Cartas al Amor Stony.

Fruto de Amor.

💜 Dedicado a Nadia Alba 💜

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Dicen que la felicidad no se mide por los momentos en el presente. 

Si no como en el transcurso de los años, al recordarlos puedes revivirlos una y otra vez como si fuera la primera vez.

Stark había pasado por altos y bajos.

Pero jamás había visto con más claridad que en ese momento.

Steve era lo mejor que le había pasado en su vida.

Si pensó que era feliz cuando accedió a ser su novio, cuando le confesó que lo amaba por poco se desmaya de la felicidad.

Rogers quiso ir despacio.

 Lo comprendía, el también quería ir por lo seguro. Ya antes se había apresurado y las cosas habían terminado mal.

No quería arruinarlo. Su rubio le regañaba por siempre estarle comprando cosas. Incluso compró toda una florería y la puso a su nombre.

Si, quizás fue excesivo pero sólo un poquito. Era hora que su novio trabajase para si mismo que para otros, no?

Además, ¿Cómo no querer consentir a la persona más importante de su mundo? 

Tras el primer año de novios, decidieron mudarse juntos a una gran casa lejos de la ciudad.

Habían hecho el amor por primera vez en el suelo, rodeado de velas y  comiendo pizza ya que el camión de la mudanza se había retrasado.

Y para ambos, había sido el mejor lujo y placer del mundo.

Cuando cumplieron su segundo año. Se dijo que no esperaría más.

Con los nervios a flor de piel, durante su cumpleaños le pidió que se casará con él.

Ninguno supo quién fue el más sorprendido si él por pedirlo, o Steve por mostrarle que se le había adelantado al mostrarle el anillo en su bolsillo.

Ambos habían reído entre besos y lágrimas de felicidad.

Había tenido que soportar el riguroso examen que le hicieron los amigos de Steve para que les dieran "su bendición" de casarse con él. 

Sino fuera porque esos tontos de Bucky y Sam eran las personas más cercanas a su rubio les hubiera dado una patada en el trasero desde el mismo día.

Tuvieron una boda sencilla, humilde. 

Lejos de hipócritas sólo con sus amigos más cercanos.

Era tan feliz que los días oscuros desaparecieron de su mente y corazón.

Pero no de su realidad.

Jamás olvidaría aquella llamada del hospital que recibió en otoño mientras estaba trabajando.

El terror que sintió durante todo el camino, al saber que su esposo estaba ahí sólo.

El odiaba los hospitales. Todos le habían quitado lo que más amaba.

Y eso no había cambiado.

Al llegar, el Doctor le había comentado que se había desmayado mientras trabajaba.

Pero que quizás, aquella noticia era mejor que se la diera su novio.

Al entrar vio a su rubio terminándose de vestir.

Temió lo peor al ver las lágrimas en su rostro.

Sin importar que tanto se esforzará. Nunca podría borrar aquel temor que vio en su mirada.