XXXIII

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«Tenemos que hablar Kookie. Tenemos que hablar a solas»
Le mandó un mensaje mientras desayunaba. Tenía que verse con él, debía contarle lo que había sucedido con Jimin. Su madre ese día le notó algo perdido, pensativo y poco alegre así que le preguntó:
—¿Pasa algo Tae?
—No. —le respondió mientras se metía una enorme galleta en la boca. —Hoy probablemente quede de nuevo.
—Vale. Pero vuelve antes, tienes que prepararte para el instituto.
—Vale. —accedió mirando todos los mensajes que le habían mandado sus amigos. —¿Papá estará de vuelta esta tarde?
Su padre se había marchado unos días a casa de su abuela. Él quería haberle acompañado pero como tenía clases se lo habían negado rotundamente.
—No lo sé. Ayer hablé con él y la abuela está mejor pero no sé si vendrá hoy o el martes. —asintió y continuó comiendo. Su padre era absolutamente genial, se había pedido días libres (algo que jamás hacía) porque su abuela se había constipado. Su padre sí que era un hombre hecho y derecho.
Terminó de desayunar y se fue a preparar. Eligió su mejor ropa como todas las mañanas y se lavó los dientes, se peinó y salió disparado por la puerta. Quería hablar con ese chico de dientes grandes sobre lo que había ocurrido, porque para ser sincero, tenía miedo, mucho miedo. Pero era normal en cierto modo. Se había encontrado la noche anterior a uno de sus nuevos amigos tirado en el suelo de las duchas, rodeado de sangre y al borde de la muerte. Había tenido pesadillas sobre el mismo tema toda la noche y no había dormido a penas. Por eso necesitaba desahogarse con alguien y sabía que el único con el que podría hacerlo sería con ese chico.
Cogió el tren y cuando llegó a la cafetería donde trabajaba Jin se quedó esperando. No tardó en ver a Jungkook llegar a toda velocidad corriendo.
Ambos se saludaron y entraron en la cafetería. Pidieron un café y fue entonces cuando la situación se puso tensa.
—¿Qué pasó ayer Tae? —tragó saliva fuertemente. Después levantó la mirada y se encontró con los ojos preocupados de Jungkook.
—Jimin se cortó.
—¿Qué?
—Se rajó las venas. —murmuró lo suficientemente alto como para que el chico en frente suyo se echase hacia atrás en su silla y se quedase estático.
—¿Lo dices en serio?
—Sí. —asintió mientras bebía su café y lo removía muy perdido recordando la escena que presenció. —Me lo encontré en las duchas, casi desangrado. Te juro que me dio un ataque al verlo así, me empezaron a temblar las manos y tardé unos segundos en hacer algo. N-no podía...
Jungkook le agarró las manos que habían empezado a temblar descontroladamente.
—Él está ya bien, le acompañé a casa y creo que más o menos lo animé un poco, pero es que...
Sintió como las manos de Jungkook apretaban ligeramente las suyas. Apartó una de ellas para taparse la cara por la que estaban empezando a caer lágrimas sin control.
—N-no era la primera vez que lo hacía Jungkook. E-él...
Rompió en llanto, ahí delante de todos los curiosos de una cafetería. Se tapó la cara con las manos, intentado que eso arreglase un poco la situación pero solo lo empeoraba. En su mente solo se reproducían las imágenes de Jimin, tumbado en el suelo, empapado en sangre y agua. Su espalda se curvó intentado parecer que estaba normal. Se quiso quitar las lágrimas que tenía, pero salían más y más.
De repente sintió como alguien le agarrada de la nuca y le dirigía a su hombro. Abrió los ojos por la sorpresa y se topó con el hombro de Jungkook, que se había movido para estar a su lado y que ahora estaba intentado reconfortarle. Respiró hondo y se separó de él cuando se sintió un poco mejor. Jungkook se le quedó mirando fijamente unos segundos intentado averiguar si estaba bien. Él asintió y el chico se separó de él.
—Estoy bien. O eso creo. —le dijo intentando que no se preocupase más. Jungkook asintió y en aquél momento llegaron sus cafés. Ambos tomaron un enorme sorbo y Tae suspiró pesadamente, sintiendo como su cuerpo agradecía el calor del café.
—¿Crees que lo volverá a hacer? —preguntó Jungkook mirando su café concentrado.
—No lo sé. —cogió una cucharilla y empezó a remover su café calmadamente y despacio. —De todas formas estaré a su lado para ayudarle, haga lo que haga. —sintió la mirada de Jungkook sobre él pero decidió no devolvérsela. No quería mirarle, no quería recordarse a sí mismo que aquello no era un sueño, no quería admitir que lo que había pasado era real, tan real como la sangre de Jimin que continuaba en sus uñas.
Se tapó las manos con las mangas de su chaqueta y continuó bebiendo sin decir nada.
—Deberíamos escaparnos. —le propuso Jungkook mientras miraba por la ventana. Tenía la mirada perdida y parecía que estaba encerrado en su mente.
—¿Escaparnos? —preguntó algo sorprendido. ¿En qué estaba pensando?
—Sí. Podemos comprar un billete de tren que nos lleve lejos. —Tae asintió ante aquello. —Así no habrá problema con el tráfico y será más seguro.
—¿Adónde? ¿Porqué? Jungkook tenemos clases y creo que no es el mejor momento para dejar a Jimin...
—Necesitas olvidarte de todo. Necesitas despejarte. Y lo mejor que podemos hacer es irnos, huir de toda esta locura.
—Estaríamos escapando de Jimin, y es nuestro amigo.
—Él tiene a los otros Tae. —le explicó. —Estoy seguro que tiene más confianza con Yoongi de la que crees.
Empezó a asentir despacio. Tampoco era mala idea, pero ¿Qué pensarían sus padres? ¿Su abuela? ¿Y sus hermanos? ¿Y qué pasaba con las clases? ¿Jungkook hablaba en serio?
—Jungkook, ¿estás seguro de esto? ¿Nos iríamos así, sin avisar?
—¡Sí! Nos podríamos ir lejos. Donde nadie nos pueda encontrar. Donde podamos olvidar todos nuestros problemas, donde no vivamos en una pesadilla. —le dijo emocionado y con una enorme sonrisa adornando su rostro.
—¿Y nuestros padres?
—Volveremos. Además ya tenemos una edad para hacer lo que queramos.
Tae asintió. Respiró hondo y empezó a pensar que alejarse un poco de su vida no estaría mal. Que despejarse, como bien había dicho el chico que estaba sentado en frente de él, no estaría tan mal.
¿Porqué no?

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