Capitulo: Las ordenes

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Volvió a pasar la mano por su frente, comprobando que no había fiebre. Sus dedos rozaron su piel con delicadeza, mientras miraba sus ojos cerrados, deseando que se abrieran y la miraran con aquella intensidad.

Se apartó de él y atravesó la pequeña casita, para salir al exterior, dejando la puerta encajada. Se paró apoyando la mano en la baranda de madera, mirando al frente. Viendo a los niños corriendo y jugando, los hombres con sus herramientas, trasladando agua, tierra, semillas y las mujeres llevando la ropa hacia el lago. Vio a varios niños que escondidos en un árbol frente a la casita, se asomaban, observándola.

-Sienten mucha curiosidad -Kerten habló, parándose tras ella

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-Sienten mucha curiosidad -Kerten habló, parándose tras ella.

-¿Por Aidan? -preguntó sin girarse hacia él.

-Por ti -y cuando respondió, ella giró el rostro mirándole con el ceño fruncido.

-Venias con él en su caballo, le estas cuidando, te quedas con él ...-Kerten miró hacia la casa -¿Como esta?

-No tiene fiebre, pero quiero que este despierto cuando vaya a cicatrizarle la herida -ella suspiró, apartándose de la baranda y acercándose a él -Tendrá que reposar aun algunos días, necesitara descansar.

-Eso tendrás que decírselo a él -sonrió, girándose para marcharse. -Aunque ya pienso que hará lo que le digas.

Observo cómo se alejaba y una leve sonrisa se dibujo en sus labios. Entró de nuevo a la casa y lo primero que hizo fue mirar a la cama, viéndole alli, dormido. Suspiró, se acercó a la mesa y se sentó junto a ella. Alzo sus piernas, apoyándolas en la silla frente a ella y levantó su vestido, dejando su piel expuestas, arremolinando la tela en sus muslos.

Miró las heridas en sus piernas, en sus rodillas y sus dedos trazaron el relieve de los arañazos. Tomó uno de sus tarros y tras tomar algo de ungüento en sus dedos y lo aplico con cuidado en sus piernas, sobre las heridas.

Estaba concentrada en sus heridas, pero la sensación de que él estaba observándola la hizo alzar el rostro y mirar hacia la cama. Y Aidan MacCarty estaba despierto. Sus ojos estaban abiertos, mirandola.

-Despertaste -su voz salió en apenas un susurro, mirándole. Cuando miró sus piernas se sonrojó y las bajo rápidamente al suelo, tirando del vestido para cubrirse. Se levantó y se acercó a él. -¿Como te encuentras?

-¿Por qué tengo tanto sueño? -Aidan la miró con pesadez.

-Porque te he dado algunas hiervas, para que tu cuerpo descanse -tomo el paño húmedo y lo pasó por la frente de él -¿Te duele algo?

-No -tosió levemente.

-Espera -se levantó y tras verter un poco de agua en un cuenco se sentó a su lado y lo acercó a sus labios -Bebe.

Aidan miró el cuenco en sus manos, finalmente se incorporó con dificultad, haciendo que la sabana se deslizara por su pecho y vientre, quedando en su cadera. Kristal sintió el calor inundar sus mejillas, forzándose a desviar la mirada de la sabana. Acercó el cuenco a sus labios y el bebió, despacio.

Los Hijos de Las Highlands.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora