⟳| Día 28 Acciones que no cambian.

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| Día 28

La lavadora marcó el final de su ciclo de lavado, los estruendosos ruidos que producían deteniéndose en seco, haciendo eco en las paredes del pequeño cuarto.

Katsuki se levantó de la sala para echar la ropa a la secadora, caminó entre el pasillo en silencio tronándose los huesos de la espalda baja al estar tanto tiempo inactivo en un solo lugar. Estar encerrado le estaba pasando factura, él nació para andar al aire libre, no para quedarse encerrado como un maniquí en el exhibidor modelando ropa que sí no retomaba su rutina de ejercicio pronto comenzaría a apretar debido a que comía más que realizar actividad física.

Le gustaba su figura y no iba a perderla por andar de ocio. Ya le pediría al pelirrojo una rutina más elaborada, seguro que el entrenador personal de Eijirou le daría una indicada para su tipo de cuerpo.

Sacó las prendas sacudiéndolas en el suelo con la intención de que perdieran las pelusas que se pegaron debido a los calcetines que solían echar descuidadamente. Una vez hecho todo activó la secadora donde la ropa de ambos se ubicaba. Él había lavado antes, pero debido a que Shouto lavó poco después de él se le hizo un desperdicio echarlas por separado, mejor esperó y lo metió con lo suyo.

Regresó a la sala depositando su culo en el sillón de dos piezas que se había convertido en el objeto maldito que no lo dejaba hacer tareas laboriosas, solo agarrando su laptop para redactar una nota para la revista Hero’s acerca del nuevo álbum de las Pussycats tuvo que escuchar las melodías y estudiar las letras para que su artículo saliera lo más decente posible, todas las canciones hablaban de amor y superación clara indirecta de su jefa. Esta vez estaba seguro que ella lo hacía con la intención de joderlo.

Debió haber aceptado esa plaza con la revista del National Geographic que le ofrecieron cuando tuvo la oportunidad.

Ahora para evitar salir a cada rato de la ciudad debía quedarse en una revista promedio haciendo artículos para adolescentes, solteronas y amantes del chisme.

Había dejado ir esa oportunidad por tener más tiempo de convivencia con el heterocromático y cuidarlo como quería. Aunque, ahora ya no había razón para seguir en esa revista podía llamar a la revista del National Geographic para preguntar si su propuesta seguía en pie; salir y viajar a diferentes países tal vez le arrancaría a Shouto de su alma.

Debería llamar una vez terminara su arresto, con suerte y podría al menos ser el escritor de algunos artículos, le habían dicho que su prosa era atractiva, si quisieran de vuelta su talento él estaría dispuesto a ir a donde sea que estuviera el próximo reportaje.

Incluso si era al cuarto de lavado que había terminado el secado de la ropa, abandonó nuevamente su sitio en la sala yendo a sacar la ropa para depositarla en cestos, dividiéndola entre la suya y la de Shouto. Agarró el burro de planchar que estaba junto al mueble de herramientas y se lo llevó para planchar las camisas que Shouto usaba en sus juntas por Zoom con su hermanos y socios.

Dobló sus playeras y pantalones rápidamente antes de volver a los trajes del bicolor sacando camisa por camisa para planchar en una costumbre que adoptó una vez comenzaron a vivir juntos —fue su primera vez con una plancha donde quemó una camisa del bicolor—, ahora tenía título en planchado. Colocó en ganchos las camisas siguiendo con los pantalones y sacos que colgó a juego, siguió con su pijama doblándola delicadamente; el olor dulzón de Shouto opacado por el suavizante de telas.

Llevó la ropa a la habitación del otro que yacía tomando una siesta, fue hasta su baño al cuarto enorme que era su armario y acomodó la ropa en cada espacio vacío, guardó el pijama en el único mueble con cajones en el armario y salió, en su recorrido cubrió a Shouto con una manta ligera susurrándole:

—Descansa, Shouto.

Abandonó el cuarto sin fijarse en que el bicolor estaba despierto con un: ❝gracias por traer mi ropa. ❞ que se atoró en su garganta al sentir el aliento del cenizo en su oído.

Katsuki recogió la sala, llevando sus cosas a su habitación con acciones inocentes que no cambiaban a pesar de todo.

Katsuki recogió la sala, llevando sus cosas a su habitación con acciones inocentes que no cambiaban a pesar de todo

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