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Se quedaron hablando un rato sobre los últimos retoques de la fiesta y finalmente cada uno se fue a su hogar. Se había hecho bastante tarde y Jungkook tenía miedo de que le dijesen cualquier cosa sus padres, porque sí, su padre había regresado a casa después de haber estado tantos meses fuera trabajando.
Y obviamente él había sido el causante de su horrible moratón en su mejilla.
Cuando cruzó el umbral de la puerta de su casa no sabía qué se estaba esperando, pero escuchó un grito.
Ese día, algo había cambiado en él, tal vez había sido la vuelta de su padre, o que sus amigos estaban de su parte para apoyarle o que de repente se le había ocurrido la idea de que ya estaba cansado de que todo el mundo le pisoteara, de que todo el mundo le pasara por encima simplemente por morderse la lengua para no soltar sus pensamientos.
Cuando dejó su mochila en el suelo su padre llegó hecho una furia por el pasillo para recibirle.
—¿Por qué vienes tan tarde? —le preguntó de mala manera. Jungkook simplemente le miró fijamente, sin expresión alguna. Eso pareció una amenaza para su padre pues este le agarró bruscamente del hombro y le sacudió. —¡Contéstame! Hoy no tenías clases de canto. ¿Qué pasa contigo? Además que estás castigado por escaparte.
Jungkook le mantuvo la mirada y parpadeó con calma. Aquella madurez sorprendió a su padre, quien llevaba tanto tiempo sin verle.
—Tengo amigos, sólo he ido a verlos y decirles qué había pasado. —su padre le soltó y se rió con ironía.
—¿Amigos? ¿Quiénes? ¿Son un grupo de gilipollas que se te pegan por interés? Si es así, ya hablamos sobre esto...
—No. —respondió, cortándole antes de que acabase la frase, algo que realmente no le gustó. —Son unos buenos amigos, papá. —de repente su mente se fue a Tae a quién había tratado tan mal ese día, y al cuál todavía le debía una disculpa. Tragó saliva por el infierno en el que tendría que estar pasando.
—Eso lo dirás tú. —hizo una pausa y notó como su mirada se fijaba en su mejilla amoratada. —No importa, ya no los verás más, tienes que centrarte en tu carrera y en la música. —le dijo algo más calmado.
—Ellos son músicos, papá. —quería acabar todas las frases con «papá» para hacerle ver que a pesar de lo que le había hecho y le estaba diciendo no dejaba de ser su hijo. Y lo mejor de todo era que al hombre parecía afectarle esa palabra.
—Ah, ¿ves cómo son unos interesados? Probablemente solo te quieran por cómo cantas, hazme caso. Conozco a esta gente, son todos unos idiotas que te utilizan y te tiran cuando les viene en gana.
—Entonces hacen lo mismo que vosotros. —de repente su padre cerró su boca y su madre apareció por la puerta de la cocina. Se sorprendió al darse cuenta de que no estaban juntos a pesar de todo el tiempo que habían pasado separados.
—¿Qué quieres decir, hijo? —preguntó su madre algo agitada por la discusión entre progenitor e hijo.
Tragó saliva y los miró a ambos. Parecía que su padre quería hablar pero su madre le agarró del brazo con fuerza para escuchar a su hijo, por una vez.
Era verdad que su madre se había preocupado un poco más de él, pero nunca lo suficiente. Si lo hubiera hecho se habría dado cuenta de lo de su tutor. Ya estaba harto, ya era hora de arreglar las cosas, e iba a empezar ahí mismo, en ese mismo momento.
—Mi profesor de canto me pega cuando lo hago mal. —sus padres no dijeron nada, como esperando a que continuase con lo que tenía que decir y eso en vez de achantarle le hizo hacerse más grande. Cogió aire. —Me tira al suelo, me pega patadas, tortas. ¡Ha habido clases en las que he estado llorando las cuatro horas mientras cantaba! ¡¡Y siempre os ha dado igual!! ¡No os importo una mierda! —les gritó mientras notaba como pequeñas lágrimas caían por sus mejillas. Estaban calientes en contraste con su helada cara. Recordó de repente la noche en la que corrió a los brazos de Tae y estuvo allí hasta que se calmó.
Tae, le debía una disculpa.
Retrocedió, cogió su mochila y salió corriendo por la puerta de su casa.
Corrió y corrió sin rumbo fijo mientras escuchaba los gritos de su familia detrás de él. Bueno a ellos realmente nunca les había importado, así que no podían llamarse familia.
Debía ir con Taehyung.
Llamó a Jimin para preguntarle si sabía dónde vivía Tae, pero no tenía ni idea, así que le aseguró que en unos minutos le daría la dirección.
No supo cómo Jimin la consiguió pero lo hizo y no tardó en coger el metro para ir hasta allí.
Arruinaría la sorpresa de su fiesta (la cuál iba a ser su disculpa) pero no le importaba lo más mínimo, necesitaba disculparse y que volviesen a estar bien. Tae era su único amigo de verdad. El más cercano de todos.
De repente se acordó de aquél beso estando borrachos y no supo cómo tomárselo. Mentalmente se encogió de hombros y sonrió, si iba a ser así con Tae tampoco le importaba mucho.
Una vez que llegó no supo qué hacer. Jimin le había mandado el número de piso y todo, pero le daba vergüenza entrar a esas horas de la noche en una casa de un amigo, y encima que probablemente su familia no estaría para visitas inesperadas, ni siquiera el propio Tae.
Respiró hondo y se calmó, tampoco podía volver.
Subió al ascensor, localizó la puerta de la casa y en vez de llamar volvió a salir del edificio. Localizó una ventana que estaba seguro que era de su casa y empezó a escalar por las tuberías. No vivía en un piso muy alto, así que no tardó en llegar a la ventana. Era algo que había hecho toda la vida, le encantaba el deporte y escalar no se quedaba atrás. Se resbaló un par de veces pero consiguió llegar a la ventana que había localizado. Tae vivía en un segundo, así que no escaló mucho.
Se asomó a la ventana y vio a un triste chico tumbado en su cama con un brazo tapándose los ojos mientras escuchaba música. Observó la habitación y sonrió al verla tan desordenada. Dio unos golpecitos a la ventana pero obviamente no sirvieron de nada ya que Tae estaba con cascos. Dio unos golpes más fuertes pues sus manos estaban empezando a cansarse y sus piernas estaban flojeando. De repente Tae se levantó se estiró y se sentó en la cama, posó su cabeza entre sus manos y se quedó mirando por la ventana. Empezó a gritar y a mover la cabeza ya que no se atrevía a soltar una mano.
Tae por fin se dio cuenta de el ruido y se acercó a la ventana. Una vez que le vio se quitó los cascos rápidamente y corrió a abrirle la ventana. Entró de un salto y sintió la ráfaga de calor de la calefacción en su sudoroso cuerpo como una oleada horrible. Se giró a Tae mientras se quitaba el abrigo y no pudo evitar sonreír ante su expresión.
—¿Jungkook...? ¿Pero tú no estabas...? Lo siento, yo, de verdad quiero ayudarte. No quise decir todo lo que dije. De verdad lo siento, no...
Se acercó a él y le agarró por los codos para acercarle lentamente. Cuando recuperó la respiración se acercó más a él y le besó delicadamente. Y esa vez no habiendo alcohol de por medio.
Cuando se separó de él la cara de Tae estaba aún más sorprendida de lo que había estado unos segundos atrás.
Respiró hondo, quedaba la última parte.
—Lo siento mucho...—susurró, pues estaban muy cerca el uno del otro.
—¿J-Jungkook? ¿P-por qué? —tartamudeó por la cercanía.
—Tenía que pedirte disculpas y no podía esperar a que volvieses. —hizo una pausa y se separó por completo. —Vas a volver destrozado...y tenía que darte fuerzas.
—Ah. —suspiró y se relamió los labios. —Y estas son las fuerzas que me das. —dijo explicándose a sí mismo la razón del beso.
Jungkook asintió y sonrió.
—Podemos ser «esa» clase de amigos. —le propuso sonriendo.
—A ver, ¿dónde está tu timidez? ¿La clase de amigos que se besan? ¿O de los que se pelean, escalan dos pisos y se besan? No me ha quedado claro nada. —dijo irónicamente, o al menos un intento ya que alguien como él jamás podría sonar ofensivo.
—Esa clase de amigos que se quieren mucho, y de vez en cuando se dan amor, pero solo eso. —le resumió Jungkook. —Ah, y mi timidez...contigo ya no tengo. Has visto tanto lo bueno como lo malo de mí, ya no tengo miedo de nada. Y me has ayudado a abrirme con los demás, a pesar de que haya sido de mala manera, pero lo has hecho. —le soltó sonriente mientras se quitaba completamente su exceso de ropa.
—Entonces, si somos esa clase de amigos, ¿puedo usarte de almohada?
—¿C-cómo?—tartamudeó porque realmente pensaba que había oído mal y estaba a punto de soltar una carcajada.
—Lo tomaré como un sí.
Lo siguiente que vio fue como Tae se tiraba con él en la cama y se tumbada cómodamente.
Se pasaron la noche contándose lo que había pasado en todo el día y Tae le pudo explicar con calma lo que ocurría con su familia y que se iría el lunes. Aprovecharon las horas para hablar y disculparse por todo lo que había ocurrido.
Incluso Jungkook le contó lo que había pasado con sus padres algo que sorprendió bastante a Taehyung.
Fue una despedida a lo grande.  

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