Cartas al Amor Stony.

Descarada Confianza.

💜 Dedicado a Caro La 💜

8/?

***

Joseph Rogers había visto tantos casos de abuso infantil que estaba harto.

Todos, imperdonables. Los realizados por sus propios parientes eran los que más aborrecía.

¿Cómo alguien podía herir así a su propia sangre y dormir sin remordimiento alguno?

Su abuelo le había criado a la vieja escuela. 

"O aprendes modales o volarán tus molares ".

Fue una dura infancia. Necesaria y estricta para su tiempo. Sabía que su viejo lo quería, en el fondo. Pero jamás siguió su ejemplo de reprender con los puños a su familia.

Supo que Tony lo pasaba difícil. Su error, fue pensar que no era tan grave.

No se negó a ayudarlo. Pero quiso que su familia entendiera todo el panorama.

Supo con la orden de Sarah que ese niño era ahora suyo. Le tomó a su cuidado. ¿Cómo no encariñarse con él? 

Jamás vio un cambio tan radical. Estaba orgulloso de su hijo, de ambos.

No había momento en el que su casa, al entrar o salir no estuviera repleto de risas. Siempre por su parte.

Era un gran chico. Un buen estudiante y un genio en la mecánica.

 Pero ahora, tenía demasiada confianza.

—Stark. —Ambos le vieron. —¿Qué haces besando a mi esposa?

—Tiene suerte detective. —Dibujó una sonrisa pícara en su boca.—Si fuera 15 años más adulto, su Señora sería mía.

—¡Mocoso!. —Se logró escapar riendo a carcajadas. 

—No sé qué le estás dando mujer. —Se cruzó de brazos molesto. —Pero ése niño está cada día más descarado. 

—¿Celoso?. —Se rió al ver su expresión. —Tony solo está jugando y lo sabes.

Lo sabía, pero amaba fingir lo contrario. Así obtenía mimos extras.

—Más le vale.—La apresó entre sus brazos. —Porque eres sólo MÍA.

—Tenemos 21 años de casados, dos maravillosos hijos y aún te atreves a celarme con ellos?. —Negó con la cabeza rodeando con sus brazos su cuello. —Sólo espero que Steve no herede eso de ti. No quiero ni pensar en todo lo que pasará su pareja.

—Le dará sazón a su relación.—Sarah rió y le besó.

Vieron por la ventana como ambos regaban el jardín. No duró. Tony mojó a Steve.

Steven tomó la manguera.

—¡Oh, Dios mío!. —Sarah se sacudió de la risa. —¡Tenemos una guerra civil en el jardin!

—Déjalos ser.—Alzó pícaro sus cejas. —Estamos sólos.

—Estoy cocinando. —Se excusó divertida.

—Pidamos una pizza. —La alzó con uno de sus brazos. —Ahora, solicito a MI señora en MI cama.

—Vendrán en cualquier momento. —Siguió avanzando.—Cariño, no.

Gruñó y abrió la ventana con su otra mano.

—¡Niños, no entren a la casa sino después de tres horas!. —Ignoró sus muecas de horror y la cerró.

—¡Joseph! —Le reclamó roja hasta las orejas.

—Ahora—Subió las escaleras sonriendo coqueto. —¿Dónde nos quedamos?

Nunca se arrepentiría de aceptar a ese travieso en su familia.