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Todos se habían ido.
No se esperaba que fuesen a darle una sorpresa con tarta y todos ellos juntos. En verdad no se lo había esperado.
Se lo había pasado muy bien en general, le gustaba tenerlos a todos juntos y felices mientras comían tarta. Habían charlado y habían tenido sus momentos malos pero al final los habían medio resuelto y habían continuado con la tarde tranquilamente.
Hacía unos minutos que se habían ido todos y se madre estaba sentada en el sillón, descansando de su día ajetreado con su amiga. Respiró hondo y miró su móvil, no había mensajes: nada de los chicos desaparecidos, y nada de su hermano. Se acercó al sillón y se sentó al lado de su madre. La miró unos segundos, esperando a que ella comenzase la conversación y con una sonrisa la empezó él.
—¿Qué tal hoy? —preguntó animado.
—Bien, supongo. Resulta que ahora le ha dado por hacer gimnasia y vengo destrozada. —respiró hondo y se estiró en el sillón. —Menos mal que luego hemos podido ir a las aguas termales para relajar nuestros músculos que si no estaría literalmente muerta. —Jin sonrió ante su madre y sus problemas tan de primer mundo y se la quedó observando un rato.
—Mamá, ¿sabes algo de los chicos desaparecidos?
—¿Chicos? Solo ha desaparecido uno que yo sepa. —Jin pensó unos segundos y después asintió repetidas veces, su madre le miró poco convencida.
—¿Sabes algo?
—Sí. Han dicho que ya lo han encontrado. Que resulta que se había escapado porque tenía unos problemas, no se cuáles. De todas formas si tú algún día tienes cualquier clase de problema no dudes en hablar conmigo, cariño.
—Claro mamá. —aclaró sonriendo mientras ella se levantaba y se dirigía a su cuarto. Jin se quedó completamente solo mirando el salón vacío. Respiró hondo de nuevo. Su guardaespaldas estaba tardando demasiado en volver y dar una vuelta, pero pensó que tal vez ya había entrado y se había quedado en alguna habitación descansado. No le negaba que tener que cuidarle fuera difícil ya que todo el mundo hablaba con él y ya le había dicho que era muy complicado saber si alguien se trataba de un acosador o de alguien normal. Se quedó mirando su móvil, le gustaría llamar a Tae para hablar con él sobre su repentina escapada pero suponía que estaría agobiado con la Policía y sobretodo con su familia. Decidió mandarle un mensaje y desearle que estuviese bien. No quiso molestarle más. Antes de apagar su móvil se quedó mirando el contacto de Jungkook. El chico era realmente misterioso, no solo porque solo se había juntado con Jimin y Tae sino porque, según decían, su voz era impresionante. Le costaba creer que alguien que pasaba de los demás como pasaba él de las personas que no conocía tuviese el don de cantar como los ángeles. No quiso darle más vueltas al tema y se dirigió a su habitación aún mirando el contacto del chico. Sabía que no era nadie para llamarle, en especial a él, pero a lo mejor así conseguía que se abriese al grupo, que se uniese, que se hiciese su amigo. Decidió hacerse a la idea de que tal vez no quería amigos, ni a nadie que le reconfortase.
Estuvo estudiando unas cuantas horas y cuando ya fue completamente noche cerrada y el sueño no acudía a su encuentro se quedó mirando su móvil, pensativo. Suspiró, supuso que por probar no perdía nada.
Pulsó el contacto del chico y esperó a que contestase al otro lado de la línea. Esperaba que no le respondiera ya que tendría que estar con su familia y probablemente durmiendo ya; aún así lo intentó. 
—¿Hola?
¿Le había contestado o era su imaginación?
—¿Jungkook?
—¿Si?
¡Le había contestado!
Qué extraño.
—¿Cómo estás? ¿Estás con Tae?
—Estoy bien. Y no, ya no estoy con Tae.
—¿En qué estábais pensando?
—¿Me has llamado a estas horas para darte explicaciones?
Jin sopesó la situación. Debía tratar a Jungkook con cuidado ya que parecía de un humor de perros.
—Perdón. Solo quería saber cómo te encontrabas.
—Estoy perfectamente. Lo teníamos todo planeado, nada habría salido mal si sus padres no hubiesen denunciado a la Policía.
—¿Los tuyos no denunciaron?
—No.
Jin se quedó callado, al igual que Jungkook. Un silencio de lo más incómodo.
—Lo siento.
—¿Por qué lo sientes?
—Porque no le importas a tus padres.
Hubo otro silencio.
Sabía que había fastidiado cualquier posibilidad de ser amigo de Jungkook pero escuchó un pequeño sollozo al otro lado de la línea y una respiración agitada. 
—No sabes...nada de mí. —espetó con la voz floja y ahogada.
—Jungkook, lo siento. No debería haber dicho eso, yo...
—¡No! ¡Cállate! ¡No me conoces, no eres nadie para decirme nada!
Otra pausa, silencio absoluto.
—Jungkook, yo estaba muy preocupado por ti. Y no solo yo, todos nosotros estábamos nerviosos por lo que acabábais de hacer. Tendrías que haber visto a Namjoon. —Intentó reírse un poco al recordar la expresión de preocupación del chico.
—Solo me quiere por mi voz, como mis padres. Todo está basado en el interés. —hubo una pausa y Jin le dejó seguir hablando. —Como al principio Tae. Él se hizo amigo mío por mi voz, porque le llamé la atención, sino jamás se habría acercado a mí.
—O tal vez sí. ¿Quién sabe? Tae y yo nos conocimos con un zumo.
—¿Con un zumo?
—Sí. Me lo tiró encima y desde entonces nos llevamos genial. —una pequeña risa se escuchó ligeramente. Jin sonrió. —Tae no es una persona interesada, créeme. Estoy seguro de que se acercó a ti porque le llamaste la atención. No solo por tú voz.
El último silencio, esta vez sin ser incómodo.
—Gracias. —murmuró Jungkook tímidamente.
Después de eso colgó y Jin dejó su móvil sobre su mesita de noche. Jungkook ya podía considerarse uno de sus amigos.

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