Cartas al Amor Stony.

Abrigo.

Dedicado a Fany Danian Loren

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—Siento no haber venido antes, todo a sido un lío desde que te fuiste. —Sonrió con tristeza. —¿Si sabes que sin ti, estoy perdido?

Delineó con cariño las letras doradas en la fría lapida.

—¿Puedes crees que no se me olvidó que era tu cumpleaños?. —Dejó el ramo de flores. —Y no, no hice trampa con Viernes.

Había pasado un año desde que su amiga se había ido.

Un mes después, Rhodey le siguió.

Esos bastardos de Hydra supieron justo en dónde golpearlo en donde más le dolía.

Esas fechas que lo marcaron de por vida.

Ahora, ambos descansaban lado a lado.

Sintió como unos brazos rodearon su espalda, apresando su cintura. Llenándolo de aquella hermosa calidez que amaba.

Suspiró.

Era justo lo que necesitaba.

—Te adelantaste. 

—¿Celoso? —Se apoyó en el cuerpo del otro. —Le contaba lo ridículamente sexy y cursi que eres.

—Y te regañó por eso.

Le estrechó entre sus brazos y besó aquella lágrima traicionera.

Con él no era necesario fingir.

Dejó que fluyeran libremente.

La extrañaba demasiado.

Pepper fue su primer amor.

Quién más le apoyó y nunca dejó que se rindiera.

Le había fallado. A ambos.

Rhodey fue y siempre sería su mejor amigo.

Su hermano de acero y alma.

Ese amargo sentimiento de culpa por no haberlos salvado aún estaba latente en él.

 Eso jamás lo olvidaría.

—No lo hiciste —Le abrazó con fuerza. Lo conocía tan bien que empezaba a asustarse.  —Ellos lo saben, te amaban Tony, jamás te culparían.

Stark le miró con culpa.

Steve sonreía. 

Aquella misma sonrisa que le trajo de vuelta aquel día.

Irónico, que el único capaz de curar los trozos de su maltrecho corazón. Fuese el más lastimado.

No fue fácil convencerlo, él no ayudó tampoco.

Pero Steve no se rindió.

Tony necesitaba un ancla para no hundirse, él fue su salvavidas.

Sus brazos, el abrigo cada noche.

Sus besos el bálsamo para su corazón.

Su voz, la medicina para espantar cada pesadilla.

Steve, con sus manos, limpió con ternura y dedicación aquel mar de tristeza desbordado en su rostro.

—¿Nos vamos?.

—¿A dónde?. —Preguntó el rubio. Tony cerró los ojos encantado con cada beso en su piel.

—A casa. —Sonrió. —¿O planeas que lo hagamos  frente a ambos para que acepte tu propuesta?.

Sintió la deliciosa risa del rubio sacudirlo.

—Ya aceptaste. —Besó con ternura su mano con la sortija. —Pronto serás el Sr. Rogers.

—Error. —Giró, ambos se fundieron en un abrazo mirándose a los ojos. —Acepté usarlo, no casarme. 

—No es problema — Le besó, ambos unieron sus frentes en un suspiro. —Te convenceré, no hay manera de que mi amor no alcance tu corazón Tony.

—Lo dije antes, cursi.

—Asi me amas. —Sonrio triunfal y Stark rió besando su boca.

Rogers cumplió su palabra.

El frío y el dolor, jamás volvió a habitar su corazón.