El regalo

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CAPÍTULO 84
El regalo


Estaban en la casa de Gato. Había pasado una semana desde la ceremonia de Noisy, la marca aun seguía en su piel, y el dolor también. Finalmente ese día Gato le enseñaría la marca, se sentía un poco nervioso y ansioso, ese día haría que todo el sufrimiento valiera la pena.

Noisy estaba sentado en el sofá de la sala mientras Gato se mantenía de pie explicándole de qué iba todo.

--Para ponerlo en palabras simples -habló Gato- imagina que hay un botón en tu cuerpo, bueno, en realidad hay muchos botones, pero imaginemos que solo es uno; la marca se encarga de localizar ese botón y presionarlo, lo cual activa el dolor en tu cuerpo

--Muy bien, botoncito del dolor, lo entiendo -respondió Noisy

--No es tan fácil encontrar este botón, va a tomarte tu tiempo dominar esta técnica. Las primeras veces te tomará algunos minutos encontrarlo, pero con el tiempo, podrás dar con él con tan solo tocar la piel

--¿Y cómo se supone que practique? O más bien ¿Con quién?

--Algunos zorros podrían servirte de conejillos de indias. Para empezar ellos estarán bien, pero una vez comiences a dominarla mejor, va a ser doloroso para ellos así que tendrás que salir y buscar a alguien más

--Entiendo

--Bueno -sacó su iPad de su mochila y lo colocó en la mesita- esta es la pelvis -dijo, poniendo su dedo índice sobre una imagen del esqueleto humano


**************


Koh estaba sentado en el sofá, viendo WALL-E. Mikki estaba en la cocina, preparando unas palomitas. Habían pasado algunos días desde aquel "incidente" en el sofá. Las cosas habían continuado con normalidad . Todo parecía ir bien, aunque Koh no podía evitar sentirse inquieto, pues aunque las cosas marcharan aparentemente bien, él sabía que Mikki aún no confiaba completamente en él, y no se refería únicamente a lo que había pasado hacía unos días. Había varios motivos por los cuales pensaba que su amigo, ahora novio, no confiaba del todo en él.

Primero que nada, Koh aún no tenía permitido entrar a la habitación de Mikki, y no es como si el rubio se lo hubiera prohibido, pero era algo implícito entre ellos, Koh sabía que ese era un lugar al que no podía entrar a menos de que Mikki se lo permitiera.

Mikki tampoco le permitía tocarlo de una manera sexual, lo único que tenían permitido hacer era besarse. Koh entendía que apenas habían empezado a salir y que tal vez era pronto. En una relación normal en la que la pareja apenas está conociéndose, eso tendría sentido; pero ellos llevaban mucho tiempo de conocerse y vivían juntos, y él realmente quería hacerlo con Mikki.

Le preocupaba que todo ese periodo de espera se relacionara con su infortunado primer encuentro sexual, si es que se le podía denominar de esa manera. Tal vez Mikki pensaba que si lo volvían a hacer las cosas resultarían como en esa ocasión, que Koh lo lastimaría otra vez, que sería doloroso y poco placentero. Koh quería demostrarle que él era capaz de proporcionarle placer, que no debía tener miedo.

Mikki llegó a la sala con un gran tazón lleno de palomitas. El rubio vestía un pequeño short color lila y una blusa holgada que dejaba al descubierto uno de sus hombros.

--Hazme espacio -dijo el rubio

Koh abrió sus piernas, indicándole que se sentara en medio de ellas, en realidad solo bromeaba, pero Mikki le tomó la palabra y se sentó ahí. El moreno inhaló el rico aroma que provenía del cabello de su novio, Mikki acababa de bañarse y todo su cuerpo olía bien.

Zorros [Yaoi/Gay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora