XXXIV

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—¿Y cómo lo haremos?
—Yo me puedo encargar del dinero de la comida, así que de eso no te preocupes. Y lo demás, podríamos llevarnos una mochila con los que necesitemos.
Parecía que estaba empezando a convencer a Tae de su idea. Necesitaba alejarse de su madre, de las clases, de su profesor y de todos lo que quisieran hacerle daño a él y a Tae. No dejaría que nadie volviese a hacerle llorar de esa manera. Tae era su amigo y no dejaría que nadie le hiciese daño.
Le explicó todas las cosas que tenía en su casa y lo que podría llevarse al viaje y Tae parecía estar tan perdido que llegó un momento que asentía a todo lo que decía.
—Y me voy a tirar por un puente esta tarde.
Tae asintió ante aquello.
—¡No me estás escuchando!
—Lo siento. Es que dejarlo todo...—suspiró. —Sé que son unos días, pero, ¿en serio?
—Sí. Ya verás como cuando nos vayamos cambiarás de parecer. —le sonrió abiertamente. Tenía muchas ganas de pasar tiempo con él y reírse y jugar y hacer de todo menos sufrir y llorar.
—Sabes convencer Kookie. —le dijo con una pequeña sonrisa. Era normal que en aquél momento se encontrase un poco inestable con sus sentimientos y no supiese exactamente lo que quería pero estaba seguro que ese viaje le vendría bien.
—¿Y adónde iríamos?—preguntó todavía indeciso
—¿A la playa?
—Nunca he estado allí...—le susurró pensativo.
—Ya está. Vayamos a la playa, o donde quieras.
—La playa está bien, creo. —respiró hondo.
Aplaudió y se levantó de un salto. Dejó dinero de sobra para pagar las dos bebidas y tiró de la manga de la chaqueta de Tae hasta la salida.
Se quejó todo el camino hasta fuera.
—¿Qué haces? ¿Adónde vamos?
—¡Vamos a dar un vuelta y a preparar las cosas! ¿Y si nos vamos mañana?
—¡¿Mañana?! ¡Estás loco! —le dijo algo más animado.
—¡Ves! Ya estás algo más alegre.
Notó una ligera sonrisa en los labios de Tae y le colocó un brazo sobre los hombros.
—¿Porqué no nos vamos a ver una peli? Después podemos preparar las cosas para mañana. ¿Qué te parece?
—Vale. Pero invito yo. —le declaró Tae con una sonrisa más abierta.
—Como quieras.
Caminaron hacia el cine charlando sobre la película que iban a ver.
Cuando llegaron compraron comida y bebidas. Compraron las entradas y mientras estaban esperando fuera de la sala a que salieran las personas que estaban en la anterior sesión, vio como Tae saludaba a alguien. Alguien que se acercaba a ellos. Le dio toda la comida y salió corriendo hacia esa persona. Él se quedó estático en el sitio, paralizado por los impulsos de aquél chico. Entonces vio que la persona que se acercaba a ellos era Jimin. También vio el enorme abrazo que Tae le dio y como Jimin casi se quedaba sin aire por el enorme apretón de Tae.
—¿Qué hacéis aquí chicos? —preguntó una vez que Jungkook estaba a su lado.
—No sabíamos que hacer así que hemos venido a la sesión de por la mañana. ¿Y tú? —le dijo animadamente Tae.
—Mi familia se enteró de lo de ayer y han decidido pasar más tiempo conmigo. —señaló a una pareja que se encontraba un poco apartada de ellos y que los miraban inquisitivamente. Intentó ver a Jimin por encima de las palomitas para sonreírle. Le alegraba que se encontrase bien.
—¿Cómo estás? —le preguntó intentando mirarle pero sin éxito. Después escuchó un pequeña y tímida risa de Tae mientras empezaba a quitarle la comida de la cara.
—Mejor. Supongo que Tae te habrá informado de todo...—Jimin dirigió una mirada a el mencionado y él la esquivó mirando su comida. —Mis padres me llevarán a un psicológico los sábados. Dicen que me ayudará.
Tae y él asintieron a la vez.
—¡Ah! Y he decidido que sí voy a cantar para Yoongi. Si le gusta mi voz, aunque lo haga mal a él le sonará bien. —Tae no pudo evitar dejar escapar una enorme sonrisa y una carcajada de felicidad.
—¡Genial! ¡Me alegro que hayas entrado en razón! —le dijo emocionado y apretando sus chuches.
—Vas a romper la caja de las palomitas. —le avisó antes de que se llanase de sal y palomitas. Tae asintió y se tranquilizó. 
—Bueno chicos, nos vemos luego. —les dijo mientras se dirigía a la puerta de su sala donde estaban esperando sus padres.
Ellos hicieron lo mismo y se dirigieron hacia su sala que ya estaba abierta. Se sentaron y colocaron sus cosas para poder estar cómodos.
—¿Has visto como no deberíamos irnos?
—Jimin está mejor. Pero tú no. —le soltó e hizo que la expresión de Tae se oscureciera. ¿Pensaba que esas ojeras no se verían? ¿Que no se notaría lo trastornado que estaba? ¿Lo asustado? ¿Acaso pensaba que no se daría cuenta del tembleque de sus manos?
Se quedaron callados toda la película y casi no se miraron.
Cuando salieron parecía que Tae se hubiese quedado en el cine y todavía no hubiese salido.
—¿Tae? ¿Sigues aquí?
—Eso creo. Es que hay ratos que me pongo a pensar y...
Suspiró exageradamente para que él lo notase.
—Lo sé. Vale, tienes razón, vamos a preparar el viaje para mañana. 
Abrió los ojos de la felicidad que tuvo de repente. Le abrazó con efusividad y salió corriendo. Tae le siguió y corrieron por las calles del centro.
¿Acaso importaba si hubiese o no una razón para correr? ¿Había acaso lógica en este mundo?

The Way We Became StarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora