berserker glotón

Los Familiares del Demonio

Myne probablemente estaba hablando del [Infierno Mortal], que es la variación del Segundo Rango de Avaricia. Era como en aquella ocasión en la que Myne y yo enfrentamos al Ángel Quimera Haniel en Gallia. No importaba que tipo de ataque recibiera, Haniel no parecía recibir ningún daño, era prácticamente un ser inmortal. Fue por eso que cuando Myne me encontró me pidió que le ayudara.

Y fue gracias a [Infierno Mortal] pudimos derrotar a Haniel. La técnica que absorbía el 20% de mis estadísticas y cambiaba la forma de la Guadaña. El efecto de esta variación creaba una maldición que se fijaba en la hoja de la Guadaña, y que hacía que cualquier oponente, incluso si era inmortal, fuera corroído y muriera instantáneamente. Era un golpe mortal, pero el lugar en el que debías atacar era fijo. Era el lugar donde todo el poder mágico se concentraba dentro del cuerpo, ese era el punto clave.

Si la Guadañaba atacaba ese lugar, el resto del cuerpo pronto se verá afectado por la maldición, algo que incluso la habilidad [Regeneración] no podrá detener y finalmente, el sujeto morirá. Es por eso que los ataques no permiten errores. Sin embargo, no podía haber errores a la hora del ataque, ya que, de lo contrario, el efecto de la maldición fallará y el 20% de las estadísticas se habrían perdido en vano. Para evitar cometer estos errores, utilizo las cualidades de mis ojos rojos, que me permiten ver el flujo de magia. Sin embargo, esta es una técnica que se puede utilizar muy seguido y solo es posible llevarla a cabo si toda mi concentración está enfocada en ella.

Le pedí a Eris y a Myne que se alejaran un poco del cráter. Dentro de éste, el Archidemonio seguía luchando para liberarse del peso de la Hacha Negra. En primer lugar, debía concentrar toda mi atención en el monstruo y leer el flujo de magia dentro de su cuerpo. El lugar donde se concentraba la magia del Archidemonio era justo en su frente, en medio de sus cuernos negros. Afortunadamente, se encontraba atrapado bajo el peso de la Hacha Negra. De lo contrario, el Archidemonio habría comenzado a moverse nuevamente, lo que habría hecho casi imposible el darle en ese lugar. Cambie la forma de Avaricia del Arco Negro a la Guadaña Negra y dije,

「Toma el 20% de mis estadísticas. Acabaré con Rafal usando mi [Infierno Mortal]」
『Entiendo. Pero, ¿estás seguro? Esa cosa se encuentra en el Rango E.』
「Está bien... ya no soy el mismo que era cuando estaba en Gallia.」

Cuando derroté al Dragón Celestial en Gallia, estuve a punto de perder mi propia conciencia ante mi habilidad de los Pecados Capitales, pero gracias a Roxy, pude salvarme. Yo era el dueño de [Gula]. Y como mi habilidad exigía una gran cantidad alimento, no podía dar la espalda a los combates. Los enemigos que enfrentaría de ahora en adelante, ya no serán unos debiluchos. Y era posible que muchos de ellos se encontrarán en el mismo Rango que yo, el Rango E. No, esto ya no era una posibilidad, era más bien, un hecho.

Era tal y como Eris y Myne habían dicho: si utilizaba el poder de las habilidades de los Pecados Capitales, era inevitable que me encontrara con seres como estos. Me había adentrado a su territorio. Sin embargo, si seguía dependiendo de Roxy, mis resultados no cambiarían y me vería envuelto en la misma situación que la de Gallia.

「¡Hazlo, Avaricia!」
『Muy bien, reconozco tu determinación. ¡Tomaré el 20% de tus estadísticas!』

De inmediato me invadió la sensación de que mi fuerza me abandonaba. Al mismo tiempo, la Guadaña Negra Avaricia comenzó a incrementar su tamaño y cambiar su apariencia. La única cuchilla se dividió y formo tres cuchillas individuales. Con esa apariencia, Avaricia parecía más la garra de una horrible bestia. Levanté la Guadaña Negra y me acerqué al Archidemonio/Rafal.

「Usaste tu poder de forma errónea. Lo sé, por qué yo estuve en la misma situación...」

El sujeto frente a mí, había conspirado en contra de Roxy y la había enviado a Gallia. También, había secuestrado y matado a varias personas del barrio bajo para cumplir sus deseos egoístas. Y finalmente, por más de cinco años, me había tratado de una forma que solo se podía describir como inhumana. Esto había generado un horrible odio en mi interior. En respuesta, yo había matado a Hado Burix. Pero lo cierto, es que no debí hacerlo... La idea de juzgar a los demás con mi gran poder sin recibir ninguna consecuencia a cambio, era algo que terminaría lastimando a las personas que me importaban. Aun recordaba el rostro triste de Aaron cuando le conté la situación con Hado.