LXV

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Vio como el puño de Yoongi bajaba y se elevaba y volvía a descender hacia la cara del chico de la nariz rota. Parecía que no fuese a terminar nunca y que ellos se iban a quedar allí indefinidamente. Acabaron pegándose en el suelo, pero estaba claro que por mucho que intentase defenderse el chico, Yoongi tenía ventaja y le dejó claro quién iba a ganar la guerra. No tardaron mucho en llegar corriendo los policías. Separarlos fue más difícil pero consiguieron sacar las garras de Yoongi de la cara del chico y después los hombres observaron a todos los presentes de uno en uno. Namjoon se encogió de hombros pues no sabía qué hacer o qué decir, así que miró a Yoongi en busca de ayuda. Éste estaba centrado en su presa y continuaba con su vista fija en el chaval que le miraba con los ojos medio cerrados por la hinchazón de la cara. Los agentes se lo llevaron para curarle y sacaron también a Yoongi de la habitación. Se asustó porque fuesen a dejarle a solas con esos chicos pero antes de que se fuesen todos le preguntaron si él era su amigo y él dijo que sí, así que le sacaron de la habitación detrás del loco rapero. Andó sin ser arrastrado por los hombres fornidos ya que estaban más pendientes de el chico bajito que había demostrado tener agallas para pegar a un tío el doble de grande que él. También era porque no llevaba esposas.
Los metieron en otra habitación la cuál tenía un enorme espejo en un lado y en el centro había una mesa con unas sillas. Miró de inmediato al espejo por el que probablemente le estarían observando. Avanzó hasta la mesa donde obligaron a sentarse a Yoongi y una vez que se apartaron un poco de él se sentó a su lado y le miró. Estaba con la respiración entrecortada y sus nudillos tenían sangre y se estaban empezando a poner morados. Decidió apartar la vista de lo que él creía era su amigo. Tragó saliva y miró al hombre trajeado que se había sentado en frente de ellos. No sabía si se trataba de un abogado o de un inspector pero desde luego imponía.
Esperaron unos segundos a que la mayoría de los hombres desalojasen la estancia para comenzar a hablar y una vez con solo dos policías dentro de la habitación (por si acaso) comenzó el interrogatorio.
-¿Has empezado a agredir a tu amigo sin razón? -le preguntó a Yoongi.
-No es mi amigo. -respondió secamente sentándose de forma despreocupada sobre la silla. Parecía que hubiese estado allí más veces y eso le hizo temblar.
El hombre suspiró y miró sus papeles.
-Perdóname. Me han llamado de repente y no me han informado de tu caso.
-No hay ningún caso del cuál enterarse. Son tonterías de las calles, algo que a la policía no le interesa.
-En el caso de que ocurra en la calle como bien has dicho, pero resulta que has cometido una agresión en el propio centro policial.
Yoongi cogió aire para replicar pero prefirió mantenerse callado unos segundos.
-No me arrepiento. Necesitaba dejarle claro que como vuelva a acercarse a mis amigos le partiré el cuello.
Namjoon si hubiese podido se habría dado un manotazo en la frente. Ahora sí que no saldrían de allí nunca. Respiró hondo y miró la esquina de la habitación.
-Así que todo esto se debe a que ya os habéis enfrentado antes.
-Sí, pero no creo que te interese lo más mínimo. -respondió despectivamente.
Namjoon cogió aire a pesar de que el hombre no le dirigió la mirada.
-Ya se ha encontrado con estos chicos antes porque es rapero. Es rapero callejero. -¿Qué estaba haciendo? ¿Ahora era su abogado? ¡Debía relajarse si quería salir de allí limpio! ¡Debía concentrarse, coger aire y pensar en frío! -Estos chicos le amenazaron al perder una batalla de rap, ya que querían una de las canciones de Yoongi.
-A ver si lo adivino, él no quiso dárselas.
-Claro que sí. -apostilló Yoongi incorporándose en la silla. -Las vendo, el problema es que el gilipollas no quería pagarme. Vamos, que me las quería robar.
El hombre asintió, comprendiendo.
-Por eso le amenazaron y le hicieron una enorme herida. Casi muere por ello.
-De acuerdo. -asintió el hombre. -¿Y qué pruebas tenéis?
Namjoon miró de reojo a Yoongi que continuaba tranquilamente sentado a su lado, parado, estático.
-Podrías ir a la cárcel y tú a un centro de menores. -les amenazó al momento.
-¡Somos los que han sido agredidos! -se quejó Namjoon. Tal vez si hacía un poco de teatro conseguiría salir de allí de una vez.
-¿Y cómo puedes demostrarlo? Hasta ahora las pruebas afirman que ha sido todo lo contrario.
Su cabeza se puso a pensar a toda velocidad.
-Yoongi os puede enseñar su herida y estoy seguro de que ellos todavía tienen la navaja. Deberían inspeccionarlos. -el hombre le miró unos segundos y después dirigió sus ojos a uno de los agentes que estaban custodiando la puerta, éste salió de inmediato rápidamente.
-Reza porque tengan la navaja.
Namjoon sonrió.
-De todas formas todavía tenemos que escuchar lo que tienen que decir los agresores. -suspiró el hombre entornando los ojos.
-¿Puedo decirle algo?
El hombre se encogió de hombros y asintió indiferente.
-Estamos aquí porque ellos fueron los que nos empujaron en el metro y nos tenían retenidos, si no nos cree pregunte a su compañero que presenció todo.
El hombre volvió a asentir y se levantó de la silla. Salió de la habitación sin decir nada más.
-Buen punto. -murmuró Yoongi.
Namjoon sonrió disimuladamente como si no hubiese sido nada y esperó a las nuevas noticias.
Al rato no tardaron en recibir noticias de que habían encontrado la navaja en uno de los bolsillos de los chicos, además de unas cuantas pistolas pequeñas. Iban a ir a la cárcel por posesión de armas ilegales pero para alargar su estancia en prisión Namjoon insistió en que entrasen en el expediente médico de Yoongi y buscasen su herida. El forense estudió los informes de los doctores y por si las moscas, revisó los puntos del brazo de Yoongi. Para rematar la faena le preguntaron al policía que los había traído esposados si lo que habían dicho era cierto y él no negó nada.

Unos minutos después salieron del lugar con una enorme sonrisa.
-Tío te has camelado hasta al maldito inspector. -le dijo medio riendo el chico de nudillos morados.
Se encogió de hombros.
-He llegado lejos por mi instinto.
Y esa frase pareció dejar a Yoongi en una especie de trance. Se quedó mirando a la nada y continuó andando sin mirarle. Parecía que hasta él tenía cosas que aprender.

The Way We Became StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora