Capitulo 5: Un arma

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Terminó de abrochar su bota y bajo el pie del bancó, se miró el cuerpo, su ropa, sintiéndose al fin de nuevo ella misma. Con un clima tan húmedo, había tardado mucho en secarla, incluso estando junto a la chimenea prendida.

Caminó hacia la ventana, y apoyando las manos en el alfeizar de la misma, se asomó, miró hacia abajo, sonrió. Su rostro giró, para mirar la fachada del castillo, para ver la ventana que se encontraba junto a la suya, abierta. Abierta como había estado los días anteriores.

Suspiró.

Era intrépida sí, una loca. Pero no era tan estúpida como para utilizar la misma treta que uso para escapar de su propia habitación, donde la habían encerrado sus padres. Este no era su castillo, no sabía los cambios de guardia, no conocía el terreno y tampoco sabía la frecuencia con la que los guardias paseaban bajo la ventana. Volvió a mirar hacia abajo, además era mucho más alto que el castillo MacClain.

Así que, su cabeza había maquinado su otra forma de escape, en cuanto vió la ventana junto a la suya abierta. De un impulso, se subió y despacio deslizó su pie fuera de la seguridad del poyete de la ventana, arrastrándolo despacio sobre el saliente de piedras que adornaba la fachada exterior del castillo.

Inspiró aire profundamente y su mano se desplazó por la piedra para sujetarse al saliente que había sobre su cabeza. Poco a poco el resto de su cuerpo fue saliendo al exterior, arrastrando su otro pie sobre la piedra y usando sus otra mano para asegurarse.

Le había parecido más sencillo cuando lo ideo en su mente. Las piedras se estaban clavando en sus dedos, sentía el leve dolor atravesando sus manos, pero sus dedos se sujetaban con fuerza. Contenía la respiración cada vez que su pie se movía y su cuerpo se desplazaba despacio.

Su pie izquierdo resbaló y jadeo haciendo fuerza con sus brazos, sosteniéndose para no caer. Gimió ante el esfuerzo y volvió a apoyar el pie, desplazándose de nuevo. No pudo evitar sentirse aliviada, cuando su mano soltó la piedra para estirarse y sujetarse a la ventana de madera. Alzó la pierna, apoyando el pie en el alfeizar de la otra ventana y salto sobre este, sujetándose a la madera y saltando al interior.

El sonido de su respiración acelerada resonaba en el silenció de la habitación, se inclino hacia delante, apoyando las manos en sus rodillas, intentando recobrar el aliento. Tenía que contarle a las gemelas lo que acababa de hacer. ¡Estarían orgullosas de ella!

Se incorporó y se aquedó mirando la habitación. Sus pies se deslizaron por la gran alfombra observando los dos sillones colocados ante la mesa de ajedrez. Se acercó y sus dedos se deslizaron sobre las piezas, las blancas de crisol, las negras de madera.

Por un instante, la imagen de ella sentada ante su hermano Javrik jugando y enfadándose cuando él le ganaba llegó a su mente. Recordó el día en que su padre entró al despacho y la vio gritando a Javrik que era un juego estúpido, por supuesto, una vez mas estaba enfadad porque no era capaz de ganar. Y desde entonces, todas las noches el Diablo se sentaba en aquel sillón, frente a ella instruyéndola, jugando y riendo cuando volvía a enfadarse por perder. Hasta que todo cambió, una noche, ella ganó a su padre y esa noche Duncan MacClain le dijo "Este no es el juego indicado para nosotros. Nuestro temperamento, nuestro genio, nos impide pensar con claridad, esperar, recapacitar. Nos abalanzamos a la batalla, sentimos la ira en nuestro interior, el Asia de ganar." Y cuando ella le pregunto, porque jugaban entonces. El Diablo sonrió y le mostro al rey "Porque tenemos que aprender a doblegar nuestro genio Ayleen."

Tomó al rey negro, alzándolo y observándolo, entonces, por algún motivó lo soltó en su lugar y sus dedos se acercaron al peón del mismo, moviéndolo e iniciando una jugada. Se giró y observo el otro sillón en la esquina de la habitación, la gran bañera ante la chimenea, vió los baúles al otro lado, no era una habitación vacía. Entonces miró la cama, una gigantesca cama, para un hombre grande.

Los Hijos de Las Highlands.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora