⟳| Día 75 Ruidos I

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⟳| Día 16

Shouto se acomodó en el respaldo de su cama pegando su oreja en ella, tratando den descifrar el origen de ese insistente ruido que desde el alba tamborileaba detrás de su cabeza sin dejarlo descansar.

La habitación principal era el cuarto que separaba la casa de la otra con un pequeño callejón donde no cabía nada más que una cerca al ras de cada terreno, era un espacio estrecho para una persona, pero siendo suficiente para que el sonido atravesara como un eco hasta llegar a su propia casa.

La casa de sus vecinos era antigua por lo que los rechinidos eran cosa común solo que el ruido que lograba reconocer era más un golpeteó que le hizo retroceder asustado, levantándose de su cama para ir en busca del oji-rubí a su cuarto, siendo las ocho de la mañana éste debería encontrarse en su noveno sueño.

—Katsuki… —Lo llamó en tonos bajitos para no asustarlo repentinamente al arrancarlo de los brazos de Morfeo, lo movió empujando su hombro izquierdo, Katsuki se acurrucó en su cama tapándose la cabeza, Shouto insistió con movimientos más fuertes.

El rubio tuvo que decirle adiós a Morfeo para decirle hola a Shouto, se levantó con las hebras doradas revueltas en espirales áureos y cenizos parecidos a los rayos del sol, se dio la vuelta encarando al bicolor, los dos hechizados por la genuina expresión del otro, las hebras normalmente lacias de Shouto estaban onduladas en carreteras que iban del centro de su cabeza a diferentes direcciones con varios destinos como sus orbes, orejas, frente, cejas, etcétera. Seres completamente etéreos bajo la visión del contrario.

Sus fanales tuvieron una lucha intensa, relamiéndose los labios con esos rostros recién levantados, con el que más disfrutaban deleitarse, eran genuinos con baba seca en la mandíbula, con chinillas en la comisura de sus párpados, pieles resecas, bonitos con todas las imperfecciones que se alcanzaban a ver al principio del día, sin máscaras. 

—¿Qué? Shouto… —Arrastró las palabras cada una soñolienta seguidas como borregos.

—Yo-… escuché unos ruidos extraños en la casa de al lado. —Explicó volviendo su vista a la entrada del cuarto del cenizo, Katsuki siguió su mirada como un perro persiguiendo su cola.

Se levantó siendo jalado del brazo por el heterocromático que insistía en que podía ser un accidente de su nuevo vecino, tal vez una caída que pudo ser grave, ellos sin poder salir no podrían ayudarlo de ser necesario.

Katsuki pegó su oído a la pared concentrándose en su sentido auditivo, estudiando cada detalle del ruido que seguía sonando tras la pared, el cenizo abrió los ojos desmesuradamente un tamborileó lo hizo seguirlo hasta un par de pasos a la derecha casi llegando al baño.

Shouto se quedó a su lado intentando en vano dilucidar el sonido que ahora parecía un martillazo asesino hasta que un mudo golpe resonó en las paredes yéndose de espaldas al reconocer un chillido. Se miraron uno al otro, extrañados por la conclusión hasta que una resolución atravesó sus cabezas, aliviándolos de que no fuera nada grave.

—Está haciendo reparaciones, ¿verdad? —Cuestionó Shouto incrédulo de haber exagerado la situación, aun así, le preguntó al otro para asegurarse, Katsuki asintió levantándose del suelo donde estaba cepillando sus hebras doradas con su mano.

—Supongo, al ser una casa vieja debe adaptarla a sus necesidades. —Aseguró con una mueca, sus cejas arqueadas al reconocer un sonido proveniente de la pared, seguro el chico estaría haciendo muchas reparaciones en los siguientes días.

—¿Crees que necesite ayuda?

—Sí la necesita, llamará a alguien que conozca. —Respondió, tranquilizando a Shouto con una sonrisa yendo a sentarse en la cama King size arrastrándose sobre ella como un felino, bostezó mientras se recostaba en el colchón, listo para continuar su sueño.

—No te duermas aquí, ve a tu cuarto. —Pidió Shouto rodeando la cama para recostarse en su sitio cerca de la ventana, Katsuki roncó sin responderle ya dormido. Shouto resopló tapándolo con su cobertor sentándose nuevamente para trabajar con su espalda recargada en la cabecera.

Dio un vistazo al rubio que abrazaba la almohada como un koala con una sonrisa contenta, babeando como un perro sobre la funda de la almohada, sonrió por la imagen tierna del otro concentrando su cerebro en la llamada que tendría con Touya.

Del otro lado, en la casa antigua, un joven agotado hacía unas reparaciones en las escaleras principales con una sonrisa satisfecha al advertir una voz al otro lado. Estuvo ligeramente confundido de que hubiera alguien más —al menos eso parecía—, según lo que le dijo su compañero había una sola persona viviendo ahí y él lo había confirmado.

—Dijiste que era uno. —Le dijo a su compañero que se recargó en su espalda, llevándole una botella de agua mineral.

—Es uno, muy lindo, por cierto. —Contestó mordiendo su oreja casi escupió el agua por su actuar, lo empujó un poco porque así no podría trabajar y porque quería escuchar lo que sucedía en la otra casa.

—Ya lo sé, yo también lo vi. —Aseguró, volteándose para ver su expresión risueña compartiendo el mismo pensamiento, sus orbes pícaros con un objetivo.

 —Aseguró, volteándose para ver su expresión risueña compartiendo el mismo pensamiento, sus orbes pícaros con un objetivo

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75| Ruidos I

365 días contigo Temp. 1 ⟳ BKTDBKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora