XIX

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Era de noche, hacía frío y sus lágrimas todavía parecían estar calientes.
Le estaba acompañando a casa porque sabía que les había mentido descaradamente. Jimin se lo había intentado decir pero él ya se había dado cuenta.
Cuando llegaron a la estación le cogió por los hombros y se puso delante de él. No podría escaparse esta vez.
—¿Qué ha pasado? —la sonrisa que hacía unos segundos había adornado su cara se desvaneció. —Sé lo mucho que se puede exigir una persona, pero nadie corre hacia un extraño en busca de consuelo. Más bien yo correría a los brazos de un extraño si estuviese intentado huir. —los ojos de Jungkook se abrieron y notó como las lágrimas se volvían a acumular. Le abrazó sin razón alguna porque sabía que en el fondo había dado en el clavo y sabía también que no le contaría la verdad tan fácilmente. Eran desconocidos como él bien había dicho y entendía que no confiase del todo, pero si querían ser amigos debían confiar el uno en el otro.
—Entiendo que no quieras contarme nada, ahora. —le susurró con voz dulce y tranquila. —Pero admite que estabas huyendo de algo.
Jungkook le abrazó con fuerza y él notó que había roto a llorar en cuanto sintió como le apegaba más a su cuerpo. Después empezó a asentir en sus brazos y escondió más su cara en su hombro.
—Vale. —suspiró Tae. Empezaban bien. Al menos había decidido dar un paso al frente y arriesgarse a contarle la verdad. —Mañana tengo clase de música, podrías venir si quieres. —la respiración del chico se fue apaciguando. —Después voy a ir con Jimin a una cafetería a pasar la tarde. Como mañana es viernes supongo que no tendrás mucho que hacer. ¿Te quieres venir?
Se separó de él y le dijo que sí. Tae sonrió y le abrazó de nuevo como despedida. Después se despidió de él y le dijo que se verían al día siguiente.
—Nos vemos. —le dijo.
—Hasta mañana. —le respondió mientras se perdía entre el gentío.

Cuando llegó a casa y saludó a sus dos hermanos se sentó a cenar y su padre le regañó por haber llegado tan tarde.
Después de pasar un rato jugando y charlando con su familia se metió en su habitación y miró los mensajes de su móvil con más calma. Tenía unos cuantos de Jimin y uno de Jin.
Se sorprendió ante el mensaje de Jin. ¿Qué quería?
«Hola Tae! Una cosa, necesito que me devuelvas la canción que me cogiste "prestada"»
Sonrió. Se la había robado descaradamente.
«Claro! Mañana voy a pasarme por tu cafetería con unos amigos! Así que te la devolveré mañana!»
«Vale! Gracias!»
Después miró los mensajes de Jimin. Le preguntaba sobre Jungkook y si todo había ido bien. Él le tranquilizó y le dijo que sí. Después comprobó los mensajes de sus otros amigos. Algunos le habían dicho que no tenían ni idea de quién se trataba, pero en cambio había otros que realmente le habían dicho que alguna vez habían escuchado alguna canción suya, pero que esa debía ser la más reciente porque no la habían escuchado interpretada todavía.
Y su autor se hacía llamar Agust D.
Que nombre más curioso.
Le dijeron que era un rapero callejero y que si tenía suerte podría encontrarlo en alguna calle apartado teniendo una batalla de gallos con su grupo. Realmente interesante. Algunos cotillas le preguntaron cómo había conseguido una canción suya y él les contestó que se la había encontrado en la calle y que quería saber quién era su autor. Esos amigos cotillas se dieron por satisfechos y decidieron no darle más vueltas al asunto. Habló con algún que otro amigos suyo y después se fue a la cama. El día siguiente iba a ser movido.

The Way We Became StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora