Cartas al Amor Stony.

Cartas.

💜 Dedicado a Susana Rodriguez 💜

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Steve Rogers era el chico más popular en la Universidad.

Era atractivo, carismático, inteligente y también un buen atleta.

Era el mejor Mariscal de fútbol americano que la Universidad habia tenido desde hace muchos años.

Tanto chicas como chicos se peleaban por su atención.

El les rechazaba, no buscaba una relación basada en falsedad ni sólo sexo.

Si tendría una pareja sería alguien que amará. No buscaba a cualquier persona.

Sino la pareja perfecta.

Alguien que le amara por igual, por ser quién era y no por su "popularidad".

Últimamente, sonríe cada que regresa de sus prácticas de fútbol.

Siempre, por la misma razón.

Desde hace meses recibe cartas de amor.

Eso no era nuevo. El recibía miles de ellas. Algunas con fotos subidas de tono, propuestas indecorosas y obscenas.

Pero éstas eran diferentes.

Les recibía a la misma hora, en su casillero y firmadas por un admirador secreto.

Al comienzo no iba a leerlas, ya tenía traumas suficientes por otras en el pasado. Pero al ver la dedicación cada día al recibir una nueva, cómo podía tirarlas?.

Al abrir la primera, quedó impactado y sin aliento.

Esa noche, leyó las 20 primeras cartas más de 100 veces cada una.

Cada palabra, le había dejado con el corazón desbocado.

Eran poemas de amor. Cada uno, sobre él.

De lo hermoso de sus ojos.

De como su sonrisa opacaba al mismo sol, incluso sobre su manía de morder su labio; y golpear el suelo con su pie izquierdo cuando estaba nervioso.

¡Ni siquiera él se había dado cuenta que lo hacía hasta que leyó eso! ¡Y en efecto, si lo hacía!.

Justo ahora, al salir de las duchas e ir por sus libros, no pudo evitar sonreír al ver una nueva.

El prefería los detalles simples y sinceros. Sus padres le criaron a la antigua.

Le había sido imposible no caer enamorado ante cada letra.

—Dejame adivinar, otra de tu chica fantasma?. —Su hermano le miró con una picara sonrisa.

Asintió mientras con cariño, delineaba con sus dedos la escritura.

—Dime que ya sabes quién es, no pienso cubrirte más con el profesor Pym. —Dijo el castaño con una mueca.

Sonrió con culpa a su hermano. Había pasado semanas en busca de su admirador pero sin ningún éxito.

Hasta ahora.

—Lo hice. —Suspiró guardando con cuidado la carta. Ya la leería con calma en su cuarto. —Y no es un ella, es un él.

Bucky le miró sorprendido y no dudó en felicitarlo ni meterse con él un rato.

Ahora más que nada, iría por su "admirador secreto".

Sin saberlo, detrás suyo cierto chico castaño les miraba a detalle.

Lástima, que éste no estuviera lo suficientemente cerca para oírles.