XV

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Era un idiota.
Pero un idiota al cuál se daría una torta. ¡Había dado su mejor canción a un extraño! Era cierto que le había salvado la vida, pero había sido tan estúpido de darle lo mejor que había producido en toda su existencia. Debía robárselo de alguna forma, debía conseguirlo de alguna forma. Debía arriesgar todo por eso.
Nada más salir de clases se fue a su casa a estudiar. Hacía un tiempo que no pisaba su hogar (si es que se le podía llamar así) después de salir de clases y la verdad es que se sentía bien. Aquél día estaría más descansando.
Se quedó estudiando hasta altas horas de la tarde.
Después cogió el autobús y corrió hasta la calle donde se había encontrado a aquél chico el día anterior.
Esperó y esperó. Se puso tan nervioso que decidió salir a la calle principal por donde le había visto venir en su dirección opuesta y se quedó apoyado contra la pared. Odiaba no hacer nada. Sus piernas habían empezado a moverse desesperadamente y cualquier que le viese se pondría nervioso.
De repente vio aquella cabecilla, aquella carita de niño. Corrió y corrió hasta que dio con él. Le agarró del brazo y le giró para encararle.
«Bien Yoongi, le has encontrado. ¿Y ahora qué?»
El niño pareció sorprenderse y se intentó librar de su agarre. Obviamente lo consiguió con mucho esfuerzo y se le quedó mirando.
—Hola...—le dijo tímidamente.
—Hola. —le respondió con una sonrisa.
—Oye...—«¡Di algo, vamos!» —¿quieres ir a tomar algo?
¿Qué estaba haciendo? ¡Si casi no tenía dinero para comer! ¿Se iba a gastar el dinero para conseguir sus letras? Por supuesto, era su música.
Y por la música él vivía.
—Bueno, es un poco tarde. Y...no te conozco lo suficiente. —le dijo poco convencido.
—Bueno, no tienes nada que temer. Es más, el que debería estar cagado debería ser yo. —le respondió con una sonrisa.
—Vale, dame un segundo. —sacó su móvil y pareció que le escribía algo a alguien. Después lo volvió a meter en su mochila de clase y se quedó mirándolo. —¿Adónde vamos?
—Adónde quieras. No tengo preferencias. Y si lo eliges tú, tendrás más confianza en mí. Así que vamos, tú lideras. —Jimin sonrió. No sabía si estaba haciendo lo correcto pero era un niño pequeño y debía darle caramelos para ganarse su favor y confianza. Y eso era exactamente lo que iba a hacer.
El chico se dirigió a un pequeño bar que estaba en la esquina, algo apartado. Le sorprendió que alguien como Jimin fuese a lugares tan apartados. Después recapacitó y se dio cuenta que si podía desarmar a una persona podía ir a cualquier sitio de la ciudad sin miedo.
Suspiró y entraron los dos.
—No me esperaba que te gustasen los bares de los suburbios. —le dijo mientras se sentaban en una mesa.
—También me gustan las cafeterías. Mañana visitaré una con un amigo, pero prefiero el ambiente de los bares. Más de pueblo. —le dijo mientras sonreía y le hacía una señal al camarero para que se acercase. Decidió darse un capricho por el dinero que le había dado adelantado el jefe y después se quedó pensativo. ¿Cómo coño iba a conseguir que le devolviese su canción?
—Bueno, cuéntame algo de ti. —Jimin dirigió su atención de repente a él. Sus ojos parecían amenazarle.
—¿Yoongi, —hizo una pausa para que toda su atención se centrarse en sus ojos. —eres gay?
Lo único que se le ocurrió hacer después de escuchar eso fue reír. ¡Por favor! Detestaba a los hombres, y los hombres le detestaban a él.
—Si realmente fuese algo, sería asexual.
La expresión de Jimin se tornó de duda. Estaba claro que estaba intentado averiguar la razón de aquélla situación.
—Entonces eres un acosador.
Rompió otra vez a reír.
—No. Simplemente quería dejar las cosas claras contigo.
—Ah, así que querías amenazarme.
—No. —le respondió de inmediato. Era cierto que también debía advertirle de aquello. —Ayer cuando me salvaste, el chaval que tenía la pistola amenazó con que volvería a por ti. —los ojos pequeños del chico ahora le miraban con un poco de temor. —No te puedo garantizar que te vayan a dejar en paz y más aún si te relacionan conmigo. No les caigo muy bien.
La comida llegó y se calló de repente. No le gustaban demasiado los bares precisamente porque eran la casa de los cotillas y la recolección de cotilleos. Cuando el camarero se fue Yoongi volvió la vista a los ojos brillantes de el chico que tenía en frente.
—Puedo defenderme. Lo sabes. —le afirmó Jimin.
—Puedes defenderte contra uno armado, pero no contra ocho. —el labio inferior le empezó a temblar y Yoongi lo notó. —No debiste haberme ayudado en un principio.
—¡Te estaban apuntando con una pistola! ¿Qué debería haber hecho? —le gritó asustado.
—¡Deberías haber seguido con tu vida!
—¿Y si te hubiese disparado? —le gritó colocando ambas manos en la mesa. Éstas se pusieron blancas de la presión que estaban ejerciendo.
—¡Entonces ahora mismo no tendríamos este problema!
—¡Estarías muerto!
Yoongi miró alrededor y vio como la gente los miraba. Se sentó de nuevo y le ordenó con la mirada a Jimin que se sentase y se relajase. Éste se sentó y empezó a comer.
—Mi vida no tiene importancia. —le susurró mientras la gente volvía a lo suyo.
—¿Te estás escuchando?
—¡Jimin! —le respondió para que se callase. —Estoy seguro de que tienes amigos y una familia que te espera en casa. —hizo una pausa mientras miraba su comida. —Yo no.
—Pero todos...
—No me conoces, y admito que lo que hiciste fue realmente heroico, pero ahora tu vida está en peligro. Te buscarán, te perseguirán y todo irá a más y más... —dejó las palabras en el aire. De solo imaginarse al pobre chico de sonrisa radiante que tenía sentado en frente corriendo por las calles, huyendo de matones como con los que solía juntarse, se le creó un nudo en el estómago.
—Yo me metí en esto solo. Decidí que todas las personas, sean más o menos amadas, merecen tener una oportunidad de vivir. Y decidí que nadie iba a arrebatarte esa oportunidad. —se metió un trozo de filete en la boca felizmente. Su cara debía ser un absoluto poema. —Y si necesitas otra excusa para seguir viviendo, yo soy tu amigo. Al menos me tienes a mí para pasar el rato.
Yoongi cogió los cubiertos y se dispuso a comer una comida completa en varios meses. Y, más importante, se dispuso a disfrutar de la compañía de su nuevo amigo.

The Way We Became StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora