Siguió caminando por la plaza, dejando atrás a Kendrick que estaba pagando las cuentas de víveres del castillo de los días que no habían estado. Los aldeanos la miraban con curiosidad, pero también con simpatía, saludándola y asintiendo la cabeza al cruzarse con ella.
Se acercó a los puestos, caminando ante ellos, mirando la fruta, las flores, el pan, paró, con la atención fija en un puesto, uno lleno de accesorios de mujer. Se acercó y sus dedos se deslizaron sobre las piezas expuestas ante ellas. Un peinecillo llamo su atención, lo tomó entre sus dedos, acariciando su forma, alzó el rostro para preguntar al hombre cuanto debía darle por él, pero entonces los dedos de Kendrick estaban sobre los de ella, tomándolo en su mano.
-Perfecto para ti -y alzó su mano para colocarlo en el pelo de ella, mirandola después a los ojos con una sonrisa. Entonces se giró hacia el mercader y le lanzo una bolsa con monedas -Aquí tienes, Albert.
-Gracias señor -el hombre asintió sonriendo, guardando la bolsa.
-Se nos hace tarde -y Kendrick colocó la mano en la espalda de ella, empujándola a caminar -Debemos descansar, mañana temprano partiremos hacia la Corte.
Asintiendo, Davinia caminó a su lado, con el calor de su mano en su espalda hasta que se pararon ante el carruaje. Entonces él la ayudo a subir y después se sentó a su lado, tomando las riendas de los caballos y asintiendo al hombre que había estado guardándolos.
Iniciaron el caminó, con el futuro Conde asintiendo a sus aldeanos y los niños corriendo al lado del carruaje, riendo y moviendo la mano en despedida. Davinia se inclinó sobre el carruaje moviendo la mano y mirando hacia atrás cuando salieron de la aldea por el camino hacia el castillo, dejando a los niños atrás.
Volvió a acomodarse en su lugar y miró a Kendrick.
-Te llaman señor -inconscientemente su mano subió hasta su pelo, acariciando allí donde el peinecillos sostenía algunos mechones.
-A mi padre le llaman Conde, a mi señor -sonrió pensativo -A mi hermano le llaman señorito, aunque cuando hablan de él le dicen el Salvaje.
-Miltred te llama niño -sintió la corriente de aire golpear su piel y se estremeció, cruzando sus brazos y moviendo sus manos sobre ellos dándose calor.
-¿Tienes frío? Ven -y Kendrick extendió su brazo y pasándolo por los hombros de ella, tiró de su cuerpo, pegándola a su costado y abrazándola con su calor -Miltred es nuestra nana y una gran amiga de mama. Ella la ha ayudado a criarnos, es parte de la familia.
Davinia cerró los ojos, con el rostro apoyado en el pecho de él, saboreando la oportunidad de estar tan cerca, de estar entre sus brazos. Él movió la mano sobre su brazo, acariciándolo sobre la tela del vestido, dándole calor.
Cuando el carruaje paró ante el castillo, Frederick se acercó parando a unos pasos, mirándoles con el ceño fruncido.
-Ya estamos -Kendrick apartó el brazo de ella, tomando las riendas y entregándolas al mozo de las cuadras que se acercó rápidamente y bajo del carruaje -Vamos -le tendió la mano y cuando ella la tomó, frunció el ceño -Estas helada -la guió hacia la entrada al castillo -Frederick ¿está la chimenea de la sala encendida?
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Los Hijos de Las Highlands.
RomanceSECUELA DE LA SAGA HIGHLANDS. PROXIMAMENTE Se recomienda leer antes la saga Highlands (La Guerrera, El Invencible, La esposa, El Conde, La Duquesa, El Laird y La Bruja) Este libro recoje las historias de sus hijos, de los descendientes de los clan...