Despertar.

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💜 Dedicado a Caro La 💜

34/?


***

Dicen que el peor agotamiento no es el físico, si no más bien el mental.

Ese que sin importar en donde estés, jamás te abandonará.

Que por mucho que tomes medicina jamás podrás sanar.

Había olvido en qué momento se quedó dormido.

Ni siquiera recordaba en dónde estaba.

Lo primero que le hizo volver en sí fue aquella horrible y dolorosa sensación de asfixia.

Toda su vida se había ahogado en miedo, no era nuevo para él.

Pero esta vez era peor que todas las anteriores.

Tenía miedo, ya que sin importar que tanto intentase luchar por llenar sus pulmones estos se negaban a cooperar.

Cada intento era incluso más doloroso que el anterior.

No comprendía en donde estaba, las voces eran lejanas.

Confusas, y para su temor; desconocidas. 

Trató de levantarse pero sintió como lo arrastraban de nuevo.

¿Por qué dolía tanto siquiera respirar?

Cada vez que lo intentaba sentía como si sus pulmones fueran exprimidos hasta explotar.

Como sus lágrimas rodaban en su rostro, deslizándose por su rostro humedeciendo su cuello y oídos.

Intentó quitar lo que tenía en el rostro, quizás era eso lo que le evitaba respirar, pero de nuevo aquellas manos le detuvieron.

Escuchó gritos, pasos al ir y venir.

Por mas que luchaba por abrir sus ojos éstos pesaban como toneladas.

Estaba asustado de no saber que era lo que sucedía, desesperado de no poder hacer nada.

De estar solo otra vez.

Lo último que recordaba era alejarse de su familia.

Sus manos intentaban como fuese de sujetarse de algo, pero no tenía ya fuerzas.

Cada esfuerzo se robaba lo poco de oxígeno que tenía.

Quizás... Solo debía dejar de intentar, así el dolor lo dejaría en paz.


—¡Basta, suéltenme ya, Tony!


Jadeo al poder reconocer su voz, la desesperación de no poder llegar hasta el le dolía en el alma.

No supo reconocer qué fue primero, un estruendo o las voces alzándose sin control.

Quizás todo a la vez, jamás se sintió tan indefenso como en ese momento.


—Calma, estoy aquí Tiny, todo está bien. —Las lágrimas le quemaron la garganta, pero esta vez fueron de felicidad.  —Respira despacio.


 No necesitaba que se lo dijera.

Aquella calidez era inigualable.

Su cuerpo se sacudió cuando la tos le atacó de nuevo.

Lo intentaba, quería hacerlo pero no podía, aquello era tan doloroso.

Cartas al Amor Stony.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora