⟳| Día 23 No malentiendas.

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| Día 23

Cuando vio su cara en el espejo de su baño notó con entusiasmo que todas sus heridas estaban finalmente sanas sin marcas que obviaran la pelea que tuvo con Katsuki, agradeció que Camie no lo notara en su fugaz visita, actuando como terapeuta los escuchó hasta que sus corazones desfilaron en calma.

Ayer había tenido una corta conversación con Katsuki. Una que pareció mejorar el humor de ambos saliendo de sus habitaciones para compartir un desayuno juntos mirando las noticias en la pantalla de sus celulares, Shouto en la sala y Katsuki en la barra de la cocina, marcando limitaciones poco a poco.

—Gracias por el desayuno. —Shouto dejó su plato en el lavabo, enjuagándolo con rapidez, Katsuki mantuvo silencio hasta que tragó lo último de su homelet.

—De nada. —Una vez Shouto terminó de lavar y dejar el plato en el escurridor, Katsuki se acercó a enjuagar su plato enjabonando con mucha espuma porque le gustaba la sensación del jabón de limón sobre sus manos, echó agua y depositó su plato en el escurridor igual, bebiendo jugo de naranja en su vaso de vidrio.

Shouto por su parte se hizo un batido de almendra y fresas llenándose finalmente con el alimento, volvió a enjuagar la licuadora y su vaso bajo la vista de Katsuki que seguía en la barra escuchando noticias, todo en una supuesta paz.

Aunque ya no planeaban iniciar conflictos que terminaran con una nueva batalla su situación actual era completamente inestable; cada uno pisaba la casa con cautela para no molestar al otro. Actuaban como si fueran ladrones en busca de un tesoro, era incómodo. No estaban haciendo nada malo como para dudar de entrar en una habitación donde se encontraba el otro, pero lo hacían.

Se evitaban como si fueran extraños, como si no hubieran compartido miles de aventuras en las ciudades del mundo. Les costaba hablar de cualquier cosa, funcionaban en automático porque si Katsuki estaba en la sala Shouto se movía al patio, porque si Shouto estaba en la cocina Katsuki se iba al cuarto de lavado a pararse como idiota hasta que el bicolor saliera.

Ambos tensos a cada reacción. Y no le gustaba, no era agradable para ninguno, debía aligerar el ambiente que estaban formando antes de que empeorara.

—¿Tu oferta de enseñarme a cocinar sigue en pie? —Preguntó el heterocromático en un arrebato, tratando de que su convivencia fuera más amena.

—Sí. Si quieres sí. —Corto y conciso Katsuki respondió.

—Te tomaré la palabra entonces.

—Bien. Empezamos cuando tú quieras. —Afirmó moviéndose hasta el lavabo para enjuagar su vaso donde anteriormente tomó jugo.

Shouto se hizo a un lado esperando que Katsuki dijera algo más, pero no dijo nada, hizo un mohín confundido ¿Había hecho algo malo para que se comportara así de cortante? ¿Qué no se suponía que iban a llevar la fiesta en paz?

—¿Estás enojado? —Cuestionó con la voz apagada, sus orbes duales cayendo en el perfil definido del cenizo que los miró de soslayo dejando el vaso recién lavado en el escurridor.

—No.

—Entonces porque…-

—No malentiendas. —Interrumpió con calma Katsuki—. Vamos a llevar la fiesta en paz, pero no creas que seguiré siendo devoto a ti ahora que estamos separados. Somos compañeros de habitación, no crucemos más ese límite y si lo hago, por favor, recházame.

Shouto calló momentáneamente ante el abrupto arrebato de Bakugou, parpadeó extrañado sin saber cómo responder luego boqueó sin encontrar palabras para el cenizo que con sus luceros esperaba algo de su parte; una afirmación quizás.

Su pecho se estrujó, reaccionando con un dolor alrededor de su corazón con la idea de la ruptura más presente, cómo antes había dicho, Katsuki estaba tomando la decisión de acabar por iniciativa propia. Exhaló por la nariz apaciguando el martirio y la encrucijada en la que caminaba su alma. Asintió lentamente.

—Bien, pero ¿puedo pedirte lo mismo? si empiezo a buscarte, recházame.

Katsuki asintió pasando de él a la salida de la cocina yendo al patio trasero para revisar las plantas. Él por su parte subió a la terraza con un té frío había sol por lo que barrer era una mala opción mejor se ubicó en la mesa bajo su sombrilla y cerró los ojos ahogando sus pensamientos con cada sorbo que le daba a su taza. 

23| No malentiendas

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23| No malentiendas.

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