LXXXIII

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—Sé que ahora mismo debes de sentirte roto pero...—no quería escuchar sus excusas, ya había tenido suficiente. ¿Tae le estaba poniendo excusas baratas para no tener que ayudarle? Además de que ahora volvía a irse de viaje, exactamente igual que había hecho por Jimin. ¿Ahora era él el causante de que se largase con el rabo entre las piernas? Sintió un nudo en su pecho, él no podía estar haciéndole eso. Pensaba que iba a permanecer a su lado, pensaba que iba a quedarse para ayudarle o al menos que iba a estar allí para darle ánimos.
Se había equivocado.
Nunca nadie solía quedarse a su lado, ¿por qué Tae iba a ser la excepción? Había pensando que tal vez confiando un poco de más en alguien las cosas iban a funcionar, iban a por fin ir bien, alguien iba a quedarse a su lado como un hermano, pero se había equivocado, se había malditamente equivocado.
Miró fijamente los ojos de Tae y frunció el ceño, él no era una buena persona, era solo un idiota popular que iba con aires de grandeza. Con esa cara bonita y los pocos programas de mierda en los que había salido.
No tenía sentido que se metiese con él, pero así aflojaba un poco el nudo de su estómago.
No solo podía decirse que se había equivocado, sino que además le había usado, como alguien que jugaba un tiempo con un juguete y cuando se cansaba simplemente se alejaba de éste y usaba otro mejor, más nuevo, menos usado. Su ira empezó a ascender, a la vez que los ojos de Tae parecían pedirle que tuviese clemencia y un poco de paciencia, pero a él ya no le quedaba de eso.
—Cállate. —le cortó repentinamente. El chico le miró dolido y no continuó. —¿Estás haciendo lo mismo que hiciste con Jimin?
—¿Q-qué? —preguntó asustado. Vio como su cuerpo temblaba ligeramente por estar en tensión. ¿Estaba nervioso, le tenía miedo? Que temblase, que le tuviese miedo, no se escaparía tan fácilmente.
—Ahora que yo tengo un problema, huyes como hiciste con Jimin. —el ceño de Tae se contrajo unos segundos.
—¿Me estás llamando cobarde? —preguntó seriamente y aún temblando. Lo que hizo que le tomase en serio fue su tono oscuro de voz pues su cuerpo daba la sensación de que todavía quería salir corriendo y no mirar atrás.
—Lo estoy afirmando. Lo eres. Y además eres un mentiroso. Dices y prometes a tus amigos, pero luego rompes todas las promesas y te vas sin más. —le espetó con el peor veneno que se había formado en su lengua.
—¡Qué dices! Si me dejases explicarte...—respondió levantándose del banco y mirándole fijamente.
—¿Qué me tienes que explicar? ¿Tienes que visitar ahora de repente a una de tus primas? ¿Una tía? ¿Un perro, a lo mejor?
Tae se le quedó mirando después de soltar todo eso y simplemente suspiró, dejó caer sus hombros y se puso ha andar en dirección hacia la cafetería. Jungkook le vio y resopló cansado caminando también hacia la cafetería.
No tardó mucho en llegar ya que Tae fue a gran velocidad delante de él, y una vez que entraron ya se encontraban todos allí. Los miraron expectantes y los dos se sentaron en lugares opuestos. Tae se sentó al lado de Jin y él al lado de Jimin.
—Hola chicos...—dijo Jimin algo confuso sobre sus caras.
—Hola...—respondieron a la vez, algo que les hizo mirarse y fruncir el ceño aún más.
—Bueno, Jungkook, —le llamó Namjoon. —¿al final sí te nos vas a unir?
—Sí. —afirmó seguro de su decisión.
—Vale, y Tae también ¿no?—volvió a preguntar mirando al chico que estaba nervioso observando sus manos.
—¿Yo? —preguntó levantando la mirada.
—¿Tae? —preguntó a su vez él.
—Sí, si tienes idea de música y quieres, claro. —les aclaró Namjoon.
El chico se encogió de hombros.
—¿Por qué no? —respondió sonriendo fingidamente. Jungkook resopló y miró hacia otro lado.
—Vale, ahora sí somos siete. —dijo felizmente Jin. 
Se quedaron hablando un poco los unos con los otros. Jimin acabó contando a sus mayores lo que habían hecho la noche anterior y Jin se escandalizó y regañó a Yoongi por ser tan mala influencia para ellos. Él rió un poco junto con Namjoon que no podía parar de carcajearse por el enfado de Jin. Ese grupo le gustaba, no estaba del todo mal, aunque no entendía por qué Hoseok estaba dormido sobre la mesa.
Pareció que no fue el único en darse cuenta.
—¿Qué le pasa a Hoseok? —preguntó Tae algo tímido. ¿Tae siendo tímido? ¿Qué le pasaba? ¿Era bipolar? Ojalá se callase de una vez, aunque él también tuviese curiosidad sobre lo que le pasaba a Hoseok.  
—Está cansado...—respondió Jimin.
—Se está echando una siesta. —corroboró Jin felizmente.
—Yo también quiero...—ahora fue Yoongi el que habló con voz seca y ronca.
—¿Dormiste mal? —le preguntó curioso. El chico le miró y pestañeó.
—Los pendientes de los huevos no me dejaron dormir...
No pudo evitar echarse a reír junto con Jimin. Era cierto que el chico debía de estar agotado por culpa de esos metales que ahora estaban en sus orejas, pero les hacía gracia su cara de mal humor. Más les valía no subestimarle pues desde luego tenía pinta de no estar de broma.
—¿Nos vamos ya chicos? —preguntó Namjoon. —Tenemos muchas cosas de las que hablar...
—¡Claro! Despierta a Hoseok y vámonos. —le respondió Jin alegremente mientras todos se levantaban excepto el chico que estaba completamente dormido.
—Eh...¿Tío? —empezó a moverlo con cuidado, agitando su hombro intentado despertarle. Parecía que nada podía sacarle de su ensueño.
—¡Déjame, déjame! —Tae se acercó riendo y se agachó en silencio hacia el chico dormido. Después empezó a hacerle cosquillas por las costillas. Y al cabo de unos segundos se despertó riéndose sin parar. Los dos chicos se saludaron y Hoseok se levantó y se encaminaron hacia el vagón todos juntos. 

The Way We Became StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora