XLIX

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«Namjoon!! Sabes donde vive Jin?»
Esperaba que él sí lo supiese porque si no estarían en un problema muy gordo. No tardó nada en contestar.
«No tengo ni idea»
«Déjame, estoy estudiando»
Y después de esos mensajes se desconectó y pareció que no iba a volver a responderle. Tenía que darse prisa ya que en nada tendría que ir a su siguiente clase que era la de baile. Tenía ganas ese día. Había practicado mucho con Hoseok y estaba ansioso de enseñarle los nuevos pasos a su profesor.
—No tiene ni idea. —le informó a Hoseok que se estaba quitando el sudor de la frente.
—Pregúntale a Taehyung.
—No creo que conteste. —le dijo con poca confianza.
—Bueno, prueba por si acaso.
Eso hizo y como supuso no le contestó.
—Nada...
—Prueba a mandarle un mensaje a Jin.
—Dijo Namjoon que había dejado su móvil en la Policía para que lo investigasen. No creo que...
—Sí, pero a lo mejor se ha comprado otro y ha puesto el mismo número.
—Sinceramente me parece algo un poco tonto. —le dijo mirándolo de reojo.
—¿Porqué?
—Si están investigando tu móvil tu no deberías cogerte otro. Le estarías dando otra forma a tu acosador de contactar contigo.
Hoseok asintió.
—Por si acaso mandalo. Si no contesta, sabes que todavía sigue en la policía.
Jimin asintió y le mandó un mensaje a Jin.
«Hoolaa Jin!! Me podrías decir dónde vives?»
Vio como se conectaba y comenzaba a escribir. ¡Genial!
«Claro!! En seguida te mando la dirección»
«Vas a pasarte ahora? Es que no estoy en casa»
«No, no. Era por saberlo, ya sabes por si algún día nos da por darte una sorpresa...»
«Ah! Vale!! Ahora mismo te lo mando»
—Jimin no sabes mentir. —le dijo Hoseok mientras miraba la conversación.
—¿Porqué dices eso?
—¡Por que es verdad! Ya le has dicho que le íbamos a hacer una sorpresa. —Jimin se dio en la cara con una mano. Era cierto, su estupidez sobrepasaba los límites establecidos. Suspiró y sonrió a Hoseok como si haciéndolo fuese a arreglarlo todo.
—Anda vete ya, que vas a llegar tarde. —le dijo mientras le empujaba hacia la salida.
—Ya vamos hablando sobre la sorpresa. ¡Y no te olvides de la tarta!
—Sí, sí. Tranquilo. ¡Nos vemos!
—¡Adiós! —y salió corriendo hacia su academia de baile. Antes de llegar a la estación que le dejaba en la puerta de ésta se cruzó por su instituto. Se sorprendió al ver tanto alboroto tan tarde y decidió entrar y echar un vistazo. Allí se encontró a unos padres muy nerviosos y dos niños pequeños que parecían ser sus hijos. Se quedó algo apartado hasta que uno de los niños le reconoció y le señaló con el dedo.
—¡Mamá, ése chico va al mismo curso que Tae Tae! —le gritó. Él intentó escabullirse, pero en cuanto los ojos de la madre dieron con él no hubo escapatoria.
—¿Es cierto? ¿Conoces a mi hijo? Se llama Kim Taehyung.
—Sí. Le conozco. ¿Qué pasa? —ya sabía lo que pasaba, por supuesto que lo sabía. Eran los padres de Tae que habían ido a pedir ayuda al instituto y ha preguntar si le habían visto últimamente. ¿Cuánto tiempo llevaban fuera? ¿Dos días?
Debía ser cuidadoso. También no debería haber entrado en el instituto y no haberse involucrado en algo que no era su problema. Era normal que uno de lo niños le reconociese por el espectáculo de Navidad de hace unos años. Ahora sí que tenía un problema pues, como Hoseok bien había dicho, no sabía mentir.
—Hace unos días desapareció y no sabemos...—la mujer empezó a sollozar del dolor. Su marido la abrazó y continuó él.
—No sabemos donde está. No sabemos si le han secuestrado, o si se ha escapado o algo peor...—la mujer comenzó a llorar con más fuerza al igual que el más pequeño de los niños. La escena delante de él le hizo sentirse mal y egoísta. Lo que habían hecho no estaba bien, pero si lo necesitaba Tae haría lo posible para que les dejasen en paz un tiempo.
—No sé nada de eso. No sabía que no había estado viniendo a clase. No vamos a la misma y tampoco hablamos mucho.
—Le estuve notando algo extraño los últimos días, pero no sé que pensar. —dijo la mujer algo más calmada pero aún con lágrimas en los ojos. Como empezase a llorar el pequeño de lo hermanos terminaría por contárselo todo. —Mi Tae no sería capaz de...—y volvió a desplomarse. Su marido parecía querer esconderla en sus brazos y mantenerla segura allí, pero ambos sabían que si faltaba uno de sus hijos sería complicado esconderse del dolor y mucho menos superarlo.
El pequeño comenzó a llorar y al igual el pequeño corazón de Jimin.
—No creo que le haya pasado nada malo. —empezó a decir. Intentaría no decir toda la verdad, pero sí les diría pistas. —Es más, si estaba estresado con el instituto a lo mejor se ha escapado unos días, para despejarse y volverá cuando se sienta bien de nuevo.
Los padres parecieron calmarse, al igual que sus hijos.
—No conozco demasiado a Tae, pero por lo que he visto por los pasillos él tiene muchos amigos. A lo mejor se ha echado novia y se ha escapado. No lo sé, pero no creo que deban pensar en lo peor, al menos no por ahora. —respiró hondo. —Tal vez deberían esperar a que pase una semana. Si para entonces no ha vuelto, creo que ya será preocupante.
—Sí. —le dijo la madre más calmada. Pensaba que ya lo había conseguido y les había convencido. —¿Y si le ha pasado algo? ¿Le han raptado? No podemos esperar más. Tenemos que informar a la Policía.
Jimin asintió y permaneció callado. Estaban asustados y daba igual lo que dijese que no les iba a hacer cambiar de opinión. Suspiró y de despidió de ellos con la mano. Después se fue hacia su clase de baile. La emoción se le había evaporado con lo que había visto. No sabía que existían familias así de unidas, que les importasen tanto sus hijos. Se quedó algo descolocado pues sus padres no moverían cielo y tierra para encontrarle, pero los de Tae eran diferentes, eran mejores.
Suspiró. Tae era afortunado y no tenía nada más que decirles. No les mentiría más y dejaría que fueran lo que eran: padres realmente buenos.

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