Capitulo 4: Caballero

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Se aparto rápidamente del centro de la calle, pegándose a la pared de una de las casas, escondiéndose tras un puesto de verduras. La había visto girar el rostro, mirando hacia atrás, como si tuviera la sensación de que alguien la seguía.

Y no podía tener más razón.

Había estado casi una hora escondido en el patio del castillo, esperando verla salir, sabiendo que al parecer todos los días visitaba el orfanato, llevándoles comida del castillo y dedicando un tiempo a jugar con los niños.

Y ahora estaba allí, siguiéndola por las calles del mercado, escondiendo su presencia de ella, esperando el momento adecuado para hacerse notar. A poder ser, cuando esos dos guardias que la acompañaban estuvieran distraídos.

Les vio cruzar la plaza central, dirigiéndose a la calle en la que estaba el orfanato y salió de su escondite y corrió por la plaza, esquivando a los mercaderes.

-Señor ¿queréis probar las frambuesas? -una muchacha se paró ante él, sonriendo coqueta.

-¿Eh? No, gracias -y la esquivó rápidamente, chocando sin esperarlo con un hombre que sostenia pieles.

-¡Eh!¡Cuidado! -el hombre lo miró molesto, recogiendo las pieles del suelo.

-¡Lo siento! ¡Lo siento! -gritó corriendo hacia la calle y cuando llegó a la esquina, desde la que ya podía ver el orfanato, la vio, quitándose la capa y entregándola a uno de los guardias. Y no pudo evitar que sus ojos se centraran en su espalda, el trozo de su espalda que estaba al descubierto por el escote trasero del vestido. Esa piel blanca y suave, que lo llamaba, imaginando como se sentiría acariciarla y besarla. Fue a dar un paso adelante, para salir de su escondite cuando otro hombre se acercó a ella.

-Clere -Era un hombre alto, con el pelo rizado y vestido elegantemente

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-Clere -Era un hombre alto, con el pelo rizado y vestido elegantemente. Imaginó de quien se trataba y al ver que colocaba la mano en su espalda, teniendo acceso a esa piel que el imaginaba como seria acariciar, la ira recorrió su cuerpo.

-Adrian -ella le miró sonriendo, después miró tras él a varios de sus guardias que traían cestas -¿Les habéis traído comida?

-Pensé que podríamos hacer esto juntos -Lord Withword la miró a los ojos -Me habéis hecho comprender que tener tanto, no merece la pena si no ayudamos a los que no tienen.

-Sois un gran hombre Adrian -Clere apoyó la mano en su brazo.

-Genial -Lucien apoyó la mano en la pared, empujándola como si quisiera tirarla -Ahora el señorito también es un alma caritativa. ¿Algo más?

-¡¡Adrian!! ¡¡Adrian!! -y los niños salieron corriendo al patio, rodeándolos sonrientes.

-Maldita sea -Lucien apretó la mandíbula, girando y apoyándose en la pared -Y los niños le quieren.

Volvió a mirarles escondido en las sombras de las calles, observando cómo jugaban con los niños, hasta que el juego tomo un camino que él no estaba dispuesto a permitir. Clere caminaba despacio, con los brazos estirados y la venda en sus ojos. Y el Márquez Sutherland estaba alli, parado ante ella con una sonrisa, esperando que le tocara, para averiguar quién era.

Los Hijos de Las Highlands.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora