XIV

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Ese día había sido raro, muy raro.
Por la tarde, después de comer un chico se había metido con él y mágicamente otro le había defendido y casi ayudado. El pobre se había llevado un buen puñetazo en el ojo debido a su heroicidad, que finalmente no había servido para nada. Pero a pesar de todo, el chico que había salido en su defensa estaba ahora caminando a su lado. Resultaba que era una persona muy agradable y divertida. Era fácil estar con él ya que no solo le importaba su bienestar y cómo estuviese su ojo, sino que también se preocupaba por él y se emocionaba cuando le contaba las cosas que sabía hacer. La verdad es que era un gran amigo y una persona la cuál le gustaría tener cerca.
Cuando les echaron del colegio y él le dijo que se había saltado la clase de música por haberse quedado hablando con él, se ofreció en acompañarle a su clase de baile y Jimin contento no le dijo lo contrario. Le sorprendía que a pesar de haber estado toda la tarde prácticamente hablando, quisiese continuar con su charla un ratito más. Ya habían intercambiado sus números y Jimin esperaba ansioso la quedada que habían concretado en una pequeña cafetería a unas manzanas del instituto al día siguiente. Irían allí al terminar las clases, ese pequeño lapso de tiempo antes de empezar con las extraescolares.
Todo parecía ir de perlas, hasta que de repente un chico, uno más alto que él, se chocó contra el cuerpo de Tae y se quedó allí pegado, aparentemente llorando.
Le miró con duda en el rostro y cuando descubrió que Tae se encontraba con la misma expresión los dos se desconcertaron el doble. Aún así, los brazos de Tae le rodearon e intentaron reconfortar al chico que había empezado a temblar.
—Eh...¿estás bien? —le preguntó asustado Tae. El chico negó en su pecho y se intentó meter más en su pecho, pegarse más hasta desparecer del universo. Jimin le ayudó a apartarlo un poquito y lo llevaron a un lado de la calle. Le sentaron y le dieron un pañuelo para que se quitase el exceso de lágrimas.
—¿Qué ha pasado? —le preguntó Tae con más calma y los dos sentados a su alrededor.
El chico se sonó se cubrió el cuerpo con su chaqueta y se quedó estático. Parecía que no quería ni que le tocara él, como si solo pudiese acercarse Tae. —¿Le conoces? —le preguntó Jimin al ver que no respondía a sus preguntas.
—Bueno, nos conocimos ayer, pero sí. —hizo una pausa y le miró fijamente. El rostro cubierto de dolor de aquél chico compaginaba bastante bien con su ojo morado. Si sus padres le vieran en aquella situación estaba seguro que no le dejarían volver a verlos nunca, pero sabía que a sus padres no les importaba tanto.
—Oye, chico...
—¿En serio le conoces?
Tae pareció frustrarse.
—Estamos en la fase de los nombres todavía. —le respondió algo nervioso. No parecía llevar bien la situación.
El chico entre sus lágrimas se rió ligeramente. Eso hizo que instintivamente una pequeña y tímida sonrisa se instalase en el rostro inflamado de Tae. Jimin a la vez también se alegró de que fuese a por fin contarles qué le había ocurrido.
—¿En la fase? —preguntó riendo con timidez.
Tae ensanchó su sonrisa.
—Sí. Te dije mi nombre. Y me acuerdo que el profesor me dijo el tuyo, pero se me ha olvidado. Si me lo hubieses dicho tú se me habría quedado, seguro. —le dijo con totalidad seguridad. El chico se destapó la cara y le mostró una sonrisa sincera.
—Entonces, ¿cómo te llamas?—le preguntó esta vez Jimin.
—Jeon Jungkook, aunque me gusta que me llamen Jungkook.
—Vale, Jungkook. —respondió con tranquilidad. —¿Qué te ha pasado?
—Bueno, es que, tengo clases de canto. Y hoy no era mi día y simplemente tenía que desahogarme. —miró a Tae de reojo y se quedó algo confuso. A él había días que no le salían coreografías pero no por eso buscaba a un desconocido y le abrazaba como si nada y lloraba en cima de él. Realmente era extraño. Y eso le llevó a preguntarse si estaba diciendo la verdad.
—No pasa nada. Yo hay días que me siento igual. No te preocupes seguro que mañana lo harás mejor. —le dijo tranquilizando al chico y haciendo que éste sacase todo el aire que tenía en el cuerpo. Le había calmado por completo, o al menos eso era lo que creía que había hecho.
—Soy Jimin por cierto. —Jungkook sonrió y asintió.
—No sabía que cantabas.
—¿Yo? ¡Para nada! Yo solo bailo. —le dijo mientras hacía unos movimientos raros con sus pequeñas manos. —O al menos lo intento. —Tae le dio un pequeño puñetazo en el hombro amistoso.
—Seguro que lo haces genial. Algún días tendrás que enseñarnos algún paso.
Miró a Jungkook que le miraba con los ojos brillantes y asentía con entusiasmo.
—No creo. —respondió riendo e intentado cambiar de tema.
—Bueno, Jungkook, ¿te encuentras mejor? —le preguntó Tae mientras le frotaba los hombros para que entrase en calor.
—Sí. Gracias, en serio. —le dijo y se levantaron del suelo. —Siento haberos asustado así. Además que tampoco somos realmente amigos. Nos conocimos ayer.
—¡No pasa nada! ¿Mañana vienes al instituto de nuevo? Me encantaría escucharte cantar. —la cara de Jungkook se tornó oscura. Algo ocurría, Jimin lo sabía pero no quería preguntarle. Es más parecía que solo dejase que Tae le tocase y tratase con él.
—No, mañana no creo que pueda ir. Estoy muy liado. —le respondió evasivo.
—¡Vale! Pues otro día quedamos y me cantas un poco. Por favor. —le pidió.
Jungkook sonrió y negó con la cabeza. Después se alejó un poco y Tae le agarró del brazo.
—Espera, si quieres te acompaño. —se ofreció. Jimin le miró y después comprobó la hora. Llegaba tarde a su clase de baile y además estaba seguro que se había dado cuenta de la rara situación y Tae trataría de sonsacarle algo.
Suspiró y se despidió de ellos que se fueron andando el uno al lado del otro. Los miró hasta que se perdieron entre la gente. Esperaba que todo fuese bien. Después le preguntaría a Tae si había ido todo como esperaba. 
Ahora debía concentrarse en al menos tener una buena clase de baile.

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