XLVIII

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¿Le iba a contar a Tae toda la verdad?
Esperaba que pudiese esconder un poco con alguna mentirijilla y así no tener que contarle exactamente todos sus problemas. Dejó de pensar en eso y se dejó llevar por el balanceo del tren. Estaba a gusto al lado de Tae, tan a gusto que a veces se olvidaba que estaba en público y que ponerse a cantar a pleno volumen no era algo que se hacía en público. En cualquier caso lo había disfrutado y mucho. Le gustaba cantar con Tae, bueno le gustaba hacer de todo mientras fuese con él y por eso precisamente no quería contarle la verdad al completo. Temía que por alguna razón le llamase cobarde o débil o incluso inútil por no poder defenderse de aquel hombre o por no poder decir nada a su madre. La verdad es que tenía realmente miedo de que Tae decidiese marcharse y no volver jamás. Esperaba que no lo hiciese.
Después de comentarle su incursión en la banda de los chicos se bajaron del tren y cogieron otro el cuál ya les llevaba directamente sin transbordos hasta la playa. El viaje les estaba yendo de maravilla y esperaba que todo en casa fuese bien, pues no tenía pensado contestar a las llamadas de su madre. Parecía que en el fondo sí le importaba.
El último viaje en tren se lo pasaron hablando sobre Overwatch y sus personajes. Discutieron también un poco sobre cuál de ellos era el mejor pero fue una tontería de unos minutos. Hablando y charlando al momento llegaron y ya era hora de comer. Salieron del tren felices y corrieron escaleras arriba para ver el hermoso pueblo pesquero al que habían decidido ir. En esa época del año estaba bastante triste y gris, pero era normal ya que estaban en mitades de diciembre. Avanzaron hacia el pueblo y aunque el mar estaba unos metros más alejado decidieron instalarse en el hotel y comer un poco antes de ir a verlo.
De nuevo en el hotel no les hicieron muchas preguntas, además que él conocía a la recepcionista, ya que era amiga de su madre y le explicó la situación. Ella sonriente y sabiendo que una escapaba de adolescente la tenía cualquiera no les hizo más preguntas y pagaron a medias la estancia en el hotel. Después sin más dilación les dio las llaves del cuarto y ambos se dispusieron a dejar sus cosas en él.
Cuando abrió la puerta Tae salió corriendo y tiró su mochila a un lado, después se tiró en su cama y se estiró lo máximo que podía. Jungkook hizo lo mismo sintiéndose muy a gusto por tener un colchón un poco menos duro. La anterior noche le había dejado la espalda destrozada, pero parecía que esa cama era bastante más cómoda.
—¡Tengo hambre! —dijo después de un rato.
—¡Yo también! —le respondió Tae mientras inspeccionaba el baño. Cuando salió de él parecía satisfecho con el lugar y eso le dio buenas vibraciones. Al menos no se chocaría con todas las cosas que se encontraban en el baño.
Jungkook decidió que ya que habían llegado hasta allí qué mejor que comer en un restaurante. Así que ambos se fueron a buscar uno por el pueblo. Estuvieron unas horas buscando y explorando y cuando decidieron consultarlo en el móvil descubrieron que no había ninguno. Lo único que había eran bares. Así que decidieron ir a comer allí. Eligieron un bar que tenía vistas al mar, pero al ser pleno invierno y al estar comenzando a nevar tuvieron que quedarse dentro del local. La comida, aunque no fuese nada del otro mundo, estuvo bastante agradable y les sentó a ambos muy bien. Una vez que hubieron terminado los nervios de ir a la playa estuvieron a punto de devorarles.
—Creo que deberíamos esperar a que dejara de nevar. —le dijo Tae mientras notaba cómo se levantaba emocionado de su sitio.
—Vale. —le respondió volviéndose a sentar. No quería esperar más, quería verlo ya. Necesitaba saber que ese viaje no había sido en vano.
Esperaron y hablaron de lo genial que estaba siendo todo, de lo bien que habían llegado y todo lo fantástico que les estaba yendo. Estuvieron charlando un rato más hasta que dejó de nevar.
Corrieron fuera del bar hasta la playa. Se quitaron los zapatos y los calcetines y corrieron por la fría arena. Tae le siguió por detrás mientras corría hacia el mar gris. Una vez que llegaron a la orilla dejaron que el agua tocase sus pies, que les enfriase toda la sangre. Gritaron de lo helada que estaba y Tae al no sentirse los pies comenzó a correr por la orilla como loco. Jungkook le siguió riendo.
—¡Se me han congelado los pies Kookie! —le gritó mientras corría y corría más rápido. Él reía detrás suya.
Una vez que dejaron de correr se colocaron de nuevo las zapatillas y los calcetines y se sonrieron. Se sentaron al lado de la orilla y miraron hacia el mar que cuanto más de noche se hacía más parecía crecer. Debían irse antes de que se fuese la última luz del sol.
—Venga, dime. —le dijo Tae mientras jugaba con la arena húmeda. Él tragó saliva y se puso a jugar nervioso de igual forma que Tae.
—Bueno...—empezó dudoso. Sabía que le había dicho que se lo contaría en la playa, pero estaba muy nervioso ya que por primera vez iba a contar a alguien algo como eso. —antes me gustaba la música muchísimo, pero últimamente por circunstancias me gusta menos.
—¿Y esas circunstancias son...?
—Mi profesor no me enseña bien.
—¿Cómo? ¿Tu profesor? —hizo una pausa y le miró fijamente. —Jungkook...
—¡Está bien! —se enfadó consigo mismo y tiró la tierra hacia un lado con furia. —¡Mi profesor me insulta, me pega y me desprecia! ¡Cada vez que hago algo mal me da una bofetada, me dice que soy un inútil de mierda! ¡Y hay días que me lo llego a creer! —le miró con ojos de fuego. —¡Ya está! ¿Eso era lo que querías saber? ¡Pues ya lo sabes! —le gritó mientras se levantaba furioso. —¡Ahora puedes reírte y llamarme lo que quieras, como todos los demás! —notó como las lágrimas comenzaban a caer sin control por sus mejillas. Intentó salir corriendo pero no iba a conseguir escapar de él por mucho que lo intentase.
De repente notó un agarre en su brazo y tiró para zafarse. Era más fuerte así que no le costó soltarse. Continuó andando sin parar y Tae corrió para ponerse delante de él y pararle. ¿No entendía que no quería hablar de sus problemas? ¿Que no quería que sintiese pena por él? ¿No le cabía en esa cabeza?
Le paró y esperó que le dijese lo que todo el mundo le decía: te entiendo, pero seguro que juntos podemos superarlo.
Todas las personas a las cuales les había contado su problema le habían dicho eso y después se habían intentado escapar para no tener que ayudarle. Todas las personas eran falsas, todas.
Se le quedó mirando sin decir nada y después le agarró ed la nuca y colocó su cabeza en su hombro. Ahí fue donde comenzó a llorar como un loco y dejó que todo saliese. No le había dicho nada, nunca había pensando que alguien con no decir nada fuese a ayudarle. Un simple abrazo, eso era lo que había hecho, nada más ni nada menos.
Le abrazó con cuidado y se escondió en su hombro, así estuvieron unos minutos hasta que se calmó.
No le dijo nada cuando se separaron y caminaron hacia el hotel. Jungkook fue el primero en ducharse y cuando salió vio a Tae con una botella de whisky.
—¿Qué haces con eso?
—Me lo ha dado tu amiga la recepcionista. Me ha dicho que si nos emborrachamos, aquí será mejor que fuera.
Asintió ante la sonrisa de Tae y le dio la botella mientras entraba al baño para ducharse.
Jungkook se tiró todo el rato que él estuvo en la ducha intentando abrir la botella. Finalmente lo consiguió y cogió dos vasos de cristal que había en un armario pequeño. Sirvió un poco en ambos vasos y esperó a que Tae saliese. Cuando lo hizo se lo ofreció y ambos bebieron no sin antes brindar.
Así fue toda la noche, bebieron hasta que entre los dos acabaron con media botella.
La habitación daba vueltas, Tae daba vueltas, la cama en la que estaba tumbado parecía un terremoto. Pero, justo antes de perder el conocimiento alguien le agarró la cara con ambas manos y mucha delicadeza y sin levantarle de la cama se acercó a su cara.
—Me siento mal por que Jungkookie lo haya estado pasando mal. —ese apodo, ¿quién le llamaba así? —Quiero hacer algo que le haga feliz. Que le haga sonreír. —cerró los ojos, pues para ver borroso y mal decidió no ver nada. Después sintió algo en sus labios, algo suave y delicado que sabía a whisky, al menos así creía que sabía el whisky pues él nunca había probado el alcohol, ¿verdad?. Después dejó de sentir aquel dulce roce y sonrió sin ningún motivo. Escuchó una carcajada en algún lugar de la habitación y empezó a reírse a lo loco.
—¡Jungkookie está feliz! —escuchó y de repente ya no escuchó nada más. Todo se convirtió en oscuridad.

The Way We Became StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora