XXVI

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—Pensaba que sí iban a venir. —le dijo Jungkook mientras estaban en el tren llegando de nuevo al centro.
—Ya, yo también. —le respondió desilusionado. Miró de reojo a Jimin que estaba sentado algo apartado en el tren y estaba con la mirada perdida. Miró el lado positivo de la situación, así combatiría de forma agresiva y ganaría. Respiró hondo y dirigió su mirada a Jungkook de nuevo. Se tiró de las mangas de su chaqueta para tapar sus manos heladas y se mordió el labio.
—No sé qué pasa entre esos dos. —le dijo esta vez hablando más bajo. No le gustaba hablar de esa manera de sus amigos y más si se encontraban delante, pero la escena que habían creado hacía unos momentos no era de la más habitual.
—Yo tampoco. Pensaba que eran amigos. —le dijo tímidamente Jungkook sin mirarle a los ojos. Ese chico era tremendamente tímido. Le había dado hasta vergüenza entrar en el vagón de Jin y eso que no era ni su casa. Le miró unos segundos de más y después dirigió la mirada a Jimin. Se agarró a algunas barras hasta que se acercó a Jimin. No había mucha gente y Jungkook y él se habían quedado de pie mientras que Jimin había encontrado un sitio libre. Caminó sin mucho problema hasta donde se encontraba sentado de brazos cruzados. Llevaba puesto la equipación de su equipo de esgrima y se notaba lo enfadado que estaba. Jungkook le siguió y se colocó unos pasos detrás de él.
—¿Qué ocurre Jimin? —le preguntó cuidadoso. Sabía que se encontraba algo delicado y si le hacía una pregunta brusca podría empezar a gritar.
No le contestó, es más le miró unos segundos y apartó la vista devolviéndola a alguna parte del tren. —Jimin, vamos. Algo ha pasado entre Yoongi y tú.
Le miró con los ojos llenos de fuego.
—No pasó nada. Es solo que me escuchó tararear un poco su canción y se le metió en la cabeza que debía cantar para él. —le dijo bruscamente y una vez dicho eso se echó hacia atrás en su asiento y se cruzó aún más de brazos.
Tae miró a Jungkook, buscando un poco de ayuda pero este solo se encogió de hombros y miró de nuevo a Jimin.
—¿Y porqué no cantas? Si le gustó tanto es por que debes de tener una buena voz, ¿no? —le dijo suavemente intentando convencerlo.
—¡No! —hizo una pausa mirándolos fijamente. —¿¡Cuántas veces tengo que decirlo!? —les gritó haciendo que las personas del vagón los mirasen. —¡No sé cantar! ¡No he cantado en mi vida! ¡Jamás lo haré bien! —les dijo mientras sus ojos empezaban a brillar por las lágrimas que se acumulaban.
Tae respiró hondo, le agarró el hombro para que le mirase a los ojos y se agachó hasta que estuvo a su altura. Aquello era serio.
—¿Y porqué no aprendes? —le preguntó con una ligera sonrisa. Después se levantó dejando a un Jimin sorprendido e indeciso. Parecía que le había dicho algo realmente destacable. Miró a Jungkook que estaba detrás de él observando asombrado la escena. Cuando su mirada se dirigió a la de Tae le guiñó un ojo. Jungkook sin salir de su sorpresa le miró largo rato con la boca abierta.
—Bueno, cuéntame algo. —le dijo a Jungkook mientras le despeinaba. Éste le apartó la mano riendo y cogió aire mientras se agarraba a una barra cercana.
—Tú también deberías aprender. —le propuso sonriente, como si él fuese a decir que no.
—Buena idea. —le respondió a lo que Jungkook abrió los ojos de la impresión. Tae sonrió por su cara. —Pero solo si tú me enseñas. —y ahora toda expresión se borró del rostro del más pequeño de los tres.
—No te voy a enseñar a cantar.
—¡Pero si cantas muy bien! —se quejó como un niño pequeño. —No he oído a nadie en directo que cante tan bien como tú. —Jungkook miró al suelo algo avergonzado. Tae sonrió porque le parecía graciosa su vergüenza.
Llegaron al centro y sin decir nada más todos fueron empujados por el tumulto de gente hacia fuera.
Una vez que llegaron a la superficie Jimin les adelantó y empezó a caminar velozmente. Detrás le siguieron él y Jungkook, mirándole algo extrañados.
Una vez que llegaron al instituto donde se haría el torneo se despidieron de Jimin con un grito pues éste no paró de andar en ningún momento. Se encogieron de hombros y se dirigieron a las gradas. Jungkook al no conocer demasiado el lugar parecía perdido en toda su extensión. Tae le guió hasta que se sentaron en el frío banco de madera sucio del instituto y esperaron a que diese comienzo el torneo. Miraron a su alrededor y encontraron muchas personas, familiares en su mayoría y algún que otro grupo de chicas que venían con pancartas enormes, parecían ser fans de alguno.
Para matar el tiempo se pusieron a hablar de cosas sin importancia como dónde estudiaban, cuál era su deporte favorito y su comida, hablaron sobre las películas que había en el cine y las que todavía no se habían estrenado y mil cosas más. Descubrieron incluso que a los dos les gustaba jugar al Overwatch algo que alegró mucho a Jungkook.
Poco después empezó el torneo. Tae se quedó alucinado con los movimientos tan bien ejecutados y las delicadeza con la que se daban con las espadas. Algunos combates fueron más entretenidos que otros pero en definitiva el más interesante fue la gran final de Jimin. Parecía que con la ira que tenía en el cuerpo le estaba yendo bien y hasta el momento había ganado a todos sus contrincantes.
Le observaron impresionados como peleaba y lo impresionante que era.
Finalmente Jimin acabó perdiendo lo que causó que al final diese un fuerte puñetazo contra el suelo. Nadie pareció sorprenderse por esa acción de frustración y las personas empezaron a desalojar el lugar. Él y Jungkook se quedaron mirando cómo Jimin caía poco a poco. Había felicitado al ganador del torneo, pero se podía notar desde allí que estaba destrozado. Sus hombros cada vez estaban más agachados del agotamiento y su cuerpo daba a entender que no se encontraba bien. Después de dar los premios a los cuatro primeros todos se fueron a los vestuarios y para sorpresa de Tae, Jimin salió corriendo hacia el baño.
Parecía que se quisiera esconder de ellos, o quizá de sí mismo. 
—¿Ha salido corriendo...?
—Sí. —le respondió a Jungkook mientras observaba a los demás chicos saludar a sus familias mientras andaban tranquilamente hacia los baños.
—¿Su familia no ha venido a verle? —preguntó mientras miraba a las personas que estaba a su alrededor, alguien tendría que haber que estuviese observando a Jimin, alguien más a parte de ellos.
—No. —le respondió Jungkook con un tono neutral. Eso hizo que su mirada se dirigiese a él.
—Qué triste...—susurró mientras volvía a observar la cancha.
—Supongo. —dijo sin importancia mientras se apartaba y se dirigía a la salida. —Vámonos. No creo que quiera compañía ahora.
—¿Estás seguro? —le preguntó indeciso. Tal vez eso era exactamente lo que necesitaba.
—No. —le respondió rotundamente. —Pero le llevamos molestando todo el día, tal vez quiera descansar y pensar un poco a solas. —Tae recordó lo que le había dicho en el tren y asintió. Después siguió a Jungkook hasta la salida.
Cuando salieron del instituto se ofreció a acompañarle como había hecho el otro día y éste no objetó.
Por el camino continuaron su charla sobre los videojuegos y una vez que llegaron a la boca del metro, Tae suspiró.
—Tengo malos presentimientos. —le soltó mientras miraba sus zapatos. Jungkook le observó un segundo antes de responder.
—¿Por Jimin?
—Sí. Algo me dice que no está bien. —hizo una pausa. —Es muy duro consigo mismo.
—¿Cómo sabes eso?
—En el instituto había veces que le llamaban para que hiciese una representación en fin de año. Como él va a baile y se ejercita no tenía ningún problema, pero todos los años se negaba a hacerlo. Hubo un año que aceptó hacer una representación de baile. Me contaron que estuvo practicando a todas horas su actuación de Navidad, incluso hasta caer agotado. —las cejas del chico en frente suyo se elevaron. Tae asintió. —Todos teníamos grandes expectativas en el espectáculo. Pero cuando llegó el día, se cayó mientras bailaba y aunque realmente lo hizo genial algo le ocurrió. Jamás ha vuelto a bailar en Navidad después de esa caída. Por lo que me dijeron unos amigos suyos es que ya no se siente digno de hacerlo él. Que falló en su momento y que ya no puede hacerlo de nuevo. —la cara de Jungkook fue un verdadero poema al escuchar aquello.
—No sabía nada de eso.
—Pasó hace unos cuantos años y todavía hay gente que se mete con él o le dicen que es gay por bailar. Tardé en darme cuenta de quién era cusndo le conocí por que no solíamos hablarnos. Pero definitivamente es él. —respiró hondo y expulsó el aire que salió como una neblina blanca por el frío.
—Vaya...—susurró. —Sí que se mete presión a sí mismo.
—Yo no me creo del todo la historia, porque han podido cambiar muchas cosas, pero me creo el hecho de que Jimin se lo trabajase a muerte y después al fallar una vez ya no se sintiese capaz de volver a hacerlo.
Después de decir eso ambos se quedaron pensativos.
Jimin era una persona extraordinaria, y debía darse cuenta que lo era.

The Way We Became StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora