvil antes de salir y le avisaron que por si las moscas informase de inmediato si recibía algún mensaje extraño.
Salió despejado y con ganas de continuar con su vida, ahora sin ningún miedo.

The Way We Became StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora