XCVI

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Realmente decir que sus sentimientos estaban revueltos se quedaba corto.
Ya estaba de camino a el hogar de su infancia y no sabía si sentir miedo, dolor o nervios. Tal vez lo que daba vueltas en su estómago era aquello precisamente, el revoltijo de los tres sentimientos juntos en su interior.
Había madrugado mucho y se había despedido de su familia con abrazos y besos. Estaba algo triste también ya que no vería a sus hermanos por un tiempo, pero supuso que no sufriría tanto por esa parte. Sólo serían unos días.
Cogió aire y lo soltó lentamente dejando todo su cuerpo con solo nervios. Se ahora mismo se levantase del asiento del tren en el que iba, estaba seguro que su cuerpo se agitaría y se movería como una hoja seca en otoño a punto de caerse del árbol. Se hundió un poco más en el jersey de cuello alto que llevaba, intentando buscar el calor y el olor a hogar que hasta ese momento nunca le había reconfortado. Quiso suspirar de nuevo pero ya sus pulmones no querían meter demasiado aire en el cuerpo. Miró por la ventana buscando algo a lo que entretenerse mientras su mente y si estómago se peleaban por hacer el mejor batido de sentimientos de la historia.
Habría estado bien que se lo hubiese contado a los chicos, a todos ellos (a pesar de que gracias a Jimin, ya todos lo sabían), él personalmente y que hubiesen estado en aquél mismo momento hablando por videollamada, o a saber, simplemente haciendo cualquier cosa con tal de evitarle que pensase en el estado de su abuela.
Pero no había resultado así. Además que él tampoco quería molestarlos el día en el que iban a resolver de una vez por todas el problema de Jungkook. Jungkook. Ese chico era muy extraño y tímido. Aunque por fin había salido de su interior y había por fin hablado con los chicos y con sus padres para así resolver todos los problemas que le atormentan. Y bueno, luego estaba esa rara relación que tenían. Aquella noche que Jungkook se quedó a dormir le contó todo lo que no recordaba de aquella borrachera que pillaron cuando se escaparon de casa (pensándolo bien, en aquél momento Jungkook estaba en su segunda escapada prácticamente consecutiva). La verdad es que jamás se habría imaginado como el tipo de borracho cariñoso, desde luego que se esperaba cualquier otro tipo menos ese. Pero al parecer había resultado ser así con Jungkook y le había besado, aunque casi imperceptiblemente, pero lo había hecho, y Jungkook de igual forma.
Suspiró, su primer beso. Era cierto que habían aclarado que lo suyo no era más que una amistad, pero se podían saltar algunas barreras que la amistad ponía. No sabía cómo sentirse ante tal relación, pero tampoco le importaba. Tenía un amigo, bueno y genial que además le daba amor cuando lo necesitaba, ¿qué más podía pedir? Absolutamente nada.
Observó el paisaje mientras divagaba en todos los recuerdos que había vivido con los chicos, que a pesar de haber sido pocos todos eran geniales. El primero de todos era infalible, cuando le tiró su bebida a Jin por accidente, y el pobre tuvo que hacer la audición empapado. Después no podía olvidarse de aquella noche que Jungkook corrió a sus brazos asustado, y obviamente a Jimin en los brazos de la muerte. Sacudió la cabeza, no quería seguir pensando en esas cosas. De repente no pudo evitar sentirse tremendamente solo y se acurrucó en su asiento aún más.
Se colocó los cascos y se quedó profundamente dormido esperando que su pesadilla, como la de sus amigos, acabase pronto.

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