⟳| Día 12 Verdades a medias.

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| Día 12

Había cosas que prefería —por su bienestar emocional— no tocar, cómo la vez que Katsuki accidentalmente borró sus archivos de la junta que presentaría al inicio de la semana. Estaba enloquecido mientras su ahora exnovio se carcajeaba por tal acto de circo que Shouto protagonizaba.

Al final le entregó un USB con su trabajo sano y salvo asegurándole que solo había formateado su laptop porque se quejó de que era lenta como una tortuga tratando de volver al mar.

Le privó de sexo durante una semana como castigo. Katsuki no lo resintió mucho aquella ocasión en donde Shouto lo acariciaba y abrazaba por el funcionamiento más eficaz de su laptop incluso las mejoras que presentaba.

A veces pasaban esas situaciones donde los pequeños actos mostraban al otro el infinito cariño que se tenían, actos como cuidar de su trabajo, de las plantas que se ubicaban en su jardín, limpiar la habitación de la casa donde el otro más le gustaba estar. Cosas pequeñas, pero significativas. 

Cómo el pastel de cumpleaños con el que se había empachado y empalagado a partes iguales el día anterior.

Shouto quería con verdadera credibilidad decir que ese gesto no le movió el piso, pasar el detector de mentiras completamente limpio sin que su corazón fuera capaz de exponerlo completamente como el idiota que era.

Necesitaba hablar seriamente con el cenizo para que no hubiera más acciones como la del día de ayer, donde pasó más tiempo cuidando que ninguno de sus amigos notara el pastel que el oji-rubí le preparó a él. Esperando porque Inasa no expresara la estupidez de querer las cervezas frías.

Alejó a todos del refrigerador como si ahí estuviese un cadáver. Incluso Midoriya se lo hizo saber cuándo su diestra detuvo al verduzco de sacar un poco de hielo alegando que no había hielo porque hacía frío. Izuku dijo que era una excusa ridícula para evitar que sacara lo que sea que tuviera en el congelador.

Simplemente lo ignoró y regresó a la sala con Iida, no mencionó nada de su conducta, Yaomomo le restó importancia creyendo que era la presión de estar encerrado con tu exnovio al que seguramente querías estrangular cada vez que dormía.

Parte era verdad. En ocasiones no entendía las acciones del cenizo, cómo lo miraba cada que salía al jardín había en sus orbes la clase de mirada que le dabas al amor de tu vida, cómo era atento con él ofreciéndole café, té, su comida favorita solo para animarlo y relajarlo.

Es que no entendía a Bakugou Katsuki.

Debía confrontarlo para acabar con esa sensación de que estaba haciendo algo malo siempre que alejaba su toque, que desviaba su atención a cualquier cosa menos a los rubíes que seguían hechizándolo como una maldición.

Se paró frente a la puerta de su habitación, Bakugou tenía la música alta, tal vez estaba leyendo, demasiado concentrado como para prestar atención a los leves toques que daba a la madera. Suspiró resignándose a abrir la puerta encontrándose con nada más que la cama tendida y la regadera haciendo el sonido característico del agua chocando contra los azulejos del suelo.

En vez de salir y regresar más tarde se adentró en la habitación sabiendo que Katsuki no se percataría de su presencia en su alcoba, se sentó en el borde de la cama donde estaba el buró. Clavó los pies en el suelo para no ir al baño y mirar de soslayo el cuerpo del cenizo, ese cuerpo que muchas veces fue suyo y que lo había abrazado de igual forma.

Cuando la regadera dejó de expulsar agua y el sonido de las llaves cerrándose fue evidente se apresuró a caminar a la entrada como si acabase de llegar, el cenizo salió del baño con un pantalón de chándal y una playera holgada todo ligeramente pegado a su piel por la humedad con la que aún se encontraba.

365 días contigo Temp. 1 ⟳ BKTDBKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora