⟳| Día 37 Retrato pasajero.

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| Día 06

El día anterior habían hecho grandes labores —más Katsuki que él— aseando cada recoveco de su casa, bueno, él se quedó todo el tiempo en el estudio que rechinaba de limpio a cada paso, la suela de sus tenis haciendo una tonada chistosa al deslizarlo por el suelo de madera, esperaba que el rubio no lo escuchara jugar desde su habitación, creía que no porque estaba lo suficientemente agotado por limpiar cada espacio en la cocina y sala como para si quiera asomarse afuera.

Shouto asomó la cabeza por la puerta del estudio al pasillo mirando la puerta de al lado cerrada, completamente muda, solo tenues ronquidos salían de aquella alcoba. Soltó el aire en sus pulmones con gracia, dejando caer su trasero en su silla giratoria en el estudio sacando su laptop para hacer una videollamada con sus hermanos.

—¡Shouto! ¿Cómo estás? —La bondadosa voz de su hermana le mostró cada emoción de amor que le tenía, su corazón se endulzó con solo ver sus orbes grisáceos.

—Mejor de lo esperado, ya sabes… —Viró la vista a la pared tras él lo que lo separaba del de cabellera áurea—, él está llevando las cosas en paz.

—Me alegra escuchar eso luego de lo que nos contó Touya el día que fue a visitarte —Con tonalidad seria y profunda arrugó su entrecejo, el hermano de en medio; Natsuo.

Shouto resopló, levantando su flequillo con el viento exhalado había tantas cosas que pasaron en los días previos que contabilizarlos serían una larga lista interminable como la de Santa Claus antes de navidad. Eso sin contar los centenares de emociones que lo atacaban cada amanecer cuando se daba cuenta de que, con cada día Katsuki se alejaba más de él.

—Touya causó un problema que resolvimos ya. —Se encogió de hombros restándole importancia, ahora pensaba más en la distancia que habían adoptado el cenizo y él—. Venderemos la casa.

—¿En serio? —Fuyumi llevó sus manos a la boca cubriendo su expresión sorprendida— eso es ponerle un final a su relación. 

—Le pusimos final el día después de navidad. —Musitó acariciando su codo por debajo del escritorio una señal de ansiedad, levantó la vista a la pantalla cuando Touya se unió al chat.

—Te ves agotado. —Evidenció con sus turquesas estudiando cada facción que la calidad de su cámara le permitía, Shouto parpadeó buscando en su rostro alguna especie de señal de agotamiento encontrándola en sus ojeras.

—Es que ayer estuvimos limpiando hasta tarde y nuestros vecinos no dejan de acosarnos con sus juguetes nuevos —Balbuceó entre las cosas que atosigaban su alma, negó con hastío—. Esos niños son unos demonios.

Fuyumi soltó una carcajada por la expresión adolorida de su hermano, Natsuo sonrió levemente al entender que Shouto se estaba desahogando de las preocupaciones que lo atosigaban, por su parte Touya mantuvo una siniestra calma.

—¿Te estás arrepintiendo? —Inquirió con sus orbes destellando duda y algo más, Shouto negó.

—Solo me he dado cuenta de lo lejos que estamos ya. —Aclaró una sonrisa triste expresando su sentir, Fuyumi borró su sonrisa, no eran los niños los que le hacían enojar sino aquellas emociones que no podía controlar.

—¿Qué harás? —Preguntó ella con serenidad.

—Nada, todo se acabó, es mejor así —Concluyó, su mente sopesando con lentitud su vida— es tarde, deberían volver al trabajo —Recordó, sus hermanos aceptando con pesadez desconectándose para dejar a Shouto, cerró su laptop recargándose en el respaldo de su silla, buscando entre sus papeles una hoja que desde que Camie llegó no había vuelto a tocar.

El día que la oji-miel visitó sorpresivamente a la pareja Shouto guardó el primer retrato que ella les hizo, la hoja estaba maltratada y arrugada por el trato que se le dio, coloreada de amarillo por el paso de tiempo, ahí podía ver a Katsuki jalándolo de la mano por los tulipanes que se alzaban hasta sus caderas.

Una enorme sonrisa con los orbes cerrados, el cabello revuelto acompañaba a Katsuki, él por su parte tenía una sonrisa ladina sus hebras duales bailando al son del viento, dejándose arrastrar por el cenizo, su mirada afectiva dedicada a Katsuki. Los únicos testigos de su actuar siendo las casas aledañas del campo.

Rió por lo bajo con la hoja en su diestra, su pulgar acariciando el rostro en lápiz de Katsuki a esa expresión que él no volvería a causar. En aquella libertad que no compartiría más con él, sus únicos recuerdos eran retratos y fotografías estáticas.

37| Retrato pasajero

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37| Retrato pasajero.

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