Silla.

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💜 Dedicado a Belén D Peña 💜


1/3


***


Tony Stark no veía ningún futuro en estudiar en aquella Universidad.

¿Para qué desperdiciar su tiempo si no podían enseñarle nada que ya no supiera?

Ese día, todos se alegraron de que el profesor Pym aceptara hacer grupos de dos en su examen.

Las preguntas eran tan sencillas como siempre que casi le hacen dormir, pero su atención no estaba en esa hoja. Más bien detrás suyo.

En alguien mucho más interesante.


—Si tanto te gusta ve y dile algo.


—No se de qué hablas —Se olvidó que tenía al lado a su metiche y mejor amiga. —Sólo quiero salir de aquí rápido.


—Llevas dos años mirándolo sin atreverte a confesarte, y todavía estás en negación?. —Le vio con reproche.


—No es así Nat. —Se excusó. —Solo volteo para—


—Ver al reloj. —Completó la pelirroja rodando los ojos.—Si claro, súper creíble.


—¿Por qué no estás más pendiente en el examen y menos en lo que supones que hago?


—No lo sé, quizás porque eres tan obvio que es patético, jamás pensé que serías un cobarde —La pelirroja le quitó la hoja y comenzó a escribir su nombre.


Suspiró agotado. Involuntariamente giró a verlo.

Steve Rogers, era lo único motivo que lo mantenía en ese lugar. 

Era ardiente, atractivo, y con unos ojos zafiros que le quitaban el aliento, era para su desgracia... perfectamente heterosexual.

Y esa era su perdición.


—Ten, ve a entregarlo, ya termine.


Justo cuando se levantó se percató que solo aparecía el nombre de su amiga, suspiró con molestia al notar que había un claro borrón a su lado.

La muy traviesa borró su nombre, volvió a inclinarse para sentarse y escribir el suyo. Pero al volver a sentarse, no solo sintió un brusco movimiento.

Sintió, algo que no debía.

—¡Lo— Lo siento!. —Se puso pálido al escuchar esa voz detrás suyo. — ¡¿Estás bien?!.


Asustado giró el rostro percatándose de un descubrimiento de infarto.

Si, estaba sentado en una silla, más no en la suya, estaba sentado en la de Steve... ¡Pero con él debajo!

No tuvo que preguntar que había pasado, la sonrisa orgullosa y burlona en las caras de Romanoff y el estúpido mapache le dijeron todo.


—¿Tony?. —Le llamó de nuevo nervioso el rubio.


¡Diablos! El no era un chico corto de palabras, pero perdió el aliento al darse cuenta que sus rostros estaban demasiado cerca. En especial cuando ambos se inclinaban hacia el otro.


—A ver chicos, podrían besarse ya y dejar de interrumpir mi clase?. —Alzó la voz el mayor.


Ambos sintieron su rostro enrojecer de la vergüenza al ser el blanco de todas las miradas en el salón.


¿Era el mejor o peor momento para sentir una erección en su trasero?.

Cartas al Amor Stony.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora