EPILOGO

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Los pasos resonaron por el inmenso castillo MacCarty.

La imponente silueta de Aidan MacCarty se vislumbro como una sombra en la puerta de la sala, iluminada por las velas y el crepitar del fuego en la chimenea. En un absoluto silenció lo alli presentes miraron hacia la puerta, viendo al Frió aparecer, con un pequeño bulto en sus brazos.

Observando a los dos hombres que permanecían como estatuas en el centro de la sala, Aidan caminó hacia ellos, balanceando suavemente a la criatura que cargaba, deleitándose ante el leve sonido de su respiración. Se paro ante los dos hombres más temidos de las Highlands, uno por su carácter fiero y otro por su temperamento imperturbable, pero ambos grandes guerreros y dignos Lairds.

-Megan MacCarty MacClain -Aidan hablo, inclinando el brazo para que ambos hombres pudieran ver perfectamente a su hija -Vuestra nieta.

Los ojos de Aclair MacCarty se quedaron fijos en aquella dulce niña, en su rostro redondeado, alzando después, la vista repleta de orgullo hacia su hijo. El Diablo alzó la mano, acariciando la mejilla de la pequeña, mientras sus ojos se inundaban de lagrimas. Entonces alzó la vista, con la pregunta reflejada en su rostro.

-Está bien -Aidan contesto, sin necesitar escuchar la pregunta de sus labios, al tiempo que entregaba a su hija al Invencible, que la cargó contra su pecho, sonriendo. -Esta feliz.

El Diablo asintió, respirando aliviado para después girarse hacia el otro abuelo, que sostenía a la niña.

Aidan se giró y miró a sus hermanos, Iona y Kyle, se acercó a ellos.

-Megan -Kyle habló mirando como los dos abuelos observaban embobados a la niña -La fuerte.

-El nombre adecuado -Iona asintió sonriendo levemente.

-Kurgan ya se ha marchado -No era una pregunta, sino una afirmación.

-Le dijimos que era el momento de patrullar por las tierras -Iona miró de reojo a su hermano -Y perseguir a esos mercenarios que escaparon y que ahora son ladrones.

Los tres hermanos observaron como Aclair MacCarty entregaba a la pequeña Megan al Diablo, con mucho cuidado una gran sonrisa, al tiempo que Freya entraba en la sala con una inmensa sonrisa.

-La madre pregunta por su pequeña -hablo mirando a su hijo mayor, pero acercándose a su marido, para apoyarse contra su pecho cuando el paso el brazo por sus hombros, abrazándola.

Aidan miró al Diablo y asintió, para después salir de la sala, sabiendo que el padre de su esposa le seguía, cargando a su hija. Al llegar a la habitación, se encontró con Niara sentada a los pies de la cama de su hija y sonriendo, con Deigh tumbado a sus pies. Atravesó la habitación, con la mirada fija en su esposa, con sus ojos conectados, entendiéndose, sin necesidad de palabras. Se sentó a su lado en la cama, pasando el brazo por sus hombros y besando su frente, ante lo que ella alzo el rostro y el rozo sus labios suavemente.

-¿Como estas hija? -Duncan se acercó a la cama, tendiéndole a la pequeña, sin dejar de mirar con el ceño fruncido al lobo que alzó la cabeza para mirarle fijamente.

-Muy bien papa -Kristal miró a su hija con devoción, tomándola en sus brazos y acunándola contra su pecho.

-Es preciosa -Niara miró a su esposo, se levanto de su lugar y se acercó a él. -Un nieto y cuatro nietas.

-Y puede que otro nieto en camino -Duncan abrazo a Niara sin apartar la vista de Kristal y la niña.

-Isobel dará a luz en tres días -Aidan hablo y todos le miraron -Deberíais partir pronto, para estar allí a tiempo.

-Pero tenemos que pasar por nuestras tierras -Duncan miró preocupado a Niara.-Ayleen ...

-Estoy segura de que Ayleen estará perfectamente papa -Kristal habló mirando a sus padres con una sonrisa -No es la primera vez que pasa unos días encerrada. Le vendrá bien.

-Podríais coger el barco de Logan, llegaríais mas rápido que haciendo todo el camino, mis hombres os escoltaran hasta las tierras de él -Aidan les miró fijamente.

-Está bien -Duncan asintió con el ceño fruncido y se giró hacia la puerta, para salir de la sala pensativo, mientras su mujer le seguía.

-Me siento mal por mentirles -Kristal miró a Aidan con cierta tristeza.

-No les has mentido. -el alzó la mano para acariciar la mejilla de su esposa -Ayleen estará perfectamente. Y no le van a venir mal unos días encerrada. Y tu padre estará feliz de estar con Javrik en el nacimiento de su segunda hija.

-¿Hija? -Kristal lo miró sorprendida.

-La bendición del Diablo -y él respondió, inclinándose hacia ella para besar sus labios.

Un beso interrumpido por el inició de un fuerte llanto, el llanto de su hija. El llanto de Megan MacCarty, la mujer que se convertiría en la mejor guerrera de todos los tiempos.  

Los Hijos de Las Highlands.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora