AU. Katsuki y Shouto son exnovios. Sí, exnovios que durante la fiesta de año nuevo no pudieron evitar explotar delante de sus amigos y vecinos que llamaron a la policía.
Fueron encarcelados y luego con ayuda de un buen amigo, es que todo se redujo a...
En ocasiones, cuando más sentía a Shouto conflictuado con su toma de decisiones Katsuki era capaz de notarlo, de entender que había algo molestando a su exnovio.
Como aquella vez donde compró una camisa de seda para usar en casa que al final no le gustó en absoluto. No tuvo el valor de regresar a la tienda para cambiarla algo dentro suyo no asimilaba el fallo —al final aquella camisa seguía en el clóset—. Shouto era la clase de persona que podía tomar decisiones sin pensarlo dos veces, seguro de su acierto, y cuando más sereno estaba se daba cuenta de lo errónea que pudo haber sido su resolución.
Luego venían los ataques de pánico hasta que las cosas iban para bien y su ansiedad se calmaba eficazmente, eran contadas las ocasiones en que sus medidas terminaron mal al nivel de necesitar intervención de alguien más que pudiera auxiliarlo.
Era algo con lo que Katsuki tuvo que aprender a lidiar; Shouto no teniendo el valor de aceptar que se equivocó hasta que necesitaba ayuda.
En aquella mañana digna del inicio del segundo mes, el sol radiaba por encima de su cabeza a niveles de calor que ni siquiera el desierto podría llegar con sus temperaturas más extremas del día.
Katsuki decidió tomar el sol en la terraza en el segundo mes, dado que el primero se la pasó mayormente llorando en su cuarto o en el patio trasero—fingiendo ejercitarse—, ahora con tiempo de sobra pudo adueñarse de la terraza donde Shouto casi se movió los primeros días del año.
Sentado sobre su silla acolchada con unos lentes de sol leyendo una revista de chisme —véase la ironía de su vida— sobre las acciones de cierta actriz en un melodrama que estaba cruzando fronteras hasta llegar a oriente, es que pensó que no entendía muchas de las actitudes del heterocromático que amaba con locura y pasión.
Había momentos en donde parecía dudar sobre su actuar, dónde más reflexivo se ponía con respecto a él. Como cuando mostró vulnerabilidad al desear de forma melancólica volver a cómo solían ser antes para después traer a Izuku a su casa y meterlo a su cama Kingsize sabiendo que Katsuki estaba solo a una habitación contigua.
Eran acciones discordantes. Momentos donde Shouto quería acercarse a él en busca de atención —las clases de cocina donde Katsuki fue seco y distante— y donde Katsuki más extrañado se encontraba de que Shouto luego de una conversación con Camie lo mandara al infierno de una patada a chupársela a lucifer.
Otras veces luego de una visita, Shouto podía estar alegre con la llegada de su hermano que provocó tragedias en las primeras semanas del mes y estar refunfuñado luego de que Eijirou pisara su hogar —en la mañana para ser exactos donde el pelirrojo llevó reservas para cerca de semana y medía— solo porque no trajo su leche de fresa favorito y encontró otra marca; es que a veces Shouto era como un niño.
Luego estaba ese humor taciturno, aquel que venía acompañado de la presencia de cierto oji-esmeralda que mucho había robado, pero nadie le podía reclamar. Al final Shouto lo mandó al diablo en un arrebato que lo dejó sin ninguna palabra más que insultos para el bicolor.
Cuando recordaba su ruptura, justo antes de pedirle matrimonio y lo veía hecho pedazos por mantenerlo a distancia cuando quería estar cerca de él es cuando más se conflictuaba él mismo de lo que realmente deseaba Shouto.
Sí lo quería cerca ¿Por qué terminó con él? Si lo quiere lejos, ¿Por qué lo buscaba con esa mirada llena de emociones tormentosas? ¿Qué sentía realmente? ¿y de qué tantas cosas se arrepentía de haber hecho?
—Me vuelve loco. —Susurró en la calma de la terraza con la suave ventisca que daba inicio al segundo mes del año.
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