Capitulo: Su calor

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Se removió, apretándose contra el calor, sintiendo su fuerte brazo envolviendo, escondiendo la cabeza en el hueco de su cuello.

Y entonces se dio cuenta.

Brazo...cuello...

No era el lobo, no estaba acurrucada contra el lobo.

Estaba acurrucada, más bien escondida contra el cuerpo de Aidan. Totalmente pegada a su cuerpo, con la cabeza bajo su barbilla, su mejilla apretada en su pecho y el brazo de él apretándola contra su cuerpo. Abrió los ojos, despacio y a pesar de la leve oscuridad que aun les rodeaba, pudo vislumbrar la tela abierta que le cubría, pudo ver su piel, la piel de su pecho. La mano de él estaba en su cintra, muy abajo, casi sobre su trasero. Sentía sus pechos apretados contra él y entonces se dio cuenta, sus piernas estaban enredadas. Notaba el peso de las piernas de él. Estaba atrapada, atrapada en su cuerpo, en su calor. Y le gustaba.

Se sonrojo, sintió el calor invadiendo sus mejillas mientras el sonrojo cubría sus mejillas.

Sus ojos se abrieron, mordiéndose el labio al notar la mano de el moviéndose suavemente por su espalda, subiendo y bajando. Se removió, alejándose apenas un centímetro para poder alzar la vista y mirarle, entonces el inclinó su rostro, mirandola.

-Aun no ha amanecido -Aidan la miró con cierta curiosidad.

-Siempre me despierto pronto en casa, para ayudar en la cocina -ella hablo en voz baja, reprimiendo el temblor que recorrió su cuerpo, al sentir sus caricias en la espalda.

-¿Y después? -él la seguía mirando, como si fuera lo único que existiera en este mundo.

-¿Después? -se dio cuenta que quería saber más, mas de ella, de su vida -Después desayunamos juntos y voy cuidar de los jardines.

-Te gustan las flores -habló pensativo, como si estuviera recordando algo.

-Si, me gusta cuidarlas -tragó saliva -Y después de los jardines a veces voy con Marga para ayudar con curas y otras las realizo en mi aldea.

La cabeza del inmenso lobo apareció tras Aidan, mirando a Kristal, acercándose.

-¿Como se llama? -se incorporó, alargando el brazo para acariciar al animal.

-Deigh -Aidan se incorporó, apoyándose contra el árbol, sin dejar de mirar como ella acariciaba al lobo.

-Deigh -giró el rostro frunciendo el ceño -¿Hielo?

-Yo soy el Frío y él el Hielo -Aidan respondio con la mirada perdida.

Kristal iba a decir algo cuando el lobo giró el rostro alzando ligeramente su labio superior, mostrando sus colmillos, mirando hacia uno de los guerreros que dormido cambió de postura.

-Parece que no quiere que nadie se le acerque -volvió a acariciar al lobo, calmándolo.

-Tú si -y cuando él respondió, ella giró el rostro para mirarle.

Volvieron a mirarse en silencio, hasta que él desvió la vista, observando a sus hombres, los que habían estado de guardia, se acercaban a la hoguera.

-Amanecerá en breve -Aidan se levanto, tendiéndole la mano a ella. Cuando Kristal la acepto, el apretó su mano y alzó la otra, apartando un mechón de su cabello de su rostro y acariciando su piel en el proceso. Entonces el lobo alzó las orejas y gruñó y al mismo tiempo el miró hacia el bosque, como si estuviera viendo, sintiendo. Sus ojos se volvieron aun más negros, si es que podían y pasó junto a ella, caminando hacia alli, con su lobo a su lado.

Kristal se giró, observando cómo se alejaban. Su mano se alzo por si sola, hasta tocar la piel, justo ese lugar en el que los dedos de él habían dejado el rastro de su calor.

Los Hijos de Las Highlands.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora