Capitulo 18: El cambio

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Sentía el frio recorrer la piel de su pierna, frunció el ceño aun con los ojos cerrados, movió la pierna, intentando sumergirla bajo las mantas, pero algo se lo impidió. Su ceño se frunció aun mas, cuando movió la pierna adelante y atrás, golpeando lo que estaba su camino.

-¿Por qué me das patadas? -la voz de Kurgan sonó tan cerca que se asustó. Abrió los ojos bruscamente e intentó levantarse, pero los brazos de él se lo impidieron. Entonces fue consciente de la situación. Estaba acostada de lado, con la espalda pegada a su pecho y acurrucada entre sus brazos. Las piernas de él estaban enredadas con la suya, mientras su otra pierna estaba extendida hacia delante, quedando fuera de la piel que les cubría. Intentó incorporarse, alejarse de él, pero sus brazos la aprisionaron de nuevo, tirando de ella contra su cuerpo.

-¿Que haces? -habló molesta, mientras intentaba escapar de nuevo.

-Estas bien aquí -Kurgan bostezó, apretándola aun mas contra él, acomodándose.

-Suéltame idiota -agarró su brazo intentando apartarlo, sin poder lograrlo.

-No. Te vas a quedar acurrucada conmigo y dormirás. -habló con los ojos cerrados, moviendo la cabeza, acercando el rostro al pelo de ella -Tengo sueño y no tengo ganas de pelear Ayleen. Duérmete.

-¿Me estás dando una orden? -entrecerró los ojos -Suéltame, o hare que me sueltes.

-Estate quieta -suspiró -No voy a soltarte.

-¿Que te apuestas? -y sonriendo con malicia, deslizó la pierna suavemente por la cama, logrando introducirla bajo las mantas, doblándola, logrando llegar al muslo de él. Y solo tuvo que colocar su pie sobre la piel de él, para que Kurgan MacCarty la soltara.

-¡Joder! ¡Que frio! -se retiró, intentando apartar la pierna del frío y cuando la vio arrastrándose por el colchón se arrastró tras ella, agarrando su cintura cuando ya se había incorporado -¡¿No puedes estarte tranquilita y dormir?!

-¡No! -y ella pataleó intentando liberarse -¡Que me sueltes! ¡¿Te has pensado que ahora puedes estar abrazándome cuando te dé la gana?!

-¡Hace unas horas no te quejabas! -Kurgan tiró de ella, arrastrándola por el viejo colchón, ignorando el crujido de la cama. -¡No lo pongas mas difícil!

-¡Anoche hacías algo más que abrazarme! -y cuando ella dijo eso, ambos se quedaron en silencio. Hasta que Kurgan sonrió y la empujó contra el colchón, colocando el peso de su cuerpo contra el de ella.

-Si ese es el problema -la miró a los ojos, divertido -Te abrazare como anoche encantado. Tal y como quieres.

-¡Yo no he dicho que quiera...! -Ayleen se sonrojo enfurecida, llevando las manos a su pecho para apartarle -¡Quítate! ¡Eres muy grande!

-¿Así que soy grande? -Kurgan amplió su sonrisa, alzando una ceja.

-¡Yo no he dicho...! ¡¡Agh!! -le golpeó el pechó -¡Quítate de encima!

-¿Estas segura de que es eso lo que quieres? -le preguntó inclinando su rostro hacia ella, susurrando en su oído, mientras las manos en su cintura se movían despacio, acariciando su piel.

-¡Si! -y ella gritó, frunciendo el ceño.

-Bien, si prefieres estar tu arriba -y el giró rápidamente, llevándola con él.

-¡¡Ahh!!-y Ayleen gritó cuando el crujido de la cama resonó en el lugar, al tiempo que esta se rompía y quedaba inclinada, solo con el cabecero en alto y la parte de los pies en el suelo -¡Mira lo que hiciste idiota! ¡Rompiste la cama!

-¡¿Yo?! -la miró sorprendido -¡Creo que tu también pusiste de tu parte cariño!

-¡No me llames cariño! -le golpeó con el dedo en el pecho.

Los Hijos de Las Highlands.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora