XXXII

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Los chicos se pusieron a trabajar de inmediato.
Primero, Namjoon le hizo algunas pruebas para comprobar si podía ser el vocalista del grupo o tendrían que buscar a otro, finalmente le aceptó. Además que dijo que tenía una voz muy dulce.
Segundo, Namjoon le dio a Hoseok unos cuantos raps que había traído para que fuese practicando en su tiempo libre.
Y tercero, se pusieron todos a practicar su baile y éste no podía ser peor. Hoseok era un profesor excelente y sus pasos eran bestiales pero sus cuerpos no se movían al mismo ritmo de la música y era frustrante. A Yoongi no le salió tan mal, pero obviamente había cosas que mejorar, y muchas. Además, Namjoon debía ponerse en contacto con ese tal Jungkook a quien le había oído cantar y le había encantado su voz. El problema era que su relación con él no era muy buena pues el chico le había echado de el aula de música sin razón alguna mientras estaba practicando. No le dieron mucha importancia al tema ya que Tae era su amigo, así que sería fácil convencerlo de ayudarles.
Siguieron practicando el baile en un vagón a parte hasta que se hizo completamente de noche. Era invierno y a las seis de la tarde ya era de noche, pero aún así Jin decidió marcharse pronto. Debía arreglar unos asuntos con su familia y si no se iba en aquéllos momentos perdería la fuerza de voluntad.
—Sigue practicando. —le informó Namjoon mientras estiraba: le había dado un tirón en el hombro.
—Sí, no te preocupes. —le dijo mientras salía del vagón.
—Cuidate, Jin. ¡Ya nos hablamos por el móvil! —él asintió algo apesadumbrado por que sabía que tardaría un tiempo en volver a verlos. —Intenta que no te maten. —le dijo Yoongi mientras se quedaba parado sin hacer nada. El asintió y le sonrió abiertamente.
Una vez que había salido del vagón escuchó una voz, algo asustado se dio la vuelta. Corriendo hacia él venía Namjoon, con su mochila a medio poner dando saltos en uno de sus brazos.
—¿Qué pasa?
—Te dije que te acompañaría a la comisaría. —le aclaró. —Y eso voy a hacer.
—Namjoon gracias de verdad, pero deberías quedarte. —le dijo algo triste. —Necesitas practicar...
—Somos un grupo. Si no practicamos todos y mejoramos todos será imposible avanzar. Y de momento pueden esperar. —Jin le miró unos segundos y continuó caminando, ahora con una sonrisa más tranquila.

Se metieron en el tren y se pusieron a hablar de cualquier cosa. Jin no se esperaba que Namjoon fuese más joven que él ya que la madurez que éste poseía le hacía parecer muchísimo más mayor. Después discutieron sobre algunos artistas, qué grupo debían tener en consideración para guiarse o qué artista y descubrió los muchos gustos en música del que sería el líder de la banda.
Una vez que llegaron al centro se dieron mucha prisa en encontrar la comisaría, ya no podían andar tranquilos después de lo sucedido aquel día, y menos entre tanta gente donde podría pasar de todo y nadie se daría cuenta.
Llegaron sin problemas y entre los dos denunciaron al acosador. Jin tuvo que dejar su móvil para que lo investigasen y pudiesen localizar los mensajes. Él respiró hondo y sonrió, ahora sería como Yoongi.
Cuando salieron a Namjoon le llamaron por teléfono. Él esperó hasta que colgó y después éste le dio una mirada preocupada.
—¿Ha pasado algo? —preguntó mientras Namjoon empezaba a caminar por la calle a toda velocidad.
—No, bueno...—parecía nervioso. —Debo ir de inmediato a la discográfica. Ya nos veremos, ¿vale?
Jin se paró de golpe en medio de la calle y asintió y después se despidió con la mano. Se quedó mirando su figura hasta que desapareció entre el gentío.
Ahora le tocaba la peor parte del asunto: su familia.
Pidió un taxi que le llevase directamente a la puerta de su casa ya que no quería estar en contacto con más extraños y tampoco quería quedarse completamente solo.
Cuando el taxi llegó a su destino, le pagó y salió tembloroso del coche. Miró su casa y jamás pensó que podría causarle tantísimo miedo.
—Vamos allá...—se animó mientras empezaba a caminar hacia la puerta.
Abrió con sus llaves y entró. Tuvo la suerte de que solo se encontraba su madre en el interior.
—Hola mamá...—la saludó nervioso.
—Hola cariño, ¿qué tal hoy? ¿Adónde has ido?
—Mamá necesito hablar contigo. —la miró fijamente. —Seriamente.
Ella dejó lo que estaba haciendo al momento y se sentó en el sofá del salón. Dio unos golpecitos en el cojín a su lado para que se sentase. Él lo hizo incómodamente. Se sentía como si esa casa no fuera su hogar, como si esa no fuera su madre.
Cogió aire y comenzó a contarle todo.
—Hace unos meses empecé a recibir mensajes extraños. Muy extraños. —su voz estaba quebrada. —Yo simplemente los ignoraba y los borraba pensando que eran tonterías o bromas. Pero no era así. El otro día un hombre se me acercó por atrás y...—su madre se tapó la boca con sus dos manos.
—No, no puede ser. Cariño tú no...—sus ojos se llenaron de lágrimas al instante y abrazó a su hijo casi por necesidad.
—No me hizo nada. Solo me agarró y me besó y...—el llanto se le escapó de la garganta
—No hace falta que digas más.
—Y hoy ha aparecido con una navaja y ha amenazado a mis amigos. —las lágrimas caían sin control de nuevo. Su cuerpo estaba empezando a notar que había estado todo el día llorando y que eso le estaba dejando débil y agotado.
—Les amenazó con que si no se alejaban de mí los mataría. Los mataría a todos. —su madre le cogió el rostro y lo puso en su regazo. Después empezó a acariciar su pelo. Era complicado relajarse cuando tu madre se encontraba en el mismo estado que tú y notabas cómo sus piernas temblaban del miedo.
—He denunciado, pero no creo que eso ayude mucho.
—Shh. —le acalló su madre. —No te preocupes cielo, todo saldrá bien, lo prometo. Hablaré con tu padre y ya veremos qué hacemos. Tal vez podríamos considerar que tuvieras un guardaespaldas, al menos por un tiempo, hasta que esté ese mal nacido entre rejas.
Jin se incorporó y se secó las lágrimas con la manga de su sudadera.
—Mamá. Solo necesito continuar con mi vida. —respiró hondo. —Sé que actuar como si nada hubiese pasado no es la mejor opción, pero si quiero que él no se entere de que lo he contado debo actuar como si nada.
Su madre asintió. Era lógico. Aquél acosador no había actuado hasta hacía unos días y solo los había amenazado cuando se había sentido celoso. Lo mejor era mantenerse un poco apartado de sus amistades hasta que le encontrasen.
Realmente esperaba que le encontrasen y le diesen su merecido. Esperaba que todo se resolviese lo antes posible.
Pero no sabía lo equivocado que estaba.

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