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Otra audición.
Bueno, aquello no podía llamarse audición si se trataba de una simple prueba para asegurarse de que lo que les habían contado no era mentira.
En aquél momento se encontraba entre los pasillos de su instituto, cansado y mirando los mensajes de su móvil. Su madre le acababa de mandar un mensaje sobre una nueva audición aquella misma tarde y la verdad es que no tenía muchas ganas de audiciones en aquellos días. Quería tener unos días de descanso, estar al cien por cien con su abuela y disfrutar quedando con sus amigos, pasándolo bien. Pero nada, no dejaba de trabajar.
Últimamente se había ganado un lugar entre los famosos del momento ya que a la mayoría de ellos les caía muy bien, y la verdad no sabía por qué, ya que simplemente era él.
Salió al patio a que le diera un poco el aire y se tomó su comida como cada día. Habían pasado unos días desde que se estaba replanteando lo que quería ser. Estaba claro que su carrera estaba dirigida a los medios audiovisuales, pero eso le abría muchas vías por las que dirigirse. Debía decidirse y luchar por aquella meta la cuál esperaba que fuese la correcta.
Una vez que tocó la sirena del final del receso se quedó un rato en el patio, solo, esperando a que todo el mundos se fuese a clase. No era por evitar a la gente que quería hablar con él, ni mucho menos, pero le encantaba escuchar a muchísima gente hablar y chillar, y de repente ponerse los cascos y que todo aquello se acallase de inmediato. Y que de aquellas pequeñas cosas saliera una armonioso melodía que lo volvía loco. Aquélla armoniosa melodía lo estaba haciendo replantearse su vida. Amaba la música, o eso quería creer, pero no sabía cantar, ni rapear, ni nada que se le pareciese. Había hablado con su padre sobre aquél tema, sobre aquellos pensamientos que le recorrían la mente cada vez que se iba a dormir y éste le había respondido que un música debía al menos tocar un instrumento. Y allí estaba, esperando el momento adecuado y la valentía suficiente para ir a la clase de música y pedirle al profesor de música que le enseñase a tocar un instrumento. Algo le echaba para atrás, algo, algo que no llegaba a saber qué era. Menuda estupidez, se rió de sí mismo. Si realmente quería llegar lejos en aquello debía empezar por algo.
Respiró hondo, ése debía ser el día.
Se levantó de donde se encontraba y se dirigió al aula de música. Sus pasos eran firmes y ruidosos. La música estaba alta y su respiración tranquila, al contrario que su corazón. ¿Le daba miedo hacer algo que amaba realmente? También se encontraba el miedo de no saber si realmente aquello era lo que amaba. Esperaba que sí.
Casi sin quererlo se pasó de largo la clase de música y casi a posta se quitó la música. Se paró en medio del pasillo. Le parecía estúpido que le diese miedo afrentar sus gustos. Era tan fácil ponerse delante de una cámara y dejarse llevar y actuar para miles y miles de personas. Pero la música, la música era algo más personal. Algo que realmente iba a salir de él. La música no trataba de fingir sentimientos o de imitar o mentir bien. La música era pura, y tal vez por eso le asustaba. No tenía que hacerse pasar por nadie, ni actuar como nadie, si no ser él mismo. Eso le creaba escalofríos. Él podía. ¡Venga!
Mientras se daba ánimos a sí mismo una dulce y delicada voz salió del aula de música. ¿Había alguien dentro? No se había fijado pero parecía que sí. Esperó y escuchó atento aquella afinada voz que practicaba en la sala. Finalmente no fueron sus ganas de aprender música lo que le hicieron entrar en aquél lugar, si no escuchar aquella voz la cuál le sonaba demasiado. Como si la hubiese escuchado antes.
Entró sin mirar atrás en la clase y descubrió a un chico más joven que él allí dentro con su profesor de música. Tenía una mirada asustada, y cuando le miró se calló de inmediato.
-Kim, ¿qué le trae por aquí? ¿No debería estar en clase? -le preguntó el profesor. Él asintió mirando al chico con una sonrisa.
-Quiero aprender a tocar el saxofón. -le dijo rápidamente, mirando al profesor. -Perdón por molestar, pero es que no he encontrado mejor momento hasta ahora, además tengo educación física. -el profesor le miró con cara de reproche. Taehyung rió ante su cara y el profesor no tardó en contagiarse y reír al igual que él.
-De acuerdo, ven esta tarde y ya te pondré un horario. -asintió ante la idea de poder aprender sin problemas. Después miró de reojo al chico que continuaba sentado en aquella silla sin decir nada y mirándolo con ojos asustados. Parecía un animal indefenso.
-¿Me puedo quedar? -preguntó mientras, sin haber recibido respuesta, se sentaba en un lugar alejado de ambos.
-Sí, claro. -respondió el profesor algo sorprendido por la actitud desenvuelta de aquél chico.
Después miró de nuevo a su alumno, el cuál seguía asustado por la presencia del nuevo integrante del aula.
Al ver que continuaba con su práctica Taehyung decidió iniciar conversación con aquél chico que le parecía tan talentoso.
-Hola, creo que no nos conocemos. Soy Taehyung, Kim Taehyung. Me puedes llamar Tae si quieres. -le dijo tranquilamente mientras acercaba su taburete con ruedas hasta donde estaban ellos dos. El profesor se encontraba detrás de un piano y el chico en frente suyo en un taburete como en el que estaba él.
Le miró largo rato y este no pronunció ninguna palabra. Parecía que le hubiese comido la lengua el gato. Suspiró.
-Y tú eres...-continuó Taehyung sin recibir respuesta alguna.
-Es Jeon Jungkook. Un estudiante de otro instituto que ha venido a practicar conmigo algunos días. Tal vez él te pueda enseñar algunas cosas. Tiene una voz muy bonita.
Taehyung sonrió ante aquella propuesta. La verdad es que tenía ganas de ser su amigo, ¿por qué no? Además ya le había reconocido, era aquél chico que estuvo en un programa de talentos hacía unos años y al cuál echaron. Estaba ahí, era alguien como él. Sonrió más abiertamente.
-Bueno, haber si se me pega algo de tu talento. -le dijo sin perder la sonrisa.
Pensó que ya iba a empezar a cantar de nuevo pero en vez de eso, cogió su mochila y salió por la puerta.
Lo único que pasó por la mente de Taehyung en aquél momento es que tenía que volverlo a escuchar cantar.

The Way We Became StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora