El siglo XIX comenzaba y las industrias se impulsaban. Las máquinas a vapor estaban en su auge, por lo cual, el comercio del carbón era el más próspero y la familia que tenía el monopolio de este mineral, no podía contar con mejor apellido que los representarán, "los Fortunato", esta era una familia millonaria y su riqueza era impresionante, contaban con varias minas de carbón y cada vez esté producto era más solicitado.
Trabajar para esta familia era un honor, orgullo y privilegio, ya que don Agustín Fortunato, era un patrón amable, considerado y justo con sus trabajadores, todos decían que esto era debido a su juventud, puesto que se ha quedado a cargo de este gran imperio recién a sus 23 años y aún no aprendía a ser un tirano como todos los grandes hombres de poder.
En la cocina de la gran mansión Fortunato, doña Mariana cargaba una olla con leche para traspasarla a otra que se encontraba con leche hervida.
—Por favor Amelia, vete para allá, me harás tropezar —dice Mariana a su pequeña hija que la seguía en esa gran cocina.
—Pero quiero ayudarte mamá —responde la pequeña.
Mariana mientras pasaba la leche a la siguiente olla, otras muchachas en la cocina la ayudaban con paños para evitar quemarse.
—Me ayudaría más si te quedas en esa esquina —respondía Mariana a su hija, con notorio cansancio por el esfuerzo físico realizado.
Entra en la cocina el ama de llaves, las cocineras que estaban en el lugar dejan de ejecutar sus funciones para escuchar que necesitaba, pero ella dirige su atención a la pequeña niña de cabello dorado y que abría muchos sus ojos color celeste.
—¿Por qué está esta niña en este sitio?
Mariana limpia sus manos en el delantal para hablar con el ama de llaves.
—Señorita Celenia, no tenía con quién dejarla. La niña Martina está enferma y la abuela Betty no quiere quedarse con ella por ser curiosa, solo pude dejar al pequeño de 2 años.
—Espero que no interfiera en su trabajo, sabes que está prohibido traer a niños a este lugar —responde de manera severa el ama de llaves —si al final del día demoran en su labor a causa de ella, deberás buscar dónde dejarla para mañana.
—Muchas gracias, señorita Celenia, la niña se comportará, se lo aseguro —contesta Mariana con gratitud
—Eso espero —Celenia se retira dándole una mirada fría a la niña que estaba en la esquina.
La señorita Celenia era el ama de llaves de esta gran mansión, es muy estricta, pero mantenía el lugar funcionando como un reloj. Su seriedad no correspondía con su hermoso y agradable rostro, de grandes ojos color azul y una cabellera negra con delicados risos, a pesar de su corta edad, todos le tenían respeto y un poco de miedo.
La señora Mariana, era cocinera en la mansión de los Fortunato y su marido, Teodoro, trabajaba en la granja de esta familia. Tenían 3 hijos, el mayor José, de 8 años, Amelia de 6 años, Benjamín de 2 años y esperaban a un nuevo miembro, ya que la señora Mariana contaba con 4 meses de embarazo.
Amelia estaba aburrida, puesto que su madre la había regañado por tratar de tocar un frasco con un contenido de color ámbar, así que se mantenía en la esquina, hasta que ve asomarse a un niño bien vestido, como de su edad, de cabello oscuro y grandes ojos azules, que la miraba por la gran puerta de la cocina, que era la separación con la mansión de los señores Fortunato. El niño le indica con la mano que vaya donde él.
—Mamá, ahí hay un niño —anuncia Amelia, tomando del vestido de su madre
—Qué bueno, Amelia —responde Mariana sin mirarla, ya que estaba atareada cortando rápidamente la leche, para formar los grumos que formarían el queso.
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Un Amor Tan Intenso
Ficción históricaLos Fortunato, una rica y poderosa familia del siglo XIX, comprometen a su único hijo a contraer un matrimonio por conveniencia y heredar el gran imperio de los reyes del Carbón. Pero él, no tenia los mismos planes, amaba a otra mujer y abandona tod...