XLIII

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Al día siguiente decidió ir al médico a que le mirasen la herida. Estaba seguro que todavía no estaba del todo curada pero por si las moscas quería que le revisasen, no quería morir por una estúpida infección.
Se levantó y ese día tenía clases relativamente pronto, pero tenía toda la tarde libre por su descanso temporal en el trabajo. Su día pasó volando. Asistió a clases como normalmente hacía pero más descansado y después fue al médico. No tardó mucho en recibir el diagnóstico y en que le informasen de que tendría que volver en unos días para que le quitasen los puntos y ya por fin podría volver al trabajo. En cierto modo se sintió mal por tener que regresar tan pronto a su rutina diaria, pero estaba feliz al menos por su nuevo grupo con el cuál se sentía tan a gusto. Nunca se había sentido tan bien rodeado de otras personas y eso le hacía sentirse algo raro. Esperaba que los idiotas de la calle no descubriesen nada sobre ellos, no necesitaba más problemas de los que ya tenía, y tampoco quería meterlos a ellos. Respiró hondo y decidió pasarse por la cafetería de Jin. Ese lugar era agradable y aunque no estuviese el chico, un café barato no le vendría mal. Entró en la cafetería sintiéndose más hambriento a cada paso que daba. No había comido y se había zampado unos cuantos cereales con rapidez antes de salir corriendo a las clases. Desde luego podría esconderse detrás de una farola y nadie lo vería. Suspiró y se sentó lo más alejado de unas señoras que charlaban animadamente y en un volumen demasiado alto. Esperó a que lo atendieran y cuando se acercó la persona indicada no pudo evitar sonreír.
—¡Hola Agust D! —le saludó un sonriente Jin.
—Buenas. —le respondió con el tono más animado que conocía en su voz. —¿Cómo estás? —no pudo evitar preguntarle eso, en serio necesitaba saber si se encontraba mejor después de lo del otro día.
Jin suspiró y se sentó en frente de él. Su sonrisa se borró de inmediato y después le miró fijamente.
—Bueno, ahí voy. —le dijo con una sonrisa. —Mis padres me han contratado un guardaespaldas personal por si acaso. —ante su expresión de extrañeza Jin señaló a un hombre corpulento que estaba en el mostrador algo apartado y miraba a todas las personas que entraban y salían del local. Realmente daba miedo. Yoongi no tardó en apartar su mirada de aquel hombre.
—Es...en fin, da miedo. —opinó no muy convencido.
—No te creas. Es un amor de hombre. Le encanta cocinar y ya me quiere enseñar algunas de sus recetas estrellas. —le dijo sonriendo como siempre. Jin podía sacar lo mejor de las personas sin ni siquiera intentarlo.
—Ya veo...—le respondió algo nervioso. No sabía muy bien como llevar una conversación con una persona tan...positiva. Le hacía sentirse fuera de lugar.
—También tengo terapia algunos días con un psicólogo, él también es muy agradable. —le informó con su tono animado. Después se quedó mirándole un momento y se le fue la sonrisa y la positividad. Parecía como si allá por donde pasase la positividad desapareciera, incluso de la persona más animada y feliz del mundo.
—¿Cómo estás tú, Yoongi? —le preguntó mucho más serio.
Se sorprendió por el cambio drástico que había dado la conversación. No le gustaba hablar mucho de él, y tampoco solía hacerlo pues a la gente que él conocía lo único que les importaba eran ellos mismos y sus intereses. Se sintió perdido y Jin lo notó.
—No pasa nada. No tienes porqué contármelo.
—No, sí. Yo estoy bien, de verdad. No es la primera vez que me he encontrado con un acosador.
—¿En serio? —le preguntó asombrado Jin.
—Sí, bueno. Formé grupo una vez con uno. No salió muy bien, como la mayoría de ellos, pero el chaval era majo.
—Ya, éste no es tan majo, me temo. —murmuró apesadumbrado.
—No tardarán en dar con él.
—Sí, la verdad es que ya han cogido a unos cuantos sospechosos, y me han llamado para que identifique al verdadero acosador. Pero no sé si debo ir.
—¿Porqué?
—No sé si seré capaz de decir quién es.
—Entonces te puedo acompañar. Además yo hablé con él, aunque no le vimos su cara podemos identificarlo por su voz.
—No te puedo pedir eso. Suficiente con que nos salvaste la vida cuando él apareció.
—En serio, no pasa nada. Si te ha hecho sufrir es razón suficiente para ayudarte en todo lo que pueda. —los ojos de Jin brillaron ante sus palabras.
—¿Entonces me acompañarás?
—Si a ti te parece bien, sí.
El chico en frente suya sonrió ampliamente y le abrazó con fuerza aunque la mesa estuviese entre ambos. Yoongi le abrazó de vuelta algo extrañado y sin saber colocar muy bien sus brazos. Sintió cómo su herida tiraba ligeramente y decidió no prestarle demasiada atención. Cuando se separaron le cogió el pedido y cuando regresó con muchísimos bollos y su café americano se sentó a su lado y comenzó a comer.
Se quedaron hablando un rato y entonces Jin volvió a sacar el tema a flote.
—¿Y cómo están los demás? —Yoongi suspiró y bebió un poco más de su café caliente.
—Los demás están bien pero tenemos algunos problemas. Taehyung y Jungkook se han escapado.
—¿Cómo?
—Como lo oyes. Ayer le mandaron un mensaje a Jimin diciendo que se habían escapado para ir a la playa.
—Qué raro.
—Bueno, supongo que fue un impulso. Esas cosas que nos manda el corazón hacer cuando no tienen el menor sentido.
—¿Crees que estarán enamorados? —le preguntó Jin dudoso. La verdad es que ni él mismo sabía nada de ellos y mucho menos de su relación, ya que no había tratado prácticamente nada con esos chicos.
—No lo sé. No los conozco demasiado.
Jin asintió pensativo. La verdad es que tenía pinta de ser una escapada romántica. De esas que salen en las películas donde los amantes se escapan juntos porque sus familias no les dejan disfrutar su amor. Deshechó cualquier posibilidad de que se tratase de una escapada parecida, sería demasiado extraño.
—Y bueno, Namjoon nos dijo ayer que probablemente tengamos competencia.
—¿Ya? Pero si ni siquiera hemos empezado. Ni siquiera tenemos el grupo formado del todo. —se quejó mientras se metía en la boca un donut con azúcar de color rosa.
—Jimin al final ha accedido a cantar. Ayer practicamos un poco y como pensaba su voz es preciosa. —recordó el momento en el que su voz había inundado con timidez el vagón, cómo había llegado a casi todas las notas de su canción y lo bien que había sonado. Namjoon también se había quedado impresionado y le había aceptado de inmediato. Eso le había dado bastante fuerza a Jimin para practicar más y afrontar las correcciones que le hizo el rapero. Pero lo importante era que se lo había tomado bien y le gustaba que se encontrase a gusto.
—Me alegro que le convencieses al final. —hizo una pausa y apartó su mirada desanimado. —Lo que me preocupa es Jungkook y Tae. Sin el chico que canta va a ser complicado que Jimin y yo avancemos.
—No te preocupes por eso ahora. Entre los dos podréis hacer algo, y mientras, vamos a intentar resolver el problema del acosador.
—De acuerdo. Voy a llamar a mi hermano para que nos lleve a la comisaría.
Asintió convencido de que no sería muy complicado.

The Way We Became StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora