Madres Orgullosas.

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💜 Dedicado a Vanessa Rojas 💜


***

Maria adoraba pasar tiempo con el travieso y curioso Anthony Stark.

Con tres años de edad, Tony era más inteligente que muchos de seis.

Modestia a parte. Tenía los mejores genes en el mundo, era su hijo después de todo.

Aquella tarde de invierno, no perdió la oportunidad de visitar la feria local en Nueva York.


—¡Mami, mira! ¡Ese niño es hermoso, ¡¿Puedo tenerlo mami?!.


Giró al escuchar esa voz infantil.

Vio a un niño rubio más grande que el suyo, quizás entre cinco y seis años señalando al suyo emocionado.

Sintió como su hijo se abrazaba a su pierna mirándolo entre asustado y curioso.


—Oh cielo. —La rubia se agachó frente a él apenada. —No cre—


—¡Pero he sido un buen niño este año!. —Dijo con un puchero. —Sólo lo quiero a él.


—Steve..


—Pero lo quiero. —Volteó a verlo con una gran sonrisa. —Si lo tengo en mi vida, sé que estará completa.


Ambas, vieron al rubio sin poder dar crédito a tan fuerte e inocente declaración.


—No soy un objeto —Dijo el castaño. —Sólo compartiré mi vida con quién me ame de verdad.


—Entonces, me dejarás probarte que soy merecedor de tu amor? —Pidió el rubio sonriendo.


El menor ladeó su cabeza, como si le estudiase con ojo clínico.


—Puedes intentarlo.


Ambas mujeres se partieron de la risa ante la mirada de todos.

Las lágrimas cayeron de sus ojos sin poder evitarlo. Sintió como tomaban su mano con fuerza.

Aquel gesto conciliador le dio fuerzas para respirar y sonreír aún más.


—Como pasan los años, no?. —Miró como la rubia estaba igual que ella.


—Si, crecen tan rápido. —Aceptó el pañuelo de la rubia y limpió sus lágrimas.


Tal y como su Tony había dicho, el rubio lo había intentado.

Él, se lo había puesto difícil.

Pero, nada que 22 años de cartas, regalos y miles de citas no solucionara.

Aún con eso, su hijo se negaba.


Era de carácter fuerte y difícil, lo material no le impresionaba.

Pero Steve Rogers jamás desistió de su amor.

Sus detalles eran humildes y sinceros, siempre buscando su felicidad y arrancándole una sonrisa en cada oportunidad al castaño.

Ahora, ambos estaban dando su primer baile como esposos.


—¿Crees que tarden mucho en darnos nietos?.


—Por el bien de ellos Sarah —Brindó con ella. —Espero que nunca se den cuenta que los condones están pinchados.


Ambas soltaron una carcajada y se abrazaron en complicidad, viendo como sus dos hijos se besaban y reían enamorados.

Muy pronto, la dicha tocaría de nuevo las puertas de la familia Rogers—Stark.

Una y otra vez.


Y ellas como Suegras se asegurarían de que todos esos momentos fueran guardados y memorables.

Cartas al Amor Stony.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora