AU. Katsuki y Shouto son exnovios. Sí, exnovios que durante la fiesta de año nuevo no pudieron evitar explotar delante de sus amigos y vecinos que llamaron a la policía.
Fueron encarcelados y luego con ayuda de un buen amigo, es que todo se redujo a...
—Te toca la terraza hoy. —Afirmó Katsuki, firme como un roble porque no cedería a ninguna demanda del bicolor que no estaba nada contento con el resultado de esa ruleta.
—Hace calor...
—¿Y? —Respondió con destellos de enfado en su tonalidad, Shouto hizo un mohín empujando su lengua por el interior de su labio inferior empujándolo hacía afuera.
—No quiero hacerlo con este sol, moriré deshidratado. —Explicó.
—Shouto, barriste la terraza cuando había un sol como este a principios de año. —Le recordó Katsuki, Shouto se quedó con su objeción en la punta de la lengua. La única razón por la que subió a barrer ese día era porque no quería estar cerca del cenizo tan pronto como inició su convivencia.
—Bueno... sí, pero es diferente ahora. —Mencionó con sus luceros evitando el rostro de Katsuki sin lugar a ningún argumento válido.
—No quiero pelear... barre la terraza es tu única tarea. —Suspiró Katsuki para dirigirse al cuarto de lavado a limpiar, ese era el cuarto que menos atención le daban, ya era hora de una limpieza exhaustiva y quien mejor que el rubio para hacerlo.
Shouto agarró su propia escoba de mala gana subiendo con pesadez las escaleras con sus pies casi tropezándose con cada escalón por el berrinche que estaba haciendo, no quería subir con el sol de mediodía en todo su esplendor. Sí Katsuki quería que barriera la terraza debió pedírselo en la mañana cuando el sol apenas se calentaba, no ahora que emitía rayos ultravioletas.
—Ese Katsuki... debió despertarme temprano para limpiar esta área de la casa —Rechistó echando agua sobre el suelo, recogió las sillas y la mesa donde solía quedarse y comenzó su faena barriendo el agua café hasta la coladera.
La terraza era muy amplia a comparación del patio trasero, básicamente era el techo de su casa y estaba muy vacío sin ninguna planta que adornara las tonalidades grises del suelo de cemento y la puerta argéntea, suspiró cerrando sus ojos.
«Sí tuviera más tiempo podría comprar algunas plantas que queden con la terraza.» Pensó, llevando su cabeza al cielo con sus orbes cerrados, lamiendo un poco sus labios resecos. Porque sí, si tuviera más tiempo haría de ese espacio desértico un lugar hermoso donde recibir visitas.
Siguió con su rutina del día dándole la espalda a la casa donde recientemente había nuevo inquilino, uno que le estudió sin que lo notara sacando un análisis de su esbelta figura, de su expresión dulcemente nostálgica, de la forma en la que caminaba y se movía por el sitio con seguridad. Llegó a una conclusión rápida.
Lo quería para satisfacer muchos de sus deseos y lo tendría.
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