··——·⟳·——··
⟳| Día 04
El día era perfecto, pese a ser invierno entraban por los ventanales unos rayos del astro rey que calentaban cada rincón de su hogar, desde la sala con la puerta de cristal que lo llevaba al patio trasero, los balcones de las habitaciones y, por supuesto, los ventanales de la cocina. Su santuario.
El lugar más divino de toda la casa, la cocina era el único lugar donde podía hacer creaciones internacionales o tradicionales. La cocina era una de las actividades más relajantes con las que el ser humano había sido dotado, lo relajaba al punto en el que sus músculos reposaban con calma.
Aunque tenía los ojos hinchados y rojos junto a la nariz congestionada, era su actividad preferida y la que despejaba su mente de los miles de pensamientos carnívoros que devoraban su alma. Luego de la llamada con Eijirou estuvo llorando como un bebé, agradeció que el pelirrojo no le interrogara en nada, que no investigara más en un tema que seguía siendo doloroso para él.
No solo la ruptura sino la razón de ésta.
Revisó varias veces el pasillo asegurándose que el bicolor no se apareciera de la nada y notara —sin mucho esfuerzo en realidad— la deplorable condición en la que se encontraba.
Pero, ¿Cómo debería sentirse? Hasta hacía unas semanas todavía compartía lecho con Shouto ¡Diablos! Le había hecho el amor en navidad, ¿Cómo carajos podía pasar de él tan fácil y frívolo?
—No entiendo a este chico. —Murmuró para sí sacando algunas verduras para hacer un desayuno al estilo mexicano que aprendió en uno de sus viajes, con Shouto, por cierto, cómo le encantaba echarle limón a la herida—. Ni menos a mí.
—¿Bakugou? —Se estremeció en la cocina casi tirando la olla donde hacía su salsa. Se miró en la ventana esperando que no fuera tan evidente la hinchazón en sus ojos, con mucho esperaba que pareciera que se le pegaron las sábanas o mejor dicho que durmió mucho.
—En la cocina.
Los pasos acortaron la distancia, su ritmo cardíaco se aceleró dejando caer unas cosas al piso, se sentía como un idiota. Aun así, recogió las verduras de suelo cuando las pantuflas de Shouto se asomaron en el marco de la puerta.
—¿Estás haciendo el desayuno? —Cuestionó lo obvio, Katsuki tuvo la sensación de rodar los ojos y lo hizo inconscientemente.
—Claro. —Respondió con sorna, Shouto amusgó los ojos, acercándose al rubio, todas sus hebras lacias parecían remolinos de dos tonalidades en el centro de su cabeza. Katsuki quiso virar la vista, resistiéndose al acto manteniéndose firme.
—Tienes los ojos hinchados. —Evidenció Shouto, algo de preocupación deslizándose por su cuerpo.
—Sí, lo sé, creo que me dormí mucho... No sé... —Se rascó la cabeza, encogiéndose de hombros, rezando con que no indagara más. Y así fue, Shouto se preparó un café pasando de él.
—¿Qué cocinas? —Sorbió de su café, siguiendo las acciones del cenizo.
—Unos chilaquiles como los que comimos en México. —Shouto dejó la taza sobre la encimera.
—Espero que no piquen como aquellos. —Recordó cómo trauma al no estar acostumbrado al picante.
—No serían chilaquiles sino pican. —Obvió, burlesco. El bicolor resopló, pese a estar acostumbrados a diferentes platillos internacionales, la sazón del cenizo le daba su toque único. A él le encantaba probarlos y estos serían sus últimos platos hechos por el oji-rubí.
—No quiero llorar por la mañana. —Acusó, Katsuki soltó una carcajada.
—Bueno, no sería la primera vez que lloras al comer algo picante. —Recordó, Shouto rodó los ojos.
—¡Es mi culpa por hacerte caso en visitar México!
—Fue una visita extraordinaria, ¡acéptalo! Sobre todo, en la ciudad de México y Cancún —Le recordó, Shouto enrojeció levemente. Habían pasado muchas cosas en México, particularmente en Cancún donde el sexo en la arena les dejó un recuerdo para la eternidad.
—¿Q-qué dices? —Balbuceó.
—¡De los cócteles! —Aclaró con euforia el cenizo— eran un manjar. —Fantaseó.
Claro, siempre que se trataba de la cocina Katsuki se olvidaba de todo, de los problemas, de sus amigos, de él incluso.
—Ah..., eso.
—Claro que eso, fue exquisito. —Sirvió dos platos y los dejó en la barra de la cocina, Shouto se sentó olvidando las ideas estúpidas que pasaron por su cabeza.
—Al menos en eso concordamos.
Comieron en silencio, olvidando el tema o al menos tratando de no rememorar nada de su antigua relación.
O4| Un recuerdo de una comida I
ESTÁS LEYENDO
365 días contigo Temp. 1 ⟳ BKTDBK
FanficAU. Katsuki y Shouto son exnovios. Sí, exnovios que durante la fiesta de año nuevo no pudieron evitar explotar delante de sus amigos y vecinos que llamaron a la policía. Fueron encarcelados y luego con ayuda de un buen amigo, es que todo se redujo a...