LVIII

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Empezó a temblar.
¿Yoongi solía enfrentarse a esa clase de situaciones? Esperaba que sí y que de igual forma supiese resolverlos. De cualquier manera el comentario que acababa de hacer a su agresor no había sido muy agradable y se había notado en la expresión del chico que se había enfadado repentinamente.
—¿Estás de coña? —preguntó con la furia a flor de piel. Estaba hablando con sus compañeros que en total eran unos siete. Se asustó por momentos, eran demasiados y los habían apartado del gentío de la estación para poder hacerles lo que quisieran, sin que nadie se diese cuenta y sin que nadie les interrumpiera. Empezó a observar el rostro de sus agresores los cuáles, los muy estúpidos, no se habían tapado la cara. Intentó memorizar a toda velocidad sus rasgos, el color de su pelo, de sus ojos, la forma de sus narices, de sus caras. De repente cuando se quedó mirando fijamente al líder del grupo, (o al que parecía el líder) sus ojos se expandieron por la sorpresa al reconocer de quién se trataba. La noche que había conocido a Yoongi un chico había salido detrás de él, sangrando por la nariz y juraría que alguno de esos chicos detrás de él le acompañaban aquella noche. La protuberancia en la nariz del líder daba a entender que se había roto la misma hacía relativamente poco, además que esta estaba algo amoratada. El problema era que con la extraña luz del metro casi ni se apreciaba.
Sus tembleques aumentaron pues supuso que aquél chico era el autor de la gran herida que casi mató a Yoongi y de la cuál el mismo no quería ni mencionar. Había tenido suerte aquel día en el que Yoongi le había confiado que había unos matones detrás de ellos pues no le gustaba hablar de su vida y mucho menos explicarla. Namjoon aún así no paraba de temblar, la situación era crítica y se notaba en su cuerpo tensionado, jamás había vivido ni tratado con personas de ese estilo. Era cierto que él también rapeaba en la calle, pero lo hacía en lugares abiertos, a la vista de todo el mundo, y solo. Jamás se le habría ocurrido juntarse con gente de aquella calaña, pero claro, él no era Yoongi y Yoongi no era él.
—Me encantaría estar de coña, la verdad. —comenzó a hablar de nuevo el rapero. Parecía que no tenía miedo, y esperaba que fuese cierto. —Pero creo que no estáis aquí para contarnos chistes.
El líder empezó a reírse de forma sarcástica y falsa, haciendo que los demás integrantes de su panda le mirasen confundidos. Parecía que se estaban debatiendo su seguirle el rollo o continuar agarrándolos cada vez más fuerte. No se decidieron a tiempo y la carcajada cesó de inmediato.
—¿Desde cuándo tienes ese sentido del humor? —preguntó amenazante el líder avanzando hacia él.
—Vale, dejémonos de tonterías. —replicó Yoongi con el chico justo en frente de él, mirándole con el ceño fruncido y una mueca de asco. —¿Qué quieres ahora?
El chico se alejó de él y una ligera sonrisa se formó en sus labios. Miró a sus compañeros y ellos asintieron sonriendo. ¿Qué se traían entre manos?
—Parece que te estás buscando bien la vida, ¿no, Agust D? —se acercó a él y se le quedó mirando desde cerca. Namjoon tragó saliva, era mejor cerrar la boca en aquel momento y simplemente dejárselo a Yoongi. Esperaba no tener que llamar a la ambulancia como aquella noche.
—¿Qué dices tío? —preguntó Yoongi. Ahora su expresión se había tornado asustada, daba la sensación de que no tenía planeado que fuesen a por él. —Déjale, es solo un amigo de la uni.
—Ya veo...—respondió sombrío. —Un amigo de la uni que tiene ya un contrato con una discográfica. ¿Verdad Runch Randa?
Los ojos de Yoongi parecieron desorbitados por unos segundos y después volvieron a la realidad. ¿Qué estaba pasando?
—Has conseguido negocios con un chico que está en las puertas de la fama. Prácticamente tienes el trabajo hecho.
—Mira tío, si me hubieses dicho que querías ser un Idol te habría presentado a mi amigo amablemente. —hizo una pausa para mirar sus brazos retenidos en su espalda por uno de sus secuaces. —Pero esto de cogernos a la fuerza y retenernos me parece una falta de respeto. A este paso no vas a conseguir ser Idol, al menos no con la ayuda de Runch. —la tranquilidad con la que soltó esas palabras solo hizo que el chico se estresase y le encarase de nuevo. Parecía que quería desviar toda la atención de esos matones hacia él. ¿Le estaba intentado proteger?
—¡No quiero ser un Idol maldito gilipollas! —le gritó y el sonido rebotó por el pasillo vacío donde les habían empujado. —Solo quiero asegurarme de hacerte el hombre más miserable de este puto planeta
Yoongi asintió con calma. ¿Acaso no estaba nervioso, o no tenía miedo?
—Bueno, pues hasta la fecha lo has hecho muy bien. —soltó dejando al chico alucinado. Y no solo a él si no a todos los demás por igual.
—¿Eres idiota? ¡Voy a partirle la cara a tu amigo! —Yoongi volvió a asentir ante tal grito. ¿Qué estaba intentado hacer?
—Entonces no me harás miserable sino que crearás drama en las revistas. Él se beneficiará, ¿sabes? —le miró durante unos segundos. —Runch Randa, defensor del arte callejero, fue agredido por unos idiotas en el metro. ¡Exclusiva! —aquello le debió de sentar muy mal al líder pues para que se callase le empujó y le tiró al suelo. Con un ruido sordo el cuerpo delicado y esquelético de Yoongi cayó y él, nada más lejos de defenderse, se quedó sentado, mirándolos a todos de uno en uno, como evaluando la situación. Se había liberado del agarre, al menos estaba libre de hacer lo que quisiera pero, ¿qué estaba pensando hacer?
Se quedó sentado callado y esperando.
—¿Vas a dejar que pegue al idiota de tu amigo? ¿O quieres lamerle el culo un poco más para que salgáis ambos en la exclusiva?
Yoongi se encogió de hombros y no pudo evitar estremecerse. ¿Iba a dejar que le hiciesen aquello? ¿En verdad le iban a pegar, iba en serio todo eso? ¿Su vida estaba en juego?
—Espera un segundo.
Todos se quedaron estáticos, como si lo que dijese Yoongi fuese la última palabra y esperaron unos segundos. Al momento escucharon unos pasos apresurándose hasta donde ellos se encontraban. Yoongi se cruzó de piernas en el suelo y suspiró.
—Vamos a resolver nuestros problemas de una vez por todas.
Justo al decir eso dos policías se asomaron por el pasillo y al ver la situación corrieron hacia ellos a toda velocidad. No les dio tiempo a figurarse qué estaba pasando pues el policía ya los estaba esposando a todos. Ese pasillo no tenía salida, así que de poco habría servido que hubiesen intentado escapar. La cuestión es que eran siete y podrían haber abatido al hombre sin ningún problema, pero parecía que se habían quedado anonadados con lo que había dicho Yoongi y no se habían podido concentrar en el resto.
La verdad es que él también estaba asombrado con la situación.

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