XI

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Pues estaba en un problema y gordo.
Porque esa misma tarde no podía ir a aquella vista de la que su amigo nuevo tenía tanta ilusión. Resultaba que tenía pruebas en una escuela de teatro y no estaba nervioso, ya que había estado repasando, estudiando y practicando con su familia, pero, en fin, nunca se sabía.
No tenía el número de Hoseok así que no podía comunicarse con él de ninguna forma, además que le acababa de conocer y tampoco iba a asistir a algo así porque sí.
Su hermano le vino a recoger de nuevo y la verdad es que le hizo muchísima ilusión que su hermano le diera tantos ánimos y le diese tanta energía positiva.
Nada más llegar se deshizo de todos los pensamientos malos y entró en la escuela con el pie derecho.
Claro que decir que entró con el pie derecho fue una completa estupidez ya que nada más entrar alguien se chocó con él. Y ese alguien llevaba un vaso de zumo en la mano que convenientemente cayó encima de él.
La cara de sorpresa que puso a continuación no supo si fue por ver quién era el que le había tirado la bebida o que estuviese empapado.
—¡Lo siento! ¡Ay, lo siento mucho! No te he visto. —le dijo buscando desesperadamente papel para poder limpiar un poco lo que había armado.
—¿Taehyung? —preguntó sin creérselo todavía.
—Sí, lo siento. Es que me tienen loco entre unas cosas y otras y...—se quedó quieto. —¿Me conoces?
—Claro, veo todos tus programas. ¡Me encantas! —y una sonrisa se formó en los labios de ambos chicos.
—¡Ah! Claro. —sonrió abiertamente. —Es un placer y me alegro de que te entretenga lo que hago.
—Sí la verdad. Además venía aquí porque yo también quiero convertirme en actor. —la cara de él cambió de inmediato. Jin pensó que algo no iba bien y al momento sus dudas fueron resueltas.
—Mira, te voy a ser sincero. Esta mañana me han llamado para que haga yo de jurado. —La sonrisa de Jin se ensanchó aún más. —Y no tengo ni idea de cómo hacerlo. O sea es que no he hecho esto en mi vida. —el chico se empezó a reír cada vez más fuerte y Jin no podía dejar de mirarle. Sabía que era un persona muy carismática, pero no se esperaba que fuese tan agradable y además no se sentía superior como los demás famosillos, si no que parecía que le daba igual.
—Bueno, siempre puedes actuar como un juez. —le respondió mientras reía.
—Claro, pero ¿cómo actúa un juez? —puso cara seria y graciosa al mismo tiempo y levantó la cabeza ligeramente. Después le miró con los ojos caídos. Su actuación resultaba divertida. —Le declaro culpable por doble asesinato. —la voz que utilizó fue una grave y profesional, pronunciando demasiado las palabras y exagerándolas. La risa de Jin no tardó en escucharse en todo el edificio.
—¡Es genial! —le dijo mientras se ahogaba de la risa.
—Bueno, ya me las ingeniaré para hacerlo bien. Aunque en cierta manera me han engañado.
—¿Cómo?
—Resulta que me habían dicho que esto iba a ser una audición, pero al final a sido una selección de estudiantes. —suspiró y le sonrió con sinceridad. —Espero que pases, te deseo toda la suerte posible. —y después empezó a hacer movimientos raros con sus manos. —Te estoy mandado energía positiva. —le dijo como despedida ya que se estaba alejando poco a poco.
Una vez que ya se había ido por el pasillo Jin se miró las manos y después miró al corredor y sonrió. Era muy amigable aquel chico, a pesar de la pequeña fama que se estaba cosechando.
Respiró hondo y esperó entre gente más joven su turno para hacer la prueba.
Una vez que la hizo, algo que no tardó mucho estaba a punto de salir del edificio cuando una voz le llamó.
—¡Eh! ¡Oye! ¡Chico que no me ha dicho su nombre! —se dio la vuelta al reconocer la voz. —¿Quieres ir a tomar un café?
—Claro. Conozco una buena cafetería, podríamos ir allí. —hizo una pausa y miró de nuevo el interior del edificio. —¿Has terminado ya de ser juez?
—No, pero soy menor. No puedo trabajar más de lo acordado. Y tengo que hacer deberes, o al menos esa es la excusa que les he puesto. —Jin no pudo evitar reír de nuevo.
—Soy Seokjin. Por cierto. —Taehyung se sorprendió ante su presentación y asintió.
—Yo soy...bueno. —se cortó a sí mismo y bajó la cabeza. —Ya lo sabes. —Jin le dio un golpecito en el hombro cariñoso que le hizo recuperar la sonrisa.
—¡Ah, por cierto! Casi se me olvida. —y de repente se va corriendo quién sabe donde. Jin se queda parado en la puerta, esperando a que vuelva o a que le echen. No tarda en regresar con una camiseta en la mano.
—Si vamos a dar una vuelta deberías cambiarte. —le dijo mientras le daba la camiseta.
—¿Dónde la has encontrado? —le preguntó incrédulo. Él sonrió como respuesta y se bajó la chaqueta dejándole ver su torso descubierto. Jin asintió y se metió en el baño. Cuando salió se podía notar que aquella camiseta no era de su talla porque le quedaba demasiado ajustada, pero le dio igual, la verdad es que agradeció el gesto del muchacho.
Los dos salieron charlando hacia la cafetería donde trabajaba Jin. Se había hecho de noche ya y hacía frío como para dar un paseo, así que no se entretuvieron demasiado en el camino.
Una vez que llegaron las dueñas estaban dando los últimos retoques para cerrar, pero aún así él entró. Le encantaba aquél lugar, en serio. Y amaba su olor, su luz, las personas que siempre estaban ahí, todo.
Se sentaron y él mismo preparó dos cafés con leche y puso alguna que otra pasta sobre la mesa. Después las dueñas le dieron un beso de despedida y se fueron del local. Jin le sonrió a su acompañante que estaba más que sorprendido por lo que estaba viendo.
—¿Eres el dueño de este sitio?
—No. Para nada. —le respondió riendo. —Trabajo aquí y soy muy amigo de las dueñas. Y hoy cierro yo. —le dijo sonriendo mientras le enseñaba las llaves. Taehyung sonrió sorprendido y feliz. Parecía un niño pequeño y eso le enternecía.
Se quedaron toda la tarde hablando hasta que sin quererlo se dio cuenta que había algo en su pantalón. Mientras Tae (que era como prefería que le llamaran) se tomaba la última pasta sacó de su bolsillo el papel que se había dejado esa mañana Hoseok. Esperaba que le estuviese yendo bien en su entrevista, si es que se le podía llamar así. La atención del chico frente suyo se centró en la hoja que ahora tenía entre sus manos. Se la quitó y empezó a leerlo con una sonrisa.
—¿Lo has escrito tú? ¡Es genial! ¡Es un pedazo de rap! —le dijo muy entusiasmado.
Jin entre risas le respondió:
—La verdad es que no. Esta mañana ha venido un chico con ella y se la ha dejado.
—Y ese era el autor, ¿no?—Jin negó con la cabeza y volvió a coger la hoja. Decidió anotar el número de teléfono de Runch Randa en su móvil, por si acaso y de dispuso a responder a su nuevo amigo.
—Ese chico le había robado la letra al autor. —la expresión de Tae cambió drásticamente y miró de nuevo la hoja con más curiosidad.
—¿Y sabes quién es? A lo mejor es conocido.
—¿El verdadero autor? —Tae asintió. —No. Por lo que sé, ayer estaba en el hospital. Bueno, si...
—¡Entonces será fácil encontrarlo! —y con eso cogió la hoja y el móvil de Jin. Escribió algo en el móvil que Jin se había olvidado de apagar y a la vez bloquear y después lo dejó encima de la mesa antes de salir corriendo con la canción en una mano.
Jin miró su móvil cuando todo se quedó en silencio.
Le había anotado su número de teléfono.

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