⟳| Día 89 Hacía la verdad.

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⟳| Día 30

En una casa impecablemente limpia con un cuarto de visitas espacioso para una dama que cargaba muchas cosas en dos maletas es que Camie amaneció con el pie derecho, tenía un plan perfecto para enfrentar a ese par de idiotas y necesitaba ayuda para ello; se lo contaría a Eijirou una vez terminara de bañarse porque no podía salir de esa casa sin haberse arreglado como una señorita de mundo, tan despampanante para que el universo tuviera que torcer el pescuezo al verla.

Cuando salió de su habitación designada se encaminó silenciosa al cuarto del pelirrojo, este yacía dormido como un tronco en su cama babeando ligeramente sobre el cojín con funda a rayas en el que depositaba su cabeza cada noche para ser la única cómplice de sus sueños.

Camie sonrió por lo dulce que se veía Eijirou, ojalá tuviera más oportunidades de verlo amanecer así tan genuino y sin filtros con los que cualquiera quedaría encandilado, pero ella disfrutaba de las verdaderas expresiones del mundo.

Se abalanzó sobre su cuerpo rebotando ligeramente sobre el colchón con Kirishima que chilló por el movimiento creyendo que era un temblor, abrió los ojos cuando los incisivos de Camie atraparon la piel de su mejilla, la tomó de los hombros para dejar que ella riera en su cara por despertarlo así.

—¿Q-qué? —Preguntó desorientado mientras Eros y Wisky se acercaban a saludar a su padre con varias lamidas sobre su otra mejilla que no fue atacada.

—Vine a despertarte porque necesito tu ayuda. —Camie estaba sentada sobre el regazo de Eijirou, con los perros a cada lado de la cama esperando por recibir algún cariñito por parte de su mamá.

Ella no lo era oficialmente pero ya luego se ocuparía de tramitar las nuevas actas de nacimiento de sus hijos. Acarició ambas melenas para que se fueran contentos y ella poder hablar con el pelirrojo.

—¿Sobre qué? —Inquirió con sus anchas manos cayendo en los muslos de Camie, ella sonrió.

—Necesito que me presentes a Izuku. —La boca de Eijirou cayó hasta llegar al otro lado del mundo puede que hasta haya salido del sistema solar, porque la idea de la rubia tratando de averiguar del amante de Shouto significaba que Katsuki le contó su versión.

—¿Segura? —Quiso cerciorarse de que pensaban lo mismo.

—Sí.

La seriedad en su mirada cautivó al pelirrojo que se levantó con ella en brazos y una enorme sonrisa de oreja a oreja, ella se sonrojó por ese gesto tan libre del mejor amigo de Katsuki.

—Déjame cambiarme y nos vamos, desayunemos fuera, ¿sí? —Preguntó con centelleantes estrellas a su alrededor, ella no pudo negarle nada. Cuando terminara de arreglar las cosas entre sus mejores amigos debía quedarse porque tenía un BUEN motivo para hacerlo y ese hombre no se le iba a escapar de las manos.

Fue a darles el desayuno a los perros del pelirrojo y preparó sus correas porque a ella le encantaba pasearlos y así Eijirou no quisiera los llevaría consigo para lanzarlos al chico que era la causa del dolor de Katsuki, al menos eso parecía, ella necesitaba muchas explicaciones y las obtendría.

Salieron de casa por un desayuno y para que sus cachorros corrieran libremente por el parque cerca del edificio de Izuku, afortunadamente para ellos no había prohibiciones de mascotas por lo que pudieron entrar hasta el piso indicado sin problemas, al final Eros y Wisky eran muy amigables y bien portados porque Eijirou los estaba entrenando.

Al llegar a la residencia indicada antes de tocar unos murmullos atravesaron la puerta, Camie reconoció el nombre de Shouto.

—No te preocupes Todoroki ya veré con Kirishima lo de la despensa del último mes. —Pasos acercándose los pusieron alerta ante cualquier ataque o suceso que fuera a ocurrir, Izuku abrió la puerta topando sus esmeraldas con los avellanos de Camie—. Te tengo que dejar tengo visitas. —Colgó y llevó sus orbes a Eijirou.

—¿Qué ocurre? —Preguntó al pelirrojo.

—Nada, solo… bueno, quería presentarte a Camie ella es amiga íntima de Todoroki y Katsuki. —Explicó extendiendo su mano para señalar a la rubia que le estudió con detenimiento.

—Es la primera vez que te veo, Izuku ¿cierto? —Extendió su mano al peliverde que la aceptó con firmeza y amabilidad.

—Un gusto.

—Eso lo definiremos cuando hablemos seriamente. —Declaró con sus orbes inquisitivos sobre su persona.

Buscó explicaciones en los carmesíes de Eijirou que negaron porque una vez la eterna confidente se unía a la batalla no había poder humano que la detuviera hasta saber la verdad. Y eso podría ser bueno o malo para Izuku dependiendo de sus respuestas.

 Y eso podría ser bueno o malo para Izuku dependiendo de sus respuestas

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89| Hacía la verdad.

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