Capitulo 12: La verdad

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Se paseó por la sala mirando los grandes ventanales por los que entraba la luz. Sus manos se apoyaron en el cristal mirando al exterior, a los jardines.

Se había levantado más tarde que de costumbre, pero es que se había dormido más tarde aun. Si es que se le podía llamar dormir a las pocas veces que consiguió cerrar los ojos y que despertaba y volvía a llorar.

Cuando había huido a encerrarse en su cuarto, se había derrumbado llorando con desesperación, sentada en la alfombra de la habitación, con la espalda apoyada en la cama. La puerta de la habitación se había abierto y Charles había entrado y cerrado tras él.

No le dijo nada, simplemente se acercó a ella, se sentó a su lado, en el suelo, apoyando la espalda en la cama y pasó el brazo por sus hombros, reconfortándola, esperando.

Cuando consiguió dejar de llorar con desesperación, alzó el rostro y le miró. El la miró con una infinita ternura y su mano se alzó para limpiar las lagrimas de ella.

-Cuéntame que ha pasado -tiró de su cuerpo, abrazándola con un brazo y depositando un beso en su pelo.

-Ella lo sabe -gimió llorando escondida en su pecho -Sabe que estábamos tratando de impedir que estén juntos.

-¿Y? -el se encogió de hombros, entonces frunció el ceño, la tomó de los hombros y la alejó para mirarla a los ojos -¿Te hizo algo?

-Solo dijo la verdad -sonrió con dolor -Incluso ella ve lo que siento por el y como él me mira como su simple pequeña. ¿Sabes cuánto dolió escuchar en su boca la verdad?

-Esa mujer no ha dicho una verdad en su vida -apretó los labios -¿Le dijiste algo?

-Le dije que Kendrick se apartaría de ella en cuanto supiera que clase de mujeres, una mujer que pretende comprometerle para convertirse en la condesa -inspiró aire alzando la mano para apartar las lagrimas nuevas.

-¿Eso hiciste? -la miró sorprendido y sonrió -Muy bien.

-Pero tiene razón Charles -volvió a apoyar el rostro en su pecho -No soy mujer para él, nunca seré su Condesa. Soy muy poco para él.

-¿Te dijo eso? -la tomó de la barbilla alzándole el rostro -Tu eres la mujer más hermosa, maravillosa y dulce que cualquier hombre desearía tener a su lado. Y no lo digo porque seas mi prima y te quiera. Y cualquier patán que no sepa verlo es el mayor idiota del mundo -apretó la mandíbula -Y esa arpía, voy a sacarla ahora mismo de palacio y no volverá a poner un pie aquí.

-¡No! -Davinia le agarró de la chaqueta cuando el intentaba incorporarse -Por favor, no quiero que Kendrick sepa lo que ha pasado.

-Pero ...-él la miró dudando.

-Por favor -y volvió a acurrucarse en su pecho -Solo quédate conmigo.

Y Charles había esperado pacientemente a que se durmiera entre sus brazos, para acostarla y taparla. Y en la noche ella había despertad una y otra vez, llorando cada vez que recordaba donde estaba y que todo era real.

Y esta mañana, cuando había despertado decidida a enfrentarse a su temor, todo se había vuelto más doloroso cuando al bajar a desayunar, tarde, pues no se había despertado a su hora, le habían informado que Kendrick había ido a pasear con Lady Hemsley a la ciudad.

La lastima con la que la reina la había mirado, su forma de hablarle, le había hecho sentirse aun peor. Así que se alejó de todos y ahora se encontraba alli, en la sala de música, pensando.

Se apartó de la ventana y miró el piano. Caminó hacia él despacio y sus dedos lo acariciaron, se sentó y cerró los ojos, dejando que la tristeza saliera de ella.

Los Hijos de Las Highlands.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora