XXV

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Tenía hambre.
Así que salió a comprar comida. Conocía una tienda para los camioneros que necesitaban descansar que estaba cerca de los vagones y no era muy cara así que se dirigió hacia allí.
Mientras caminaba recibió un mensaje. Ya era el segundo que recibía en esa semana.
«Me encanta la manera en la que me buscas con la mirada entre el gentío, sin saber quién soy ni dónde estoy. No te preocupes cariño. Siempre estoy detrás de ti»
Un escalofrío le recorrió toda la espalda de arriba a abajo y por instinto miró detrás de él. Era extraño que allí, en un lugar tan apartado, tuviese cobertura. No le dio importancia, de todas formas no era la primera vez que recibía un mensaje como ese. Lo borró y borró el contacto lo más rápido que pudo. También era cierto que sería mejor que la próxima vez que recibiese un mensaje que ni siquiera lo leyese, le evitaría tener esa clase de miedo.
Andó con más rapidez hasta que llegó a la tienda. Cogió algún que otro bollo industrial y bolsas de chucherías. Esperaba que ninguno tuviera preferencias, tampoco les había preguntado qué les apetecía. Se encogió de hombros y cogió lo que le vino en gana.
Cuando se acercó a la caja para pagar se colocó a la cola como todos los demás. Sin darse cuenta se entretuvo mientras con su móvil, había una cola exageradamente larga. Había ido en un mal momento al parecer.
De repente sintió una ligera respiración en su oreja. Estaba bien abrigado ya que allí hacía el doble de frío que en el centro pero aún así pudo sentir aquél aliento tan aterrador. Se giró al tembloroso para encarar a esa persona. Pensó que tal vez había sido un hombre que había suspirado demasiado fuerte, o incluso una mujer pero cuando intentó girarse le agarraron por los brazos y le mantuvieron quieto. Jin se quedó sin respiración por unos segundos y apretó las bolsas que llevaba de comida. ¿Quién era? ¿Qué estaba haciendo? ¿Porqué le estaba agarrando de aquella manera? ¿Debía pedir ayuda? Sus ojos empezaron a moverse desesperadamente y saltaban desde las manos de su acompañante a la gente que estaba en frente de él y de vuelta a las manos.
Notó como algo le rozaba la oreja derecha y pegó un ligero salto. No podía ser, él no podía ser el de los mensajes.
Simplemente no.
—¿Ves? Siempre estoy detrás de ti cariño. —le susurró y después le dio un ligero un beso en la oreja. Jin dejó de respirar cuando las manos de su acompañante intentaron colarse desde atrás por su abrigo. ¿Qué debía hacer? ¿Qué se suponía que debía hacer en esa situación?
Se movió hacia delante cuando la cola avanzó y el hombre se quedó a centímetro de tocar la piel de su espalda. Sintió el frío gélido entrar por donde él estaba a punto de tocarle y miró al frente. Debía aguantar, solo había dos personas delante de él con pocas cosas, en cuanto llegase a la caja se iría, ¿no?. ¿Y si le seguía hasta el vagón? ¿Y si descubría su escondite? ¿Y si ya lo conocía?
—No te escapes cariño. —le dijo divertido mientras se volvía a pegar a su espalda. Jin volvió a quedarse quieto como una estatua. Si no pensaba en ello estaba seguro de que se pasaría rápido, estaba seguro.
El hombre volvió a besarle la oreja y bajó ligeramente por el cuello, respirando fuertemente.
—Hueles genial...—susurró mientras sus manos estaban en sus brazos, inmovilizándolo. —Eres mi chico guapo. —tragó saliva al escuchar aquello.
Una persona. Ya casi estaba.
Avanzó y de nuevo se separó por unos segundos de su acosador. Éste al momento se volvió a pegar.
—Te he visto entrar en tu escondite con unos chicos. —le dijo jugando con su oreja. Después rió. —¿No me estarás engañando con otros? ¿Verdad? —le preguntó sarcásticamente. Después colocó una de sus manos en su cuello y lo apretó.
—¿Verdad? —Jin intentó no emitir ningún ruido pero se estaba quedando sin aire. Negó y al segundo le soltó. —Genial cariño. Nos vemos. —y le besó la mejilla. Después salió por la puerta como si nada. Empezó a respirar de nuevo una vez que le perdió de vista y pagó la comida. Preguntó donde estaba el baño y se metió en él rápidamente. Se encerró en un cubículo y se quedó pensando en lo que le acababa de ocurrir. Aquellos mensajes no habían sido bromas o estúpidos y simples mensajes, eran reales y detrás de ellos había una acosador. Cogió su móvil y se quedó mirando el contacto de su hermano largo rato. ¿Debía llamarle y contarle lo que había sucedido? Respiró hondo y apagó el móvil. Estaba seguro que aquello no se repetiría de nuevo. Había sido solo una coincidencia, estaba casi claro que ese hombre le había visto entrar en el vagón con los chicos y le había gustado. Solo eso. Probablemente solo le había gustado y se había acercado a decírselo, no tenía nada más. Aunque había dicho que le vería después. ¿Después, cuándo? ¿En la cafetería, en su casa, de nuevo en aquella tienda, en la universidad? Volvió a sentir un escalofrío y sintió como todo el calor de su cuerpo desaparecía y era reemplazado por miedo y temblores. Salió del cubículo y se mojó la cara varias veces para aclarar sus ideas. Miró la hora y se dio cuenta que ya estaba tardando demasiado así que salió del baño y de la tienda. No quiso mirar atrás y mucho menos al aparcamiento. Decidió mirar al suelo hasta que llegó al vagón. Respiró hondo antes de entrar y dibujó una sonrisa en su rostro al escuchar una canción que conocía y que realmente les estaba saliendo bien. Runch Randa era muy talentoso y Agust D era absolutamente impresionante. Estaba ansioso por ver crecer aquel grupo y verlos crecer a ellos como artistas. En serio tenía ganas de perderse en la música que creaban. Quería que acallase los mensajes raros, y el mal momento que acababa de pasar, que parase su miedo a andar por la calle, sus ganas de correr cada vez que escuchaba algo extraño. Quería que la música le envolviese y le protegiese de todo mal. 

The Way We Became StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora