AU. Katsuki y Shouto son exnovios. Sí, exnovios que durante la fiesta de año nuevo no pudieron evitar explotar delante de sus amigos y vecinos que llamaron a la policía.
Fueron encarcelados y luego con ayuda de un buen amigo, es que todo se redujo a...
Con los ojos hinchados de tanto lloriquear como bebé sobre su cama, Shouto Todoroki se levantó quedando sentado sobre el colchón, preparándose mentalmente para la bitácora del martes a mediodía que iniciaba con él completamente demacrado. Sí señores hoy era uno de sus días.
—Buenos días. —Se dijo a sí mismo en un intento de echarse porras como animadora de un equipo de futbol, se talló los ojos casi cerrados de lo inflamados que estaban luego salió de su Kingsize directo al baño como un proyectil humano.
Se duchó, enjabonando todas las zonas habitables de su cuerpo —donde cierta rubia explosiva había colonizado— hasta donde la luz del sol no llegaba ni haciendo su mayor esfuerzo. Se entrometió entre sus piernas enjuagando hasta la punta del dedo chiquito del pie, el agua tibia le masajeaba la adolorida espalda de tanto estar echado como una morsa.
Lavó su cabello dual notándolo más largo al casi cubrirle la punta de la nariz, agarró ese mechón suelto y lo cepilló hacía atrás con agua para limpiar su cara redonda con la esponja de baño. Una vez se lavó cada parte sostuvo su toalla para secarse completamente renovado.
Porque bañarse siempre quitaba las inmundicias de cuerpo y animaba a las personas al sentirse más cómodas para salir o simplemente andar por su casa.
Ese era el caso de Shouto que se apresuró al lavabo para ver su reflejo la poca barba que comenzaba a evidenciarse, no era una persona velluda, pero a veces crecía —ojalá fuera lampiño como el cenizo— se rasuró la barba e hizo el intento de recortar su fleco deteniéndose el mismo, no deseando acabar como tutorial fallido de YouTube.
—Mejor no, Shouto, mejor llama a Fuyumi —Se aconsejó para dar paso a ir a su cuarto que era el armario sacando de ahí unos jeans negros, una camisa blanca y unas botas negras.
Vistió su silueta con la ropa, la camisa ligeramente transparente marcaba su pecho y sus rosados semi-erectos por la reciente ducha, los jeans le apretaban las piernas de forma seductora con sus muslos siendo abrazados con cariño por la tela de la que cualquier persona estaría celosa, la misma tela le apretaba el culo levantando y evidenciando su redondez, sus piernas largas solo modelaron más junto a las botas —regalo del cenizo que era amante de ellas— se miró al espejo despeinando sus hebras duales y salió de su baño echando su ropa sucia al cesto.
Aspiró unas bocanadas de aire agradecido de que el agua tibia quitara un poco de la inflamación en sus párpados esperaba que Katsuki no preguntara porque se veía así, sus pómulos colorados delataron su angustia que desapareció apenas recordó que debía seguir actuando hasta el final del arresto.
Sus sentimientos debían estar enfrascados como un genio en una lámpara.
Caminó a la puerta de su habitación solo deteniéndose a abrir la ventana de su cuarto con los rayos del astro rey entrando estrepitosamente dándole una visión más hermosa y vivaz a su alcoba sombría.
Volvió a la puerta preparándose mentalmente para un nuevo día como venía haciendo desde hace dos meses, rezó porque las cosas mejoraran al igual que el clima que era más cálido conforme la llegada de la primavera se acercaba y con ella el final de su convivencia.
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