¿Repetición?

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💜 Dedicado a, Dulce Bautista 💜

6/7

Stony + Omegaverse

***


—Se puede saber qué mosca le picó?. —Escuchó a lo lejos la voz de su amigo.


—No lo sé, ya perdí la cuenta desde que está así de perdido. —Natasha negó con la cabeza bastante preocupada.


En otras circunstancias, Steve les diría a sus amigos que era de mala educación hablar de alguien a sus espaldas.

En especial de él en horario laboral.

Pero realmente no tenía energías ni tiempo para regañarlos.

Sus pensamientos estaban ocupados, por primera vez; en algo más que su trabajo.

En una sola persona.

Aquel hermoso Omega que le había cautivado, o mejor dicho atrapado.

El siempre había intentado ser un Alfa sensato.

Detestaba la manera tan vil en la que otros se aprovechaban de sus instintos para justificar sus acciones.

El prefería usar su cerebro antes que dejarse llevar por su instinto.

Pero ahora, podía comprender perfectamente a lo que se referían al caer ante la tentación de un Omega.

Podría escribir toda una lista de más de veinte páginas del porqué besarse con el padre de uno de sus alumnos estaban mal.

Pero cada razón de peso para alejarse, de actuar con madurez y cordura...

Se le había escapado de su mente al igual que la arena entre sus dedos cuando los labios de ese Omega tomaron los suyos.

Había escuchado que la adicción es igual que la dulzura, una vez que la pruebas estás perdido.

Y él estuvo condenado desde el primer contacto.

Si antes había hecho un esfuerzo titánico para alejar sus manos por sólo tocar una parte de él.

Tan pronto como su boca fue asaltada, sus brazos le apresaron contra su cuerpo para romper toda absurda distancia.

Ninguno fue consciente de cuántos objetos tropezaron, cuántas paredes golpearon o de qué rompieron a su paso.

Todo lo demás dejó de importarles más que arrancar la ropa del otro.

El no era un Alfa inmaduro, había tenido varias parejas.

Pero ninguno como él.

Stark no era un Omega dócil.

Era posesivo, apasionado y certero para desaparecer lo poco de cordura que lograba reunir.

No cedía ni un centímetro, era, casi como si luchará contra otro Alfa por ver quién terminaba sometiendo al otro primero.

Su casta jamás le permitiría algo así, pero ante toda aquella gama de sensaciones desbordantes que producía en él, su curiosidad fue mayor.

Aquello, era prácticamente como si inyectara con cada roce, cada beso; cada caricia de sus manos una abrumadora y reconfortante calidez en su alma.

La cual, comenzaba a quemar todo a su paso.

Si antes pensó que la boca del menor era deliciosa y atrevida, en cuánto tomó su hombría supo que había caído en una trampa mortal.

Cartas al Amor Stony.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora