XCVII

1 0 0
                                    

Lo había conseguido.
Bueno, ya lo había conseguido en el fin de semana, pero ahora ya era oficial: ese hombre jamás se cruzaría con él de nuevo. Era motivo de celebración y por la emoción no pudo evitar abrazar a los chicos como un oso pequeño, pues eran algunos más altos que él.
De repente cuando se separaron escucharon un móvil sonar. Era el de Jin y le estaban llamando insistentemente. El chico algo sorprendido les frenó cuando se disponían a alejarse para darle privacidad y les informó:
—Es Hoseok.
Se miraron unos a otros algo confusos. Se suponía que se encontraba mal, además él tenía que volver a casa para hablar con sus padres (algo que hacía años que no hacía). Se quedó unos minutos más esperando intrigado lo que tenía que decir el bailarín. Jin frunció el ceño y puso la llamada en manos libres confundido por lo que el chico aparentemente le había dicho. Entonces una extraña y distorsionada voz de Hoseok se hizo presente.
—Jin, ¿me puedes traer un donut? —su voz estaba como cansada, como si estuviese borracho o como si hubiese tenido varias horas intensivas de baile.
Miró a Namjoon buscando una explicación lógica a aquello, pero los ojos del chico estaban abiertos de par en par y no parecían tener la menor idea de lo que estaba pasando.
—¿Hoseok te encuentras bien?
—Sí. —hubo una pausa y se escuchó un golpe fuerte. Se asustaron ya que sonó como si el chico se hubiese caído al suelo. Esperaron hasta que pareció calmarse y volvió a hablar. —¿Qué? Estoy cansado. —dijo de repente mientras se quejaba a gritos del sillón por haberse puesto en medio de su camino. —Jin, tengo hambre.
Jin les miró a todos detenidamente esperando que alguno supiese qué hacer o qué decirle al chico que no parecía estar en sus cabales.
—¿Hoseok, va todo bien? —preguntó Jimin esta vez muy preocupado.
—No. —contestó de inmediato su voz ida. —Todo va como la mierda Jimmy. —se habría reído de ese apodo si no fuera porque al chico le pasaba algo serio. —No sé si las cosas pueden ir a peor...—hubo una pausa y se escuchó como rebuscaba entre cosas. —¿Dónde están mis pastillas...?
—¡Hoseok! —saltó Yoongi de la nada, alarmado. —¿Te estás medicando? ¿No recuerdas lo que te dije?
—Cállate. Siempre me dices lo mismo. «Si tienes algún problema habla conmigo» «Esa clase de vicios debemos cortarlos de raíz...» Métete en tus asuntos, anda. —Yoongi frunció el ceño al igual que Jimin. Estaba claro que ambos parecían estar al tanto de lo que le ocurría a Hoseok pero ninguno de los dos parecía tener intenciones de explicar nada.
—Sólo te avisé una vez. No hemos vuelto a hablar desde la semana pasada. —le dijo tranquilamente Yoongi.
—¡Siempre estás en mi cabeza, cabrón! Todo el día, diciéndome que lo que hago está mal. Que mi hermana no querría esto. ¿Pero sabes qué? ¡Está en coma así que me la suda lo que ella quiera! —y con eso se oyó un fuerte golpe que les asustó aún más que el anterior ya que después de este ya no se volvió a escuchar la voz de Hoseok al otro lado, pero sí su respiración.
—¡Joder! —gritó Yoongi llevándose las manos al pelo y despeinándose. Todos le observaron esperando una explicación, excepto Jimin.
—¡¿Se puede saber qué pasa ahora?!—gritó Namjoon a los dos chicos preocupados y nerviosos.
—Nos dijo que no os lo dijésemos. —dijo Jimin inocentemente.
—¿Te crees que ahora está en condiciones como para enfadarse con vosotros sobre que nos lo habéis contado? ¿¡Estáis de coña!? —Namjoon sí que estaba desesperado, y lo entendía en el fondo. Últimamente era problema tras problema y en cuanto resolvían uno, otro salía para reemplazarlo. De todas formas, debían resolverlo, fuera cual fuese lo que le pasaba a Hoseok, eso lo tenía más que claro.
—¿Qué le pasa? —preguntó Jin con los ojos muy abiertos y seriamente. Todos los gritos se frenaron y se quedaron mirando al chico sorprendidos. Jin era el más mayor pero el más divertido junto con Hoseok. Era muy fácil estar con él, con los dos, se podía decir que uno era un cielo y el otro un sol. Desde luego verlos ahora en esas condiciones no era agradable ni mucho menos.
Respiró hondo.
—A su hermana la atropellaron. —empezó Yoongi. —La operaron y tuvieron que dejarla en coma. Ahora están esperando a que despierte. —Jimin asintió con calma y pesar a sus palabras. En ese momento Jungkook sintió la necesidad de abrazarlos a todos como había hecho antes, pero no por la felicidad, sino por lo horrible que debía de estar pasándolo Hoseok.
—¿Y qué ha pasado en la llamada? —preguntó Namjoon. —Entiendo que haya estado cansado por eso, pero no tenía pinta de cansado o enfermo. Parecía un borracho.
Yoongi miró a Jimin de soslayo y aunque el pequeño negó, Yoongi asintió repetidas veces. Jimin acabó suspirando y les explicó todo.
No lo tenían claro, pero Yoongi tenía sus razones para pensar que Hoseok había estado tomando diferentes tipos de drogas para calmarse y para dormir. Obviamente el chico estaba completamente sano, al menos a simple vista, pero la sola mención de drogas hizo que el cuerpo de Jin temblase tanto que se notaba con solo dirigirle una mirada. Jungkook se acercó a él y le rodeó con un brazo. El chico lo agradeció y se apoyó en él para frenar ligeramente los temblores.
—¿D-drogas? —tartamudeó.
—Hablé con unos amigos sobre lo de quedarse sopa en cualquier lugar, no tener energías, en fin, todo lo que le pasó el viernes y me dijo que eso podía deberse a diferentes drogas tranquilizantes. Para dormir, antidepresivos, drogas para los hiperactivos. Calmantes en general. —hizo una pausa y miró a Jin. —Si sigue como ahora, en ese «estado zen» es posible que se vuelva adicto o que un día tome una sobredosis y su corazón se pare. —Jin abrió más los ojos pero no dijo nada. Aquella declaración era de las más pesimistas que jamás había oído.
No era una absoluta pesadilla solo para él, todos estaban en el mismo barco y todos estaban nerviosos sobre lo que acababa de ocurrir.
—¿Y si le ha pasado eso mismo ahora?—preguntó tímidamente.
—Por eso me he puesto histérico. Aunque le estuviese pasando eso ahora no sabemos donde vive. —paró de golpe y se miró los pies. —Además que no sé cómo ayudarle exactamente.
Todos se miraron apesadumbrados.
Empezaba otro problema, otra pesadilla, otro sufrimiento que costaría sangre, sudor y lágrimas arreglarlo. 

The Way We Became StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora